sábado, 29 de enero de 2022

"Deja de Perturbarte a Ti Mismo". Por Borja Vilaseca.



¿Por qué nos perturbamos? La realidad no tiene el poder de perturbarnos. De hecho, nadie ni nada nos ha hecho sufrir nunca sin nuestro consentimiento. Todo el sufrimiento se origina en la mente, no en la realidad.

Por más que el ego nos haga creer que somos víctimas de la realidad, la causa de nuestras perturbaciones no tiene nada que ver con lo que pasa. Ni tampoco con lo que pensamos acerca de lo que sucede. La verdadera causa de nuestro sufrimiento e infelicidad reside en creernos lo que pensamos acerca de lo que ocurre. En apegarnos y engancharnos a dicho pensamiento, creyéndonos ciegamente la historia que nos cuenta sin comprobar previamente su veracidad. De ahí la importancia de ser conscientes de los pensamientos que van apareciendo por nuestra mente. En eso consiste vivir despiertos: en diferenciar entre la situación que está aconteciendo en cada momento ⎯la cual es siempre neutra⎯ y lo que pensamos acerca de ella, lo cual es una distorsión subjetiva.

Podemos sorprendernos sufriendo porque nos hemos creído un pensamiento que está en desacuerdo con lo que está sucediendo. En vez de aceptar la realidad tal como es, la comparamos constantemente con una versión idealizada de cómo debería de ser. Discutir, pelear y luchar contra la realidad es inútil. No sirve para nada. Y es que desear que las cosas sean diferentes a como son es un deseo imposible de satisfacer. La única razón por la que seguimos intentando cambiar la realidad es porque todavía no sabemos cómo dejar de hacerlo. Y gracias a la saturación de sufrimiento, llega un día en que cambiamos el foco de atención, de fuera a dentro. Es entonces cuando empezamos a cuestionar los pensamientos y las creencias que se esconden detrás de todas y cada una de nuestras perturbaciones.

Fragmento extraído del libro
“Las casualidades no existen. Espiritualidad para escépticos”.

jueves, 20 de enero de 2022

"Una Mejor Vida en Comunidad".



1. Aprenda a plantar, no solo un huerto, sino también cultivos básicos: maíz, yuca, papas etc. y árboles frutales, nativos, leñosos.

2. Cree un vínculo con alguna tierra, ya sea la suya o la de un pariente, un proyecto, un jardín comunitario, etc. Participe con las personas que viven allí, vaya poco a poco buscando formas de pasar más tiempo en el campo que en la ciudad, aprendiendo a plantar, construir , tratar los desechos orgánicos y sanar en la naturaleza.

3. Desarrollar habilidades prácticas: cocina, carpintería, reparación de máquinas, procesamiento de alimentos, costura, etc.

Enseñe estas habilidades a niños y amigos, vecinos.

4. Busque un grupo de apoyo mutuo donde las personas se cuiden entre sí, hagan productos de necesidad básica colectivamente, como productos de higiene natural, remedios naturales como jarabes y tinturas de hierbas, procesamiento de alimentos, como alimentos conservados y fermentados.

5. Simplifica tu vida ahora, liberando más espacio y tiempo. Descubra todo lo que puede hacer sin dinero, caminar, hacer ejercicios, manualidades y artes del cuerpo, socializar con sus seres queridos, jardinería.

6. Separarse de la lógica de consumir más y más. Prefiera productos artesanales que duran mucho tiempo, de calidad, hechos por pequeños productores, empresas sociales y empresas económicas solidarias. Hacer intercambios, dar y recibir obsequios por valor afectivo, en lugar de valor financiero.

7. Intercambiar, almacenar, multiplicar y diseminar semillas criollas nativas, no modificadas genéticamente, producidas por la agricultura popular y familiar.

8. ¡Reconoce que la vida será mucho mejor! Solo estamos en transición.

"Nuestra creatividad es el límite del sistema".

Mary Lolys.
Grupo "Despierta"
México.

sábado, 1 de enero de 2022

"El Poder de la Divinidad". Por Borja Vilaseca.



En un pasado muy lejano los seres humanos éramos dioses. Pero debido a nuestro infantilismo, abusamos tanto de nuestros privilegios que la vida, el universo, dios o como prefiramos llamarlo nos quitó dicho poder. Y decidió esconderlo en el lugar en el que menos buscaríamos y que ⎯por tanto⎯ fuera el más difícil de encontrar. De este modo, la vida quería que reconectáramos con nuestra divinidad cuando verdaderamente hubiéramos madurado.⁣
«¡Enterremos el poder de la divinidad bajo tierra!», le sugirió un miembro de su comité de consejeros. «¡Ya veo que ignoráis cómo son los seres humanos», replicó el universo. «Explorarán, excavarán y destruirán la tierra hasta que un día den con el escondite». Seguidamente, otro de sus consejeros, añadió: «Entonces, arrojémoslo al fondo de los océanos». Dios volvió a negar con la cabeza. «No me convence, pues sé por experiencia que no saben estarse quietos. Allí también lo buscarán», dijo al cabo.⁣
«¿Y si lo escondemos en la Luna?», propuso otro consejero. La vida rio a carcajadas. «Ahí también llegarán. Los seres humanos se gastarán una fortuna en naves para conquistar el espacio». El comité de consejeros se quedó en silencio, sin saber qué decir. «Según lo que afirmas, no hay lugar bajo la tierra, en el fondo de los océanos e incluso en la Luna donde los seres humanos no vayan a mirar nunca», afirmó cabizbajo uno de ellos. ⁣
Tras escuchar estas palabras, el universo tuvo una revelación. «¡Ya lo tengo! ¡Esconderemos el poder de la divinidad en lo más profundo de su corazón, pues es el único lugar donde a muy pocos se les ocurrirá buscar». Y así, desde el origen de los tiempos, la humanidad ha conquistado la naturaleza y explorado el espacio sideral, buscando inconscientemente algo que alberga en su interior.⁣
Fragmento extraído del libro 
“Las casualidades no existen. Espiritualidad para escépticos” 
del cuento “Aplícate al cuento” de Jaume Soler y M. Mercè Conangla.