Entre los pueblos del Norte de Europa el numero 13 era de buena suerte, era el número de la Diosa Luna. El "mes lunar" siempre fue utilizado por los seres humanos ancestrales porque se conectaba a la naturaleza, especialmente a las mujeres.
Muchos cultos, especialmente en oriente, lo consideran la cifra perfecta para alcanzar la transcendencia. Ya los antiguos egipcios pensaban que el 13 era el número de la nueva existencia porque la decimotercera fase del ciclo de la vida era la muerte. Por tanto el 13 es el número del viaje hacia el Más Allá, hacia el mundo de los dioses que navegan el firmamento con sus naves.
En la Numerología, basada en los estudios del griego Pitágoras, el 13 es la cifra del crecimiento y de la evolución. Algo similar sucede en La Cábala, donde el 13 es la clave maestra que abrirá las puertas del conocimiento al buscador de lo místico, siempre que la utilice de forma adecuada y sin ánimo de lucro. En la magia, el 13 representa el velo de los maestros, un símbolo que el iniciado sólo podrá descorrer cuando alcance la perfecta iluminación, una vez que haya purificado su cuerpo, su mente y su espíritu.
La relevancia del 13 aparece en algunos rituales originarios del antiguo Egipto. Trece eran los pasos a realizar en el templo de la iniciación. Seis hacia delante, que eran los que representaban la seguridad, la determinación, la voluntad, el deseo, los objetivos y el valor. Otros seis hacia atrás, para escenificar que cada uno de los pasos adelante se estaba meditando, y, finalmente, un último paso, el número 13, para cruzar la puerta simbólica que conduce hacia la nueva existencia, la nueva vida.