jueves, 30 de junio de 2022

"Expectativas".

Imagen de www.freepik.es

Amiga mía, la experiencia con la construcción de la cabaña 
es una historia tan oscura, que tuve que escribirla para sanar.
Fue un proceso de casi un año que se sintió como un siglo, 
el que casi me destruye por lo estresante y desafiante,
pero ya estoy en condiciones de contar y soltar.

La historia se centra en el maestro. Contratar a ese hombre fue una decisión que significó un malestar del que no sospechaba su alcance, hasta que pude parar y mirar hacia atrás. Supe que sería difícil antes de dejarlo entrar a nuestras vidas, pero no le di la importancia que tenía. Ya te contaré. Han pasado casi 2 meses desde que nos despedimos de él en abril del 2022, y recién ahora puedo escribirte sin emociones que me perturben la visión.

Más de 10 años buscamos con Jaime un lugar para escapar de la ciudad, y dimos con un terreno al sur de Santiago ubicado entre cerros y montañas, con vistas a un valle precioso de extensas plantaciones. Al comprarlo, pedimos datos de maestros que construyeran casas a los lugareños del sector, y fue así que conocimos a Andrés Aedo. 

Aedo nos citó cerca del terreno que compramos, ya que estaba terminando una casa que nos gustó mucho. Me entusiasmé tanto, porque además de linda, este hombre tenía buenas recomendaciones. Y es en esta escena que me detengo, porque aquí comienza la seguidilla de errores que me costaron muy caro. Durante la reunión noté que Aedo era en exceso amable y muy grandilocuente en cuanto a sus habilidades, hacía de todo y más. No había nada que no pudiese hacer, en especial en esa zona donde según él, construyó cuatro casas más, lo que era una suerte, ya que conocía la comunidad que tiene los peores caminos de tierra que he recorrido. Pero tras su amabilidad excesiva, emanaba una inseguridad que me perturbó todo el tiempo. Puse atención al carácter que se asomaba entre líneas y a las sensaciones que me surgían. Al irnos, ya estando a solas con Jaime le dije: 
- No me gustó su forma de ser. Le pregunté algunas cosas y me miraba con los ojos muy abiertos, desorbitados, se quedaba en silencio, intentando encontrar una respuesta y respondía dudando, no muy convencido. Me sentí incómoda, se notaba mucho que tiene problemas de autoestima, y se comporto errático, medio leso.  
- Si, algo tiene, no sé si nos sirve. Sigamos buscando. 

No le hice caso, el hombre nos dio señales de algo que no sabía definir, pero pensé que no sería un problema, a priori asumo que la gente es buena, incapaz de hacer un mal a un otro. Además me dejé llevar por las buenas referencias y la casa que vimos. Sin analizarlo más, nos lanzamos con el proyecto. ¿Recuerdas cuando te conté que teníamos maestro?, me advertiste que son un cacho, y te respondí, - No es el caso, este joven es bueno, es muy amable, un poco neurótico, pero no creo que sea problema. Punto a tu favor. 

Visitó el terreno y le pedí un presupuesto por una cabaña de madera de 70 metros cuadrados, sobre pilotes, con terraza. La que vimos era de 100 metros, sobre cimientos sólidos y cobró 50 millones por hacerla con todas sus terminaciones. A los pocos días me envía un presupuesto por 65 millones. Después de la sorpresa, le comento que por la casa que vimos y las cifras que nos había dado, dedujimos que nos alcanzaba con 35 millones para una mas pequeña y de madera. Ese era nuestro presupuesto. 
- ¿Es posible construir una cabaña con esa plata?.  
- Claro, no te preocupi, te hago una preciosa. 

Al día siguiente me envía un presupuesto con el listado de lo que incluía, dejando en blanco los costos de cada item. No me gustó eso, pero como ya tenía muchas referencias de presupuestos anteriores, lo dejé pasar a pesar el tirón interno. El costo total sería de $37.825.000 millones, más de lo que tenía, pero lo único que no incluía eran los techos de la terraza. Ya nos arreglaríamos con la diferencia. Ese mismo día le dije que queríamos construir con él.  

Me quedé tranquila, pero a los tres días me envía un mensaje de voz y se escuchaba cortante y ansioso, "Quiero saber si vas a hacer la casa conmigo, ha pasado mucho tiempo, así que ya, ya ya ya, que no pase mucho tiempo más ... ". Ese "ya, ya, ya" medio cabreado prendió todas mis alarmas. Me estaba presionando por una respuesta que ya sabía cual era. Y fue este el momento exacto en que debí salir de ahí, pero hice caso omiso a esa advertencia por el entusiasmo de construir mi cabaña. Le pregunté cual era el siguiente paso, ya le había dicho que construiría con él.  

Seguía la firma en la notaría, pero tuve que postergarla durante dos semanas porque estuve en cama con fiebre, me dio una gripe muy fuerte. En ese intertanto comenzó a decirme que estaba preocupado porque ya había comprado materiales para mi casa, que le tenía que transferir plata. Le transferí 4 millones antes de firmar el contrato para cubrir lo que decía ya tener.  Si, confiaba en él, a pesar de las alarmas y el trato, confiaba mucho en su palabra y trabajo. 

Las pocas veces que nos vimos en el terreno, conversamos los detalles que para mi eran esenciales: "Las iluminación de la casa es re importante para mi, las quiero por los costados de las paredes, no al centro de las habitaciones. Y los ventanales deben ser de lado a lado, casi una casa de vidrio, para aprovechar las vistas". 
- "Lo que tú quieras, me dijo. Estoy tomando nota, será como tú la quieras".

