miércoles, 31 de agosto de 2011
Quistes Y Pólipos: Creados Para Sanar
Sabemos que el quiste es una formación redondeada que contiene una sustancia líquida que no se comunica con el exterior, ni tiene conexiones vasculares. Como hemos dicho en otra ocasión, el lugar donde se encuentra el quiste nos proporcionará una información más detallada y específica de ese bloqueo.
El quiste representa un pesar que vamos acumulando, un dolor o un agravio del pasado, que de vez en cuando, nos viene a la mente y lo alimentamos constantemente. Son muy frecuentes los quistes, pólipos y tumores en el aparato reproductor femenino. Desde la perspectiva psicogenealógica, entendemos que cada uno de ellos está asociado a dos causas fundamentales:
-A un embarazo que se prohíbe llevar a término por alguna razón de la historia personal o familiar de la mujer que lo padece. Hay que tratar cada tumor como un feto que se aborta y que por lo tanto necesita su proceso de duelo.
-A una barrera protectora para que no se produzca un nuevo abuso o violación de lo íntimo.
Los pólipos, como crecimientos exagerados de tejidos, son como esculturas carnosas que representan lo que está prohibido que salga o que entre en nuestro cuerpo.
Podemos diferenciar:
-Pólipo en el cuello uterino, actúa como un guardián o policía en el umbral de la cavidad más íntima de la mujer y provoca hemorragias durante el coito.
-Pólipo en el útero, responde a un deseo insatisfecho de tener hijos.
-Pólipo intestinal, nos obliga a preguntarnos sobre todo lo que vamos reprimiendo y no podemos digerir.
-Pólipo en las cuerdas bucales, como secretos que se enconan sin poder ser dichos.
-Pólipo de colon: nos hace plantearnos que retengo, que no quiero dar, cual es mi sentido de la posesión y de no generosidad.
-Pólipos nasales: Ante ellos deberíamos preguntarnos que hay en el ambiente de lo que nos queremos aislar.
-Pólipos auriculares: Cuando oímos repetidamente algo de lo que no nos llegamos a enterar.
Toda enfermedad es metáfora física de una prohibición en el inconsciente. La solución no es cortar el tumor, el quiste, el pólipo… porque aparecerá en algún otro lugar tarde o temprano, sino atender su mensaje, sanar su raíz y así se deshará para siempre.
Plano Creativo.
"Tumor"
Preguntas a Alejandro Jodorowsky en Twitter:
cornflakegirl: ¿Qué acto de psicomagia recomienda para deshacerse de enfermedades crónicas, de un tumor? ¿es posible?
-Pinta de negro una bola de acero grande como un puño. (Símbolo del tumor) Llévala en tu saco durante siete días. Luego regálasela a tu madre.
@ZucelyDiaz: ¿Hay diferencia psicológica para la madre entre parir naturalmente o con una cesárea?
-El parto natural es una colaboración entre madre e hijo: les da energía vital. La cesárea es como la extracción de un tumor a una enferma.
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Acto Psicomagico Para Curar Un Tumor En El Oído.
A un hombre le operaron de un tumor en un oído. Al poco le apareció otro en el otro oído, y decidió que no quería pasar por otra operación igual. Me consultó. Interrogándole, comprendí que esos tumores simbolizaban los gritos, peleas y discusiones que oyó de sus padres.
Hice una bolita de cera y se la hundí en el oído. Empecé a susurrarle dulcemente al oído que sus padres le amaban mucho, y fui a la vez extrayéndole la bolita, fingiendo ser muy costoso. La extraje. Sanó.
La psicomagia usa para la terapia métodos que usaron ya los chamanes, curanderos populares y magos desde remotos tiempos de la historia. El filósofo Plotino sanó a un tipo que estaba a punto de morir por creer que tenía una culebra dentro de las tripas. Le administró un vomitivo. Cuando el hombre vomitó, le echó subrepticiamente una culebra entre el vómito. El tipo creyó por fin haberse librado de su culebra, y se curó.
Nuestra razón, hoy, sabe ya que existe el inconsciente y que tiene un lenguaje propio. Ya no necesitamos parafernalias supersticiosas. La magia usó un lenguaje que el inconsciente entiende, que el cuerpo entiende, y la psicomagia lo utiliza.
Alejandro Jodorowsky
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Un “Tumor” Salvador
Una manada de lobos está cazando en el monte; aunque la comida escasea, de repente uno de los lobos encuentra la pata de un conejo salvaje muerto desde hace varios días: para que no se la arrebaten los otros lobos se la traga a toda prisa, pero como esta es demasiado gruesa se le queda en el estómago.
El lobo se halla en peligro de muerte, ya que mientras la pata sigue en el estómago pierde todo apetito. Se trata de una situación de emergencia que no sabe cómo resolver. Inmediatamente se pone en acción el cerebro y le ordena al cuerpo que lleve a cabo una proliferación celular en el estómago, justo allí donde se encuentra el hueso de la pata: ¡Se trata de un tumor!.
Pero todo tiene un sentido y lo que se diría una enfermedad inexorable se revela en cambio como la solución perfecta del cerebro para la supervivencia del lobo. Se ha demostrado que las células tumorales del estómago segregan una cantidad de ácido clorhídrico que tiene un poder digestivo de tres a diez veces superior al de las células normales. Así el hueso puede ser digerido más rápidamente y el lobo podrá sobrevivir.
Una vez cesadas las alarmas, desaparecido el peligro, el cerebro da la orden al cuerpo de eliminar el tumor…, y el lobo podrá reunirse con la manada y volver a cazar.
La medicina patas arriba, Giorgio Mambretti y Jean Séraphin
Plano Creativo.
“Toda Adicción Busca Aliviar Un Dolor Psíquico Oculto”
¿Dónde traza la raya entre afición y adicción?
Si una conducta compromete el resto de tus actividades, es adictiva: es adicto quien, por obtener una recompensa a corto plazo, hipoteca su vida a largo plazo.
¿Cómo hago para no pasar esa raya?
Procura que tus placeres sean múltiples y combina los que te recompensan a corto plazo con los que lo hacen a largo plazo.
¿Qué hace de alguien un adicto?
Se combinan factores genéticos, temperamentales, biográficos, ambientales… El adicto encuentra alivio en su adicción.
¿Alivio a qué?
A una baja autoestima, ansiedad, angustia, vergüenza… La conducta compulsiva es la punta del iceberg: debajo hay oculto un trauma, una fragilidad. La adicción opera como analgésico de ese dolor psíquico oculto.
¿Cuántos tipos de adicciones hay?
Al alcohol, al tabaco, a la cocaína, …
¿Qué otras adicciones trata usted?
Adicción al sexo, a la comida, a las compras, a la televisión, al bingo, a las tragaperras, a los videojuegos, a las redes sociales, al porno por internet, al juego por internet…
¿Una nueva versión de la ludopatía?
Sí. La ludopatía es la más cara de las adicciones. He tratado a personas que se han arruinado en una partida de póquer: ¡200 millones en una noche! Son todo conductas analgésicas para aliviar un dolor psíquico.
El adicto apela a su libertad personal.
¡Que es justamente lo que pierde! Se trata de que tu voluntad domine tu conducta, no de que una conducta domine tu voluntad.
Manuel Mas-Bagà, psiquiatra especialista en adicciones.
Extracto de una entrevista en La Vanguardia
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