La vida misma es una oportunidad; la oportunidad más verdadera. Sólo tenemos una. El aliento que entra en nosotros es la definición de oportunidad. Algunas veces necesitamos que nos lo recuerden para mantener claro nuestro objetivo, para recordar qué es real.
En esta enorme selva no es necesario talar los árboles ni aprender a caminar por bosques y montañas. Haz lo que tengas que hacer. Cruza cualquier montaña que tengas que cruzar. Rodea todos los árboles que tengas que rodear. Sigue tu camino sorteando ríos, cruzando barrancos. Construye tus puentes. Haz todo lo que debas hacer, pero recuerda algo: recuerda tu rumbo. Si lo pierdes, caminarás en un gran círculo.
Muchas veces eso es lo que hacemos. No tenemos una brújula incorporada. En cuanto perdemos el rumbo, terminamos haciendo un círculo gigante y al final nos encontramos en el mismo punto en que comenzamos. A algunas personas les ocurre una y otra vez. Lo primero que tienes que aprender de eso es que has perdido el rumbo. Has olvidado tu prioridad en la vida: sentirte pleno.
El aliento te trae una y otra vez un mensaje muy dulce: “Mantén claras tus prioridades y siente la plenitud en esta vida. Eso es lo que puedes lograr, lo que deberías hacer”. Pero ahí fuera hay un mundo entero ladrándote: “¡Ah, pero eso no es todo! Deberías hacer esto y aquello. Ganar más dinero. Mejorar en esto y en lo otro”.
¿Qué mensaje hay que te recuerde lo que significa cada aliento? Piensa en el Titanic cuando se hundió. Mientras el casco estaba bien todo era maravilloso: las mesas tan bien puestas, la música, la comida exquisita… Pero cuando el casco no aguantó, y las mesas y los pianos comenzaron a moverse, la historia cambió. Cuando se empezaron a caer las lujosas lámparas nadie dijo: “¡Qué bonita lámpara esa que se cae!” Todas aquellas cosas se habían convertido en un inconveniente. Puede ocurrir en un instante.
Cuando está claro lo que es prioritario en la vida, todas esas cosas tan bonitas son nuestro capital. Cuando peligra lo fundamental, se nos vuelven en contra. ¿Qué es lo que quieres en tu vida?
Sólo debemos recordar que la vida es un viaje muy hermoso. Tenemos que aprender el arte de dar y recibir. Si sabes recibir amor pero no darlo, no puedes amar. Si sabes dar amor pero no recibirlo, tampoco puedes amar. Tienes que saber ambas cosas. Entonces sabrás lo que es el amor.
Si sabes recibir el aliento pero no sabes dar las gracias, nunca comprenderás su valor. Cada aliento merece gratitud. Es un sentimiento. “¡Sí, ha sucedido!” Cuando puedas sentir esa gratitud, empezarás verdaderamente a recibir en tu vida.
Lo más hermoso de todo esto es que ocurre cada día. Recibir y dar. Da tu gratitud y recibe el regalo supremo de la existencia. Aprende a recibir, aprende a dar, aprende a comprender. Entonces el ciclo fluye.
Maharaji.
En esta enorme selva no es necesario talar los árboles ni aprender a caminar por bosques y montañas. Haz lo que tengas que hacer. Cruza cualquier montaña que tengas que cruzar. Rodea todos los árboles que tengas que rodear. Sigue tu camino sorteando ríos, cruzando barrancos. Construye tus puentes. Haz todo lo que debas hacer, pero recuerda algo: recuerda tu rumbo. Si lo pierdes, caminarás en un gran círculo.
Muchas veces eso es lo que hacemos. No tenemos una brújula incorporada. En cuanto perdemos el rumbo, terminamos haciendo un círculo gigante y al final nos encontramos en el mismo punto en que comenzamos. A algunas personas les ocurre una y otra vez. Lo primero que tienes que aprender de eso es que has perdido el rumbo. Has olvidado tu prioridad en la vida: sentirte pleno.
El aliento te trae una y otra vez un mensaje muy dulce: “Mantén claras tus prioridades y siente la plenitud en esta vida. Eso es lo que puedes lograr, lo que deberías hacer”. Pero ahí fuera hay un mundo entero ladrándote: “¡Ah, pero eso no es todo! Deberías hacer esto y aquello. Ganar más dinero. Mejorar en esto y en lo otro”.
¿Qué mensaje hay que te recuerde lo que significa cada aliento? Piensa en el Titanic cuando se hundió. Mientras el casco estaba bien todo era maravilloso: las mesas tan bien puestas, la música, la comida exquisita… Pero cuando el casco no aguantó, y las mesas y los pianos comenzaron a moverse, la historia cambió. Cuando se empezaron a caer las lujosas lámparas nadie dijo: “¡Qué bonita lámpara esa que se cae!” Todas aquellas cosas se habían convertido en un inconveniente. Puede ocurrir en un instante.
Cuando está claro lo que es prioritario en la vida, todas esas cosas tan bonitas son nuestro capital. Cuando peligra lo fundamental, se nos vuelven en contra. ¿Qué es lo que quieres en tu vida?
Sólo debemos recordar que la vida es un viaje muy hermoso. Tenemos que aprender el arte de dar y recibir. Si sabes recibir amor pero no darlo, no puedes amar. Si sabes dar amor pero no recibirlo, tampoco puedes amar. Tienes que saber ambas cosas. Entonces sabrás lo que es el amor.
Si sabes recibir el aliento pero no sabes dar las gracias, nunca comprenderás su valor. Cada aliento merece gratitud. Es un sentimiento. “¡Sí, ha sucedido!” Cuando puedas sentir esa gratitud, empezarás verdaderamente a recibir en tu vida.
Lo más hermoso de todo esto es que ocurre cada día. Recibir y dar. Da tu gratitud y recibe el regalo supremo de la existencia. Aprende a recibir, aprende a dar, aprende a comprender. Entonces el ciclo fluye.
Maharaji.
El universo es todo energía. La energía fluye.
El dar promueve este flujo de energía poniéndote en armonía con los poderes del universo.
¡Para cualquier cosa que desees tener, causa a otro ser que la tenga primero y tú comenzarás a tenerla en abundancia!
¡Da y recibirás multiplicado por diez!