Pero los problemas comenzaron pronto. Comencé a hacerle preguntas sobre la construcción, y desviaba las respuestas a cosas que no venían al caso, o no respondía de frentón. Esa actitud me cansaba y siempre quedaba con un gusto amargo al cortar el teléfono, no sabía como llegar a él.  Me molestaba su forma esquiva y poco concreta de responder. Sin embargo, hubo días sobre al comienzo, en que respondía mis dudas muy contento, pero dejaba en el aire muchas de las preguntas. Al final del proceso, - adelantándome a todo-, la frase mas recurrente que escuché salir de mi boca fue: - ¿Qué tiene que ver esto con lo que te estoy preguntando?. El hombre no respondía directo, ocultaba información, y si respondía, muchas veces no podía disimular su molestia.

La primera vez que contesto mal, fue cuando hablamos de la instalación del agua que va por fuera de casa. Revisé el presupuesto firmado en notaría, en el estaba escrito: Instalaciones sanitarias de alimentación de agua potable desde medidor a casa, y red interior casa (baños, cocina, calefont). Le mencioné lo escrito, y se ofuscó "Ese trabajo es aparte" respondió, explicando tan alterado que ni el se entendió, y me cortó diciendo que a la tarde me enviaría el presupuesto.  

Al cortar quedé preocupada, mirando el papel, procesando lo sucedido. Ese "ya, ya, ya" comenzaba a pesarme. Y por primera vez sentí miedo a que fuese un estafador. Le dije que la instalación estaba escrita en el papel firmado en notaría, que lo leyera, pero no hubo caso, no escuchaba, se hizo el desentendido de mala manera para que no siguiera preguntando. Y fue ese el tono dominante en esta relación comercial. No había comenzado la construcción de la casa y se comportó chueco, evasivo y mintiendo ante la evidencia escrita, por lo que tuve que ser firme y ponerlo en su lugar muchas veces en situaciones similares. Pero el sabía como manipular desde la histeria y el victimismo, tenía el sartén por el mango al yo depender de su trabajo y las transferencias realizadas, e hizo de todo el proceso un infierno que ni el soportaba.     

Luego de este impasse tuve que descifrar el tema "aguas", porque no entendí de qué se trataba en lo concreto. Construir de cero, sin saber nada de construcción no es fácil, y a él ya no le podía preguntar luego de su arrebato. El presupuesto de las aguas que enviaría "a la tarde" nunca lo envío. Pero ahí no habían comenzado mis problemas. 

Antes de firmar el contrato, - el 2 de julio-, pregunte por su disponibilidad de tiempo. "Comienzo con tu casa "a full", entre el 14 y 16 de julio", me respondió. Desde esa fecha su "a full" consistió en mantener durante casi dos meses una pila de tablas en el terreno y marcar el suelo con tiza. También por esos días, se comprometió a enviarme el dibujo de la casa recalcando varias veces: 
- "Es tan linda, todas mis casas las hago con mucho cariño. Estoy tan ansioso de empezar la tuya"
 Pero el envío del dibujo y el comienzo "a full" que me repetía cansinamente tampoco sucedia.

Confrontar su carácter bipolar y sus eternas postergaciones fue desafiante. Tenia grandes expectativas por como se planteó el proyecto desde el principio, sin embargo, una vez firmado el trato todo cambió, ya que al pasar los días me topé con un tipo que no cumplía con lo que decía. Incontables veces dijo "a la tarde te lo envío", y me quedaba esperando. Sus palabras vacías dejaron de tener peso, y esos momentos de espera fueron eternos, sembrando impotencia y desconfianza para con el. Agrega a esta ecuación su enojo, que no nació conmigo, eso lo tengo claro, pero lo tuve que enfrentar. Por eso el estrés, que es esa percepción de constante amenaza se me adhirió con tenacidad. 

Quise retroceder el tiempo por todo lo anterior, pero ya era tarde. Le había transferido la mitad del presupuesto total como parte del trato ante notario.  

Con Jaime íbamos solo los domingos, y eso se lo dejamos claro desde el principio. Por trabajo nos era imposible ir en la semana. 
- No te preocupí, tengo clientes que vienen el primer día y ya cuando la casa está terminada
- ¿En serio? No va a ser nuestro caso, vamos a venir todos los domingo a ver los avances

Y así fueron casi dos meses sólo con un lote de tablas y un cuadriculado pintado con tiza en la zona de la casa. Con Jaime nos mirábamos evitando caer en malos pensamientos y rogando para que pronto comenzara. Cuando le preguntaba cuándo comenzaba con la construcción, siempre me decía que estaba "a full", pero nada sucedía donde tenía que suceder, y ante mi insistencia, se justificaba cada vez con algo distinto:
- "Es que no tengo personal, no quieren trabajar conmigo, no sé que pasó". 
- "Nadie me quiere traer material hasta acá arriba". 
- "El de la retroexcavadora no tiene tiempo para venir, al final vino, se le dio vuelta la máquina y se fue enojado, no va a volver. 
- Se me fundió mi camioneta"
 - ...
Esas cantaletas eran todo lo opuesto al discurso de entrada, cuando era macanudo, competente, con todo bajo control, dueño de una gran expertiz. No lo molesté durante varios días para que solucionara los problemas que decía tener. Y un domingo cuando vi mas materiales en el terreno, se me ocurrió enviarle un mensaje de texto muy emocionada. 
- "¡Que rico! Por fin veo movimiento". 
De vuelta me envía un audio cabreado diciendo, "No digas eso, estoy trabajando "a full" en tu casa...". Ese audio fue bestial, la dicha y el alivio se apagó al escuchar su voz. Una sombra me atravesó, el tipo no era quien disimulaba ser.  

Al mirar hacia atrás veo que mi peor error, mi karma y mi puñal fue el guardar silencio. Aguanté sus mentiras, groserías y un trato poco profesional por miedo a que nos dejara botados. Yo solo quería que fluyera mi proyecto, ese era mi foco, el resto me daba lo mismo. Pero para eso tenía que hablar asuntos de la casa y su carácter se interponía entre nosotros. Mi valía trasciende la estupidez ajena, pero escuchar su voz comenzó a caerme mal, me daba dolor de cabeza instantáneo, ya no no había peso ni consistencia en sus palabras por sus constantes postergaciones, y sentía una enorme impotencia al haber dejado en sus manos un proyecto tan importante para mi. No concretaba, tenía problemas logísticos, ya me había mentido con lo del agua, y en lo inmediato no me enviaba el presupuesto de los estanques ni el dibujo que me ofrecía. 

Sin agua no podía trabajar, no se cansaba de decirlo al preguntarle todas las semanas cuando comenzaba la construcción, pero desde que se comprometió a enviar "a la tarde" el costo de esa instalación, pasaron dos semanas. Me decía estar "a full" en el proyecto, pero el paso mas importante para comenzar la obra lo postergó hasta que lo puse entre la espada y la pared. 

Veamos lo del agua con otro maestro, me dijo Jaime. Yo no quería, aún tenia fe en el hombre, quería que el construyera todo porque seguía fascinada con la casa del vecino. Pero al pasar los días sin el nuevo presupuesto ni el dibujo, más la mala impresión que me dejó la conversación de esa instalación, comencé a reaccionar y recordé el dato de un maestro que me había dado mi vecina de al lado, la que me entregaría agua a través de su conexión. Este maestro había instalado su estanque con el que alimentaría también mi casa. Lo llamé un sábado y nos juntamos el domingo, vio de que se trataba, tomó medidas y me entregó el costo en dos días. Fue ahí que contacté a Andrés, le dije que me enviara su presupuesto porque tenía otro en mano y tenía que tomar una decisión. Lo envió de inmediato. 

Pero antes de eso, mi vecina me entregó por correo el contrato de las "aguas" que me entregaría. Al leerlo, le transmití a Andrés las indicaciones de como debía ser la instalación. En ningún caso podía instalar la bomba directo a la bocatoma, porque el medidor podía marcar que estaba consumiendo agua, siendo sólo aire. Su respuesta fue: 
- "Están super equivocados, eso no pasa. He instalado muchos y esta gente no sabe nada, yo yo yo ...". Ni siquiera me gasté en contradecirlo. Las condiciones eran esas. Punto.    

Con los dos presupuestos en mano, me quedé con don Alejandro, el maestro de mi vecina. Andrés cobraba el doble por la mitad de las cosas. Me ofreció un estanque con las tuberías y el motor. Don Alejandro instalaría dos estanques, dos motores y las tuberías. Así que lo contraté y comenzó de inmediato a trabajar en los momentos en que podía, ya que estaba terminando una casa cerca. En una semana vi más trabajo del que llevaba Andrés en casi dos meses. Eso me devolvió la ilusión.  Hizo excavaciones a lo largo del terreno para las tuberías, construyó una base de cemento para el estanque mas grande y un hoyo enorme para el otro.
Al ver este avance le pregunté a Andrés cuando empezaba el, y me respondió: 
-  "¡¿Al hombre del agua lo presionas para que trabaje?!!". 
-  "No tengo necesidad, ya está trabajando".  

Era insufrible y nunca se dio cuenta. No respondía lo que tenía que responder, siempre estaba a la defensiva, atacando sin necesidad. Ya tenía varias acumuladas, así que le dije que no me gustaba su forma de responder. Su respuesta fue con otro tono de voz mucho más suave: 
- "No es mi intención, y la verdad es esto que me ha pasado varias veces con otras personas.  Me han dicho lo mismo que tú, pero por whatsapp me sale así, pero no es mi intención...  
Escuchamos el audio y Jaime dijo: 
- Este wn es complicado, pero no lo ve. 

Con la instalación de agua pude hacer algo concreto por mi proyecto y recuperé el entusiasmo. Compré los estanques, motores y todos los materiales que necesitaba. Todo fluía fácil. Don Alejandro iba a trabajar a ratos y subía el cerro en un auto viejo casi en ruinas. No tenía agua, pero igual mezcló el cemento e instaló todo en su lugar. Fue constante y avanzó rápido, me entregó un trabajo impecable. Los estanques me los llevó un joven al terreno, y entre risas me dijo - "Señora, el camino pa' malo, pero cualquier cosa me llama no más".  

Para que avanzara le di a Andrés el dato de la retroexcavadora y del flete, pero no quiso este último porque construyó un carro para trasladar los materiales, según el nadie quería subir al cerro. 

Con la "retro" hicieron hoyos donde irían los pilotes que son la base de la casa. Habíamos acordado que el alto de estos serían de "un metro 20 máximo". Pero un día me llama diciendo:  
- "Quiero hacer algo choro con tu casa, así que una esquina de la casa va a tener la altura de 4  (cuatro) metros". 
Nos manda una foto de la topografía, con palos y cordeles, marcando las alturas, quedando una esquina muy distanciada de las otras. No entendía la foto. Ese domingo vimos en terreno de que se trataba, y lo "choro" era absurdo y suicida. La respondí que no, un metro veinte es lo que queremos de altura. 
Pasaron un par de días y me llama diciendo: 
"¡Me iluminé! pasé por la casa de tu vecina, y hay que sacar tierra para instalar los pilotes". 

Se iluminó dos meses después de comenzar "a full". Yo sin saber mucho del tema, sé que el primer paso para construir es la topografía del terreno, sobre todo en un cerro que tiene una pendiente que quita el aliento. Se saltó ese paso, y nos tuvo dos meses mirando las rayas de un rectángulo echo con tiza y los hoyos listos para instalar los pilotes, los que no sirvieron de nada porque con la primera lluvia se humedeció la tierra y se transformó en barro, rellenando todos los espacios como chocolate derretido. Le dije que ese trabajo fue perdida de tiempo y plata del presupuesto. Se dio cuenta de su error, y me ofreció pagar el 30% del trabajo de la retroexcavadora y del camión que sacarían el pedazo de cerro en donde iría la casa. No accedí,  sólo le pedí que por favor comenzara de una vez con su trabajo. Tres días demoró la retroexcavadora en sacar muchas camionadas de tierra y en aplanar el terreno, dejándolo listo para comenzar a construir. Al fin. 

Pero se venían más sorpresas y discusiones. 

El trato de las platas lo determino el por escrito y yo accedí. Tenía que entregarle el 50% al comienzo, y el otro 50% en dos pagos, la primera mitad del 50% al terminar de poner el techo y la otra mitad al terminar la obra. Hablamos del presupuesto, y le dije desde el día uno en incontables ocasiones que comprara todo lo que necesitaría por la inflación que no paraba en subir los precios. Con la mitad del presupuesto le alcanzaba para todo, pero comenzó a pedir más plata. No accedí porque el trato estaba por escrito, pero me presionaba diciendo que no podía seguir porque no tenía como pagar a los trabajadores, ni tenía plata para la bencina. Le adelanté con harto miedo porque no veía avances, aun no había casa. Pero nada con este tipo era fácil. Luego de cada conversación en que me plantaba firme ante sus exigencias con la plata, me enviaba de vuelta un texto con alguna pesadez, una vez me dijo, "Son mis peores clientes". Cuando lo leí, me dio lo mismo, no quería caer en ese juego asqueroso de las descalificaciones, sin darme cuenta que al no responderle, ni frenar sus pesadeces le estaba dando pase libre para seguir diciéndolas.

Sin embargo llegó un momento en que ya estaba cansada y harta de sus argumentos idiotas para manipularme. Dentro de sus quejas por la plata, me decía brutalidades como: 
- Me transferiste un día esta cantidad, al otro día esta, y al otro esta. 
- Si, ¿y? el banco tiene un tope al transferir, pero recibiste todo lo que me pediste. ¿Cuál es el problema?. 
Se quedaba callado, pero sé adonde apuntaba, quería mas plata. 

Un día le comente a mi marido toda la situación. Evitaba contarle las bajezas del maestro, porque carga con mucho cansancio por su trabajo que comienza a las 5:30 am y termina pasado las 10:30 de la noche de lunes a sábado. Luego de contarle todo, le pregunto, - ¿Seré yo? No consigo llegar ni entenderme con este hombre, me tiene agotada.
- Estás loca, no sé cómo has aguantado. Me respondió.
- Por la casa, imagina si reaccionara como él, pero me descoloca su personalidad, no sé cómo ponerle freno. Me da lo mismo lo que diga de mi, solo me interesa que construya la cabaña. Por esa razón está en nuestras vidas, pero está siendo muy difícil, me da jaqueca cada vez que pienso en que tengo que hablar con él, y hablar con él me aplasta, quedo mal.
- Lo bueno es que sabes lo que quieres.
- Sé lo que quiero, pero el no lo sabe, y ya no sé cómo pedirle las cosas. Tengo siempre miedo, no a él, si no que esto no resulte. No me responde los whatsapp, hay tantas cosas que están pendientes, no hemos visto los detalles del diseño, y no veo voluntad de su parte para verlos. 

Como era de esperar, nunca mandó el dibujo del diseño de la casa.  Yo le había enviado un boceto de lo que quería, diciéndole que teníamos que definir todos los detalles. Para cuando comenzó a elevar las paredes, los tamaños de los ventanales no eran lo que le había dicho, así que le pedí que los agrandara diez centímetros en cada esquina. 
- Voy a verlo, no se si se puede, me respondió. 
Luego de muchos días, le vuelvo a preguntar: 
-"Finalmente, ¿se pueden agrandar los ventanales?". 
Me respondió y dijo que si, y por hacerlo me cobraría $582.800 mil pesos más. No me preguntes que me pasó, pero no reaccioné, ese cobro era insólito, pero ya no tenía ganas de nada. Me estaba cobrando esa cifra por un ventanal cuyo tamaño habíamos quedado en ver en el dibujo que jamás me mandó. Las paredes son de panel sip, muy fáciles de cortar y los ventanales eran del vidrio mas simple. Encontró la forma de pedir mas plata, al que le había puesto tope por mi presupuesto limitado. Que impotencia, tanto que le pedí ver los detalles, además él sabía lo que quería, había "tomado notas". Pero ahora cada detalle me significaba un desembolso que no estaba contemplado. Toda su amabilidad al ofrecerme hacer la casa de mis sueños, era un engaño. Hacerla a mi gusto tendría un costo adicional por sobre el presupuesto inicial, el que me dio mucha rabia asumir. Fue desolador. Pero reconozco mi error de novata, fui ingenua, confié a ciegas en él, creí en su buena voluntad y disposición. Si lo conocieras en persona, - y sólo en persona-, es servicial, un tipo simpático, dispuesto a todo, te ofrece la luna y el cielo, todo lo soluciona y todo lo puede hacer, ¡Pídeme lo que quieras!, no dejaba de repetir. Puras mentiras. Lo que quise me costó unos cuantos millones más. 

Al comienzo, cuando era otra persona, le pregunté que pasaba si no termina en la fecha de entrega, que es fin a de noviembre. - "Pongo a todos mis muchachos a trabajar y te la entrego a tiempo, de eso no te preocupi". Que lejano a la realidad. Dos veces lo pillé, de otras muchas, no yendo a trabajar, no había nadie en el terreno, no respondía cuando lo llamaba, sólo iba un rato por las tardes. Después supe que estaba a la par en otra obra. Por eso mentía, y respondía a la defensiva. Cuando le comentaba al ver que el trabajo de una semana eran una pocas tablas más en la terraza, me decía que me fijara en el tubo de un enchufe. Cinco días para atornillar 10 tablas y un par de tubos a medio instalar. El tiempo avanzaba, y me seguía pidiendo más plata en tono de exigencia, lo que causó discusiones. 

Me quedaba sólo la cuota final, la que se entrega con la casa terminada. Le había entregado la segunda parte, que se entregaba con el techo terminado, pero no había techo. - ¿Para qué quieres más? le pregunté, y me cuenta que no había comprado nada de los materiales que faltaban. No tenía baños, ventanales, puertas, quincallería, tubos, enchufes, cerámicos, etc. Me dolió la guata, todo eso me ofrecí comprarlo yo un par de meses antes, cuando no veía avances ni nada de mi casa. No quiso, diciendo que el sabía manejar su empresa, que no tenía porqué decirle cómo hacer las cosas, que llevaba años trabajando y que su empresa era muy sólida. Al escucharlo me acordé que me había dicho que guardaba unas reservas en cada obra. 

- Me dijiste que tienes tus reservas, úsalas, porque no pienso entregarte un peso más. Ya es tiempo que vea en qué he invertido mi plata, te he pasado casi todo y no veo avances. Más encima no tienes nada de lo otro, sólo veo las tablas del subsuelo y 4 paneles parados, y ya casi es la fecha de entrega. ¿Me vas a entregar la casa a tiempo?. 
- Si, no te preocupi. Y colgamos. 

Luego de dos días, en un extenso texto me explica con una humildad jamás vista que no tenía plata porque la gastó en comprar una camioneta, la suya se le fundió, y pagó la cuenta del hospital de su señora, por la fractura en un pie. Necesitaba 4 millones para comprar lo que faltaba. No era mi problema, pero no me dejaba alternativa, accedí nuevamente. 

El día de la entrega no estaba la casa lista como se había comprometido, y ya no tenía más excusas que darme. Sólo estaban instalados unos cuantos paneles y un pedazo del techo. Lo llamé, y luego de pedirle explicaciones, aproveché de pedirle que me respondiera los whatsapp. 
- Andrés, el que no respondas mis mensajes es una forma de violencia y tengo que saber que sucede en la obra. Escuchó eso, me hizo callar y se puso a gritar histérico y sin control, dentro de las muchas incoherencias que salpicaba a grito pelado, dijo que era una tóxica, mala vibra, - ¡y ni siquiera leíste el presupuesto!(**). Era tanto su griterío de puras incoherencias que tuve que pararlo con un "¿QUE?!!!, ¿Qué me estás diciendo?!. Andrés, deja de mentir. Hoy tenías que haberme entregado la casa y no está ni el techo puesto. Hace un mes me dijiste que el techo lo instalabas en una semana". Ahí despertó de su oscuro trance y me pidió perdón. 
- "Perdón, perdón, perdón, es que nos atrasamos pero te la termino en dos semanas, a mediados de diciembre te entrego la casa. Perdona" 
    
(**) Esto lo largó en su griterío a pito de que no me mencionó por escrito que no estaban incluidos los revestimientos. Yo al leer su presupuesto, no tenía idea que era un revestimiento. Cuando vi los paneles sip, le pregunté que colocaría sobre ellos y me dio las opciones, yo tenía que elegir, pero nunca me aclaró que no estaban incluidos. Jaime le dijo cuando lo visitamos, que eso tenía que haberlo mencionado y escrito, tal como lo hizo con el techo de la terraza, pero miró sin responder.  

A las dos semanas de la nueva fecha, me dice que me la entrega antes de fin de año. A fin de año faltaba demasiado por hacer, así que no le pregunté más. Sólo quería que terminara y se fuera lo más pronto posible del lugar. Estaba agotada, y desde ese cansancio e infinita desilusión, le fui perdiendo el cariño a mi sueño, no tuve fuerzas para ver las muchas cosas que estaban mal y tampoco me importaban. Construyó una casa que no era lo que tenía planeado, ni era lo que habíamos conversado. 

En parte entiendo su histeria, verse pillado constantemente en sus mentiras y poco compromiso con la obra lo confrontó con lo que no podía esconder. Y aún quedaba más por soportar. A Jaime se le ocurre que quiere las tablas de la terraza unidas, sin espacio entre ellas. Se lo pedí, sin sospechar que esta situación sería una de las peores escenas de la obra (compite con la escena final). Un día me dice que por unirlas, me va a cobrar 100 tablas más. A simple vista esa cantidad era imposible, y se lo dije claramente. Le pedí que revisara esa cifra. Vi las que estaban en el terreno, las conté para hacerme una idea de cuantas eran 100, y se enfureció. 
- ¿Acaso contaste también las que ya están pegadas?. 

No hizo caso de la advertencia, y envió un cobro por 80 tablas, más mano de obra, tornillos y el flete por $565.000 pesos. 

Lo primero a saber, es que no las puso juntas, apenas un pichintún más unidas. Lo segundo, como el mismo me dijo, la separación estándar es de 1 cm entre tablas. Con ese dato y para no cometer un error injusto, le pido a una amiga arquitecto que me calcule cuantas tablas se necesitan al unirlas en los metros cuadrados de la terraza. Fuimos juntas a ver la casa, y le pedí que fuese muy rigurosa con el calculo que le pedía, ya era un hombre muy difícil, y esto haría explotar una bomba atómica.  

Recibí el calculo, y me dijo que como mucho, pueden ser 30 tablas más, pero siendo generosas, son muchas menos. 
- ¿Estás segura?. 
- Totalmente. Y es fácil incluso sin el cálculo en el programa. Cada tabla mide 10 cms por 3.20 metros, si cubres el espacio de 1 cm, por cada 10 tablas es una tabla más. En esta cantidad de metros, son a lo mucho, 30 más, pero exagero y pensando en que puede venir una chueca. Por otra parte, si colocas las 80 tablas unidas, tienes una terraza de 8 metros por 3.20m. Eso es mucho. 

Teniendo esa información, respiro profundo, lo llamo y le digo que el cobro de las tablas no corresponde, que el cálculo lo hizo un arquitecto, y le explico la parte técnica. Además le comento que a simple vista se ve que es imposible, ni siquiera necesitaba la ayuda de la profesional, pero quise ser rigurosa para no equivocarme. Su reacción era previsible, se puso histérico, sin permitir una conversación
- ¡Están muy equivocados, no tienen idea de cómo calcular!. Entonces trae tú las tablas al terreno, compra tú los tornillos, y hace tú el flete". 
Un clásico. Este hombre no era profesional, si me hubiese mostrado su calculo al cobrar esa cifra, me habría hecho callar. Pero estaba mintiendo.   

Y es aquí donde recibo el mejor y peor consejo de mi vida. Le comenté la reacción que tuvo a mi amiga y me dice que con este tipo de personas es imposible conversar, es mejor pagarles y sacárselos de encima. Si no me hubiese dicho eso, yo habría insistido en no pagar las tablas, pero una vez más, me tragué la impotencia, guardé silencio, y le pagué las malditas tablas.  

Un día de diciembre, el maestro que instalaba mi portón me comenta que estaban sacando la cabina donde guardaban todas las herramientas. Le escribo a Andrés preguntando que estaba pasando, y me responde con prepotencia:
- Tus vecinos te cahuinearon mal, ¿Qué mas te dijeron?. 
- Voy en camino, respondí. 
Al llegar me recibe con una sonrisa amplia, como si nada hubiese pasado. No nos habíamos visto desde la firma del contrato, y ya estaba la relación totalmente malograda. Conversamos asuntos de la casa, yo seria, ya no estaba para caretas luego de el trato grosero de todo esos meses.  Antes de irme le comento de nuevo lo de las luces, que las quería en los bordes de las paredes. 
- ¡Si, pídeme lo que quieras!, me dice sonriendo. 
Lo quedé mirando un par de segundos, para dilucidar si era en serio o sarcasmo. Con Jaime nos dimos vuelta y nos fuimos. Camino al trabajo, que habíamos dejado encargado, me comenta: 
- Este wn es el tipo más cínico que he conocido. 

Obvio que no instaló las luces donde le pedí, puso los cables al centro de las habitaciones y muy pocos enchufes. Tuve que recordarle que desde el día uno le dije el lugar donde las quería, haciéndole ver la locura de la situación, porque si no las instalaba como le pedí, tenía que buscar a un electricista para que hiciera el trabajo que su papá electricista estaba haciendo en ese momento. Era descabellado y desquiciante a niveles máximos. Fue un forcejeo desgastante, como todo lo demás. Al final, los cables del baño los coloco en su lugar, y en las piezas puso unos injertos con tubos plásticos por sobre el panel sip. 

Aparte, en las terminaciones que hizo en las ventanas y puertas, colocó unas molduras mas pequeñas que la medida a cubrir, dejando un hoyo inmenso al centro por donde se puede ver el panel sip. El lavaplatos de acero que le envié en imágenes, del cual me dijo ok, instaló uno de latón, el modelo más barato y ordinario que encontró. Y atravesado en el techo por todo el living-comedor, instalo una viga hecha de panel sip, sujeta al medio de la sala por un pilote que le sobró del suelo para que no se cayera. Era horrenda, le pregunté si era necesaria, y me dijo que el la dejaría. 

Mirando para atrás, me doy cuenta que ya no tenía fuerzas para mas peleas, el estrés se me infiltró desde antes de colocar un palo en pie, no soportaba su histeria como medio de coerción, ni sus mentiras al responder, y fue agotador estar defendiendo el presupuesto por sobre cualquier conversación del proyecto. Hastiada de él fui asumiendo todas esas aberraciones al diseño sin oponer resistencia. Estaba totalmente liquidada por su silencio premeditado, sus gritos, mentiras e insultos, sólo dejaba pasar su eterno desahogo, haciendo vista gorda a su estupidez. Es imposible conversar con gente así. Por eso la ansiedad porque terminara pronto fueron más poderosos que el proyecto. Ya no pensaba con claridad. Al final nunca me preguntó ni un detalle como habíamos acordado y tanto le pedí. Y esa casa pasó a ser solo un gran peso en mi vida.

Dos meses mas tarde de la fecha de entrega, presenciamos su ultimo número, con el que decidí nunca más hablarle en mi vida y poner todo en manos de un abogado. 

El 28 de enero fuimos a recibir la casa. El hombre temblaba como papel, sus manos eran de alguien sin control sobre su cuerpo. Estaba tan nervioso, que era incómodo verlo y daba lástima. Antes de terminar de ver los pendientes, me dijo que después arreglaba todo lo que encontráramos que no estaba bien. 
- ¿Cuánto tiempo tiene de garantía la casa?. 
- "Para siempre"
Sólo levanté una ceja sin que me viera. Hicimos el recorrido rápido, ya no me interesaba la casa. Al irse nos dice: 
- "Ah, voy a dejar unos materiales de construcción en el terreno, en marzo los retiro".  
Y se fue. 

Con Jaime comenzamos a limpiar, y buscando un lugar donde dejar unas tablas que usaría en el refugio de mis gatos, se nos ocurre ir a ver los materiales de construcción. Estaban cubiertos con un plástico negro. Al levantar el plástico vimos que era pura basura, sólo habían retazos de panel sip y escombros de la construcción. Tengo las fotos. Al verlos Jaime me dice, dile que venga a retirarlos. Le escribo y responde: 
- A mi me sirven, yo los voy a usar. Voy en marzo.
Pero Jaime me dijo que no, y comenzó el forcejeo. Como solución, Jaime propone que nos quedáramos con una garantía. De lo que le debía dejaríamos unos cien mil pesos, y para cuando los retire en marzo, se los pagaba. Su respuesta fue el clásico chute al corner. Me escribe, copio textual: 

- "Entonces te cobro los extras de electricidad. Todos los trabajos que han hecho están malos, la reja mala, el gatero malo, y me lesean por un poco de materiales y escombros que podré retirar a fin de mes!!!!!! Es el colmo del leseo, ya po Marcela no lo encuentras raro o no tienen plata para pagar el total!. Me he sacrificado en esa casa lo que no te imaginas y nunca más lo haré, me equivoqué!!!!.   

Andrés, estoy resolviendo el tema de tus "materiales", ¿Qué tiene que ver lo demás?. Te estoy llamando porque no quiero pelear. Y no estamos leseando, estamos limpiando el terreno hasta esta hora (10 de la noche). Ibamos a dejar tablas cerca de tus "materiales", pero son escombros. No es para que respondas así.

Lo llamé, pero esa noche no había señal en la zona, no pude hablar con él. El rey del drama siempre esquivaba lo que había que resolver. Ya antes había utilizado el argumento del "sacrificio" que era construir la casa, dando a entender que nos hacia un favor. Olvidaba que le pagué 40 millones de pesos por una casa a medio terminar, porque con sus "extras" inventados, ese fue el pago final $40.006.216.  

Al otro día le transfiero parte del pago, el banco no me permitía el total, se lo comunico y me dice, - ok Marcela. Muchas gracias. Pero no quería quedarme con tantos tragos amargos en el cuerpo, su neurosis no podía pasar tan desapercibida por el, así que le escribo:
 
Queda pendiente de mi parte, el pago final. 
Y por hacer: Dos ventanales no cierran, faltan pedazos de tablas por los bordes de las ventanas y puertas, el plano de construcción y el retiro de escombros. 
Y estas palabras son las últimas que te escribo. Es corto. 

Sobre ayer, tu reacción cuando no fluyen las cosas a tu favor es lo que más me costó del trato contigo. Te alteraron cosas pequeñas, como explicarme de qué se trata la conexión del agua, su cobro aparte, las preguntas de como iba la casa, y el cobro de las tablas que nunca fueron. ¿Qué lograste con eso?, que desconfiara y que aceptara todas tus condiciones, por mas que no me pareciera. Cedi y me quede callada muchas veces para no despertar esa rabia que esta vez salpicó para todos lados.

Date cuenta que esa no es forma de reaccionar con tus clientes, tuviste errores en el proceso, y esa ira que bloqueaba el dialogo fue lejos lo mas difícil de asimilar, porque marcaba la pauta y el tono del trato. Pero asumimos tus tiempos, tus condiciones y cobros, sin embargo esta vez ni siquiera evaluaste la solución que te dimos. Y esa no es forma Andrés. 

En fin, te agradecemos el trabajo hecho. 

Su respuesta: 
- Ok. 
- Sabes que, te enviaré una factura a tu nombre y dirección con el presupuesto que aún no terminas de pagar mas el 19% de IVA.

Lo leí y no respondí, ya conocía las bajezas de este hombre. Además, ¿Qué se responde ante una amenaza?. ¿Otra amenaza?. Por suerte, esta vez el destino estaba de mi parte. Ese cobro del IVA estaba acordado en cero pesos dentro del documento que él mismo redactó con todo a su favor. Y aquí paro de nuevo, porque este fue uno de mis más grandes errores al contratar sus servicios. No tenía escrita una indemnización en caso de no terminar a tiempo o por no cumplir con sus servicios. Además acepté que dejara todos los espacios de las cifras en blanco. Me dijo que era un contrato estándar, que así lo firmaban todos sus clientes. Le creí. Fui tonta, confié tanto en él que no le exigí nada. Nunca imaginé al ver la casa que entregó a mis vecinos lo que sucedería, ni que escogería lo más barato, feo y de mala calidad.   

Lo de los escombros terminó en abril del 2022. Pasó marzo, mes en que iría por sus basuras, pero no supimos de él. Para mi ya había sido suficiente, así que le encargué el tema a Jaime. Lo llamó un par de veces y no respondió. Me comenta y le digo:  
- Pasa a verlo a su departamento, te queda a la pasada y en persona no es violento.
 
Pasó al salir del trabajo y no había llegado, al preguntar por él, el conserje le da el número del departamento. Para no olvidarlo lo anota en su celular y sin darse cuenta, se lo manda a él. De inmediato este lo llama y conversan, llegan a un acuerdo del retiro de escombros y cortan. Pasa un minuto y lo llama de nuevo gritándole incoherencias. Jaime no pudo hablar, sólo escuchaba y retuvo el final. 
-  "... te pasaste, chao, chao, chao". 
Yo estaba en la cocina cuando llega, y me mira diciendo: 
- "Ese wn está bien loco, que manera de complicar las cosas, ibamos bien, pero ...", y me cuenta lo sucedido. Nos reímos, sus cambios de humor eran por la falta de alucinógeno en el cuerpo. En la obra sobre la mesa de trabajo, había una especie de vaso metálico con tapa que muele marihuana. Ese día no lo pillamos drogado.  

Pero no cedimos a su locura. Jaime siguió exigiendo el retiro de los escombros estipulado en el contrato. En cambio la respuesta de Andrés era exigir el pago de la factura con IVA. Así que sin entrar en detalle, Jaime le responde: 
- Ok. ¿Cuándo vas?. 
- Voy a ir el lunes, pero me van a tener que pagar la factura. 
- Ok. Nos vemos. 

Fue en dos camionetas y cargaron los escombros. Al terminar, se sube a la camioneta y por la ventana con el vehículo andando, le dice a Jaime: 
- Mi contador me dijo que les cobrara el IVA porque tengo que cubrir unos materiales, así que tenemos que conversar eso. Jaime le respondió con calma: 
- Noo, no quiero conversar contigo. No se puede. 
- ¡¡¡Yo tampoco!!! ¡¡¡gracias a dios no los voy a ver nunca mas!!!. ¡Y les voy a mandar la factura!. 
- Envíala, te vas a entender con mi abogado. 

No la mandó.

Y si, toda esta historia en detalle está en manos de un abogado, y por el nivel de violencia le entregué los datos de este hombre a oficiales de la PDI, primos hermanos míos. No sólo lo podemos demandar por daño moral, emocional, económico e incumplimiento de contrato. Además el abogado nos comentó que la responsabilidad del IVA es de él, como quedó bien estipulado en el documento notarial, nosotros estamos libres de ese pago, pero el no. En ese caso el Estado puede entenderlo como fraude, y el fisco no perdona. 

Para terminar con el tema de la casa, te cuento que este fiasco de hombre criticó el trabajo de los demás, sin hacer el suyo. Un día le dije que el techo no me daba tranquilidad, y me respondió con su arrogancia habitual sin dejar espacio a comentarios: "El techo es de una calidad superior, es incomparable a todos los de tus vecinos". Tanto así fue, que en la primera lluvia se anegó totalmente la casa, caían cascadas de agua por entremedio de los paneles sip. Lo sellamos 6 veces con distintos materiales e hicimos más conductos y salidas de agua. No hubo caso, tuvimos que hacerlo de nuevo. La garantía eterna que prometió era por el efecto de la marihuana, en la realidad, tenemos una garantía legal de 10 años que no quisimos usar, porque esta casa fue construida bajo capas y capas de odio, mentiras y mala voluntad, por un tipo intratable y sobrepasado por si mismo, que no conoce de ética ni moral. 

 Que grandes lecciones aprendí, amiga mía.

Supe de los posibles problemas antes que sucedieran. El rechazo que sentí al conocerlo me advirtió de su carácter, pero no me hice caso. Fui impulsiva, ciega, sorda e ilusa. Este bofetón vino a enseñarme que cuando huela a personas retorcidas, no debo permitir que formen parte de mi vida ni por un segundo. Porque no sólo se trató de la casa, fui yo enfrentada a un tipo grosero, trastornado, con una personalidad que desafiaba la sensatez de cualquiera. Pero a pesar de las discusiones, nunca le falté el respeto, en parte porque podía ver su miseria en cada gesto y palabra, y porque quería que terminara el trabajo. Recuerdo cuando Jaime le comenta que la base plástica del tubo que afirma la cortina de la ducha estaba quebrada, le respondió que fue mi culpa por cambiar de ubicación la ventana, o la vez que le pedí que no cortara una tabla que sobresalía de la terraza, la que escribí con un plumón negro por todos sus lados con una leyenda que decía "No Cortar", y la cortó. Le pregunté porque lo hizo, me miró con los ojos bien abiertos y dijo: "No me di cuenta". O al final, cuando dijo que todo lo malo que sucedió era mi culpa por no haber ido a la obra. De esas respuestas tengo un montón, ese era el nivel de este tipo.  Lo peor, le pagué por ampliar los ventanales y colocar las tablas juntas, pero no hizo ni una de las dos cosas. 

Hoy todo está en manos de un abogado, sus audios, diálogos escritos, y la secuencia temporal en imágenes y fotografías con las fechas en orden, más en contrato notarial con su firma para demandarlo si fuese necesario. El abogado nos comentó que un juicio demora aprox 6 meses y teníamos todo a favor, pero miré a Jaime y le dije que "no", ya nos estafó, robó, mintió, insultó y nos paseó por su mundo bipolar y neurótico que emanaba una pestilencia insoportable. El ganó, alejarlo es lo más cuerdo. Me han recomendado que publique todo en páginas de denuncias, pero tampoco quiero seguir revolcándome en la inmundicia de este miserable, ni quiero asociar mi nombre a sus datos. Su apellido irlandés no está escrito en este texto, puse uno falso. Prefiero soltarlo, la vida se encargará de devolverle lo que sembró. Ni lo dudo.

Al terminar con todo, dos meses me demoré en soltar la amargura y volver a ser yo. Lloraba todos los días, descargando el haber vivido todo el tiempo estresada al tratar con un hombre violento, manipulador, mentiroso y cínico, desilusionada por no ver ni la sombra de la casa que quería, y por perder plata con engaños e histeria. 

Sólo desde la calma que me entrego el estar mucho a solas y en silencio, el llanto paró, la furia se desvaneció, el dolor de cabeza se disipó, y pude respirar paz. Y desde esa paz pude ver que esta situación se me presentó para aprender de mi en situaciones extremas, y desde ese entendimiento no destruir mi vida ni la de quienes me rodean con la fetidez de una situación que ya pasó. Al final, los obstáculos en el camino, se transformaron en el camino que debía transitar. 

Y lo más importante, todo esto sucedió para confiar en mi intuición y respetar los límites que nadie puede traspasar. Ese "ya, ya, ya" era el mío. 

Te dejo una cita de Einstein, que me resonó con el maestro: 

"Cuando te mueres, no sabes que estas muerto,
no sufres por ello, pero es duro para el resto.
Lo mismo pasa cuando eres un imbécil".
Albert Einstein. 

PD: Love you.