sábado, 4 de diciembre de 2010
"Psicomagia v/s Psicoanálisis y una Sanación".
Alejandro Jodorowsky: Hay una diferencia esencial entre el Arte de Sanar y el psicoanálisis. El terapeuta psicoanalítico parte de la base que su “paciente” tiene o una enfermedad, o una desviación psicológica, o padece los efectos de un trauma sexual. Su labor consiste en “limpiar” al paciente para que se adapte a la sociedad “normal”. La Psicomagia no habla de pacientes sino de “consultantes”. El psicomago les dará los útiles necesarios para que solucionen su angustia. No los “limpiará” de males, sino que les indicará la luminosa solución que portan en su inconsciente. No tratará que se adapten a una sociedad en plena decadencia, sino que los impulsará a desarrollar sus valores para que puedan comenzar a cambiar positivamente el mundo en que viven.
Daniel escribe:
Me encuentro en una situación fuerte de mi vida, estoy asustado, un poco triste y pensativo. Cada vez me conozco más y cada vez me cuesta más trabajo pensar en todo lo que nos rodea. No hay un fin del todo. Necesito su ayuda. Estoy enamorado de una joven que vive en Escandinavia y yo soy de México. La he visitado y nos amamos profundamente. Queremos tener una vida juntos, más sin embargo somos aún jóvenes. Después de estar un mes en Escandinavia siento que extraño demasiado a mi familia, no logro adaptarme al modo de vida aquí y siento que necesito ver a mis padres, sin embargo al partir a México mi país natal, comienzo a sentir mucha tristeza al saber que voy a extrañar a mi mujer. Mi mujer es aún joven y no tiene dinero para acompañarme además temo que ella también se sienta incómoda al estar tan lejos. Ella es más sensible que yo y a veces la tristeza se posa encima de nosotros. Espero que pueda contestar a mi pregunta por que tengo mucha fé en sus palabras. Gracias.
Alejandro Jodorowsky le contesta:
Querido Daniel, te presentas como una persona sana, positiva, cuyo único obstáculo es ser jóven, sin darte cuente de los sólidos límites mentales dentro de los cuales vives prisionero. Cuando en la vida un ser mentalmente libre se encuentra en una situación fuerte, no se asusta ni se entristece ni se encierra en sus pensamientos sino que, lleno de vigor, lucha contra el obstáculo y no ceja hasta vencerlo. Los samurais tenían como lema “Vencer o morir”… Dices: “Cada vez me conozco más y cada vez me cuesta más trabajo pensar en todo lo que nos rodea. No hay un fin del todo.” Un ser mentalmente libre, mientras más se conoce, más adquiere fuerza para vencer todas las contrariedades porque sabe, siente, está convencido que porta en el centro de su inconsciente una conciencia superior , poderosa, a la que llama Dios Interior. A la luz de esta valiosa energía interior comprende todo lo que lo rodea, se da cuenta que cada ser viviente es una máscara de ese impensable que llamamos Dios, y que la vida, si sabe entregarse a su mágica danza, es fuente de felicidad. No habla de “problemas” (son infinitos e incontrolables), habla de “dificultades” (siempre solucionables). Crees conocerte, Daniel, pero en realidad sólo conoces a tu niño interior. Si te enamoras y haces el amor, eres ya un adulto. Tú te comportas como un pequeñuelo…
El adulto quiere a sus padres y les agradece lo que le han dado, pero no se queda atado a ellos. Hay un momento en que el héroe mítico deja el reino y sale al mundo en busca de aventuras con el objeto de encontrar el tesoro sagrado o Grial. Tú sales al mundo, encuentras la vagina sagrada, y en lugar de establecer con ella tu propia familia, te quejas “siento que extraño demasiado a mi familia, no logro adaptarme al modo de vida aquí y siento que necesito ver a mis padres.” El ser que quiere realizar su vida y ser lo que es y no lo que su familia, la sociedad y la cultura quieren que sea, debe en un íntimo secreto liberarse de sus amarras mentales e identificaciones a muchas cosas, que en lugar de otorgarle la libertad creativa, lo esclavizan al pasado.
Lo primero que el héroe debe vencer es su identificación al nombre y apellidos, vocablos que lo atan a una imagen de sí mismo que pertenece al pasado: debe, en la mayor soledad, imaginar su nombre secreto, aquel que en toda ocasión difícil le dará el poder de solucionarla: cada vez que oyes la palabra Daniel te conviertes en niño. Pablo Neruda fue un gran poeta cuando dejó de llamarse Neftalí Reyes. Y Lucila Godoy dió nacimiento a Gabriela Mistral… Enseguida, siempre en forma íntima, debes liberarte de tu raza y de tu nacionalidad y convertirte en lo que eres, un ser humano habitante del planeta Tierra: todas las nacionalidades, todas las razas, todos los países, todos los lenguajes, son tuyos… El héroe no se identifica por una edad: supera al tiempo y su espíritu nunca envejece. Ser joven o viejo no son ni cualidades ni defectos: los Beatles, muy jóvenes, se hicieron millonarios. Grandes artistas, muy “viejos” crearon obras maestras. El genial pintor japonés Hokusai declaró: “Antes de los 70 años no pinté nada admirable. A los 100 años lograré mi perfección.” Si estuvieras liberado de las anteriores amarras, no te considerarías pobre, ya no estarías viviendo del dinero de tus padres y te dedicarías a ganarte bien la vida…
Tú mujer debe hacer lo mismo. Dices: “Mi mujer es aún joven y no tiene dinero para acompañarme”… Un héroe se lleva a su amada, aunque esta no tenga ni un céntimo… Te disculpas a ti mismo diciendo ”además temo que ella también se sienta incómoda al estar tan lejos” ¿Lejos de dónde? Cuando te has encontrado, dondequiera que estés, estás en ti, lejos de nada. Si dices “estoy lejos” estás lejos de ti mismo… En fin, tú me pides ayuda esperando que te diga que tu problema no tiene solución, porque eso es lo que tu ego infantil desea: quedarse para siempre incrustado en el hogar de sus padres, protegido por mamá y papá, chupándose el dedo pulgar. Sin embargo te aconsejo esto:
Tú y tu mujer compren un mapa plano. Con una regla dibujen una línea entre el país escandinavo y México. Midan esa raya y divídanla en dos mitades. Busque luego en el mapa una ciudad que esté a igual distancia de los dos países e instálense ahí, quizás ayudados económicamente un tiempo por las dos familias. Procreen un hijo o una hija. Vayan meditando y haciéndose adultos. Descubran sus capacidades creativas. Aprendan a ganarse la vida, y de vez en cuando vayan a visitar a sus familias, plenamente convencidos de que ustedes dos, más su propios hijos, son la familia más importante.
La felicidad se encuentra cuando la descubres anidada en tu propio corazón.
Alejandro Jodorowsky.
Marcela Paz.
Chile.