La respiración consciente es una poderosa herramienta
que todos aún podemos utilizar gratuitamente.
Primero, porque el aire sigue siendo gratis.
Segundo porque nuestra vida depende por completo del acto de respirar.
Respirar es igual a vivir.
No respirar es igual a morir.
Respirar superficialmente es igual a vivir superficialmente.
Respirar conscientemente es igual a vivir conscientemente.
Cuando nacemos hacemos una larga y profunda inspiración.
Cuando morimos hacemos una superficial y débil espiración.
Desde nuestra primera inspiración hasta nuestra última espiración, nos encontramos dentro de una larga sucesión de continuas respiraciones. De la respiración y de los latidos de corazón dependen el resto de las funciones vitales de nuestro cuerpo, he aquí su importancia. Pero a diferencia de lo que ocurre con nuestros latidos cardiacos, a nuestra respiración sí la podemos controlar conscientemente, manejarla y experimentar sus beneficios. Así podemos ir ganando energía extra y revitalizarnos por completo, fortaleciendo nuestra inmunidad contra enfermedades.l
Los seres humanos en su estado natural no necesitan instrucciones sobre cómo respirar adecuadamente ya que de la misma manera que los niños, respiran natural y correctamente. Pero como adultos domesticados vamos adquiriendo hábitos de nuestra civilización moderna, repitiendo las costumbres perjudiciales sobre cómo caminar, pararnos, sentarnos, comer y respirar.
Respirando inconscientemente no le estamos dando importancia a este magnifico recurso, y el resultado es una respiración superficial que apenas nos alcanza para sobrevivir. Y sin energía suficiente nos transformamos en presa fácil para los oportunistas.
Una respiración consciente es igual a un mayor suministro de fuerza vital. Pero ¿Qué es la respiración en si?
La respiración es un proceso doble, donde inspiramos aire oxigenado y exhalamos el dióxido de carbono. El aire inspirado va hacia los pulmones y allí el oxigeno pasa a la sangre a través de las finas paredes alveolares llegando a nuestra circulación general. La sangre, mediante los glóbulos rojos, transporta el oxigeno primero hasta el corazón y de ahí pasa por las grandes arterias hasta llegar a los capilares donde entra a cada célula para que así respire todo nuestro organismo. De esta forma, el oxigeno que se consume se renueva, y el dióxido de carbono producto de la respiración de nuestras células se limpia.
Ahora podemos entender por qué las consecuencias de una respiración deficiente y superficial son siempre las mismas:
- Cansancio.
- Poca resistencia contra enfermedades.
- Nerviosismo.
- Pensamientos superficiales e irregulares.
- Incapacidad para concentrarnos profundamente.
- Debilitamiento progresivo.
Con una inspiración profunda oxigenamos mejor todo nuestro cuerpo, incluido es cerebro que se beneficia particularmente con dosis adecuadas de oxigeno. La exhalación tiene la misma importancia. ya que las células saturadas de dióxido de carbono lo descargan a la sangre como producto de desecho, que vuelve a los pulmones por la sangre venosa y así es eliminado con la exhalación. Y una vez más el ciclo comienza nuevamente.
Podríamos resumir esto diciendo que con cada inspiración nos oxigenamos energizándonos. Y con cada exhalación nos limpiamos de desechos, ganando salud, energía, fuerza y vitalidad.
¿Cómo podemos convertir una respiración breve, entrecortada y superficial en una respiración consciente?
Lo primero que tenemos que saber es que sin relajar la pared abdominal no es posible una respiración profunda y completa, lo demás es práctica. A continuación, se ofrece un ejercicio básico para controlar la respiración conscientemente:
1. Nos acomodamos en tiempo y espacio, relajándonos y conectándonos con lo que estamos haciendo.
2. Nos recostamos, sentamos o acostamos, siempre con el cuerpo alineado.
3. Ahora vamos a llenar de energía nuestro cuerpo, por lo que antes debemos vaciarnos expulsando todo el aire lentamente por la nariz.
4. Colocamos nuestras manos sobre la zona del ombligo para sentir los movimientos que realizaremos.
5. Comenzamos a inspirar lenta y profundamente sin mover el tórax ni los hombros, solo dejando que nuestro abdomen se “infle” (se distienda).
6. Sentimos como nos llenamos de aire con energía vital y como nos vaciamos por completo limpiándonos de los residuos, observando como nuestras manos apoyadas en el abdomen se mueven con cada respiración. Así, vamos profundizando la respiración hasta llegar a un ritmo respiratorio que nos resulte confortable.
7. Realizamos varias respiraciones abdominales profundas y completas hasta ir incorporando nuestro nuevo ritmo respiratorio.
Que este simple ejercicio se convierta en un acto cada vez más fluido y natural, es solo cuestión de práctica. Si logramos esto, conseguimos manejar la herramienta más poderosa de control personal que tenemos a nuestro alcance. Esto puede salvarnos garantizándonos salud y paz en momentos complicados, por ejemplo en un ataque de pánico o una crisis de ansiedad.
Respirar conscientemente es oxigeno para nuestro físico, tranquilidad para nuestra mente, un tiempo para nuestro espíritu, un descanso para nuestras emociones.
Tan importante como la forma en que estamos respirando es la calidad del aire que respiramos, pero aquí dependiendo de donde elegimos o nos toca vivir, no será tan fácil de manejar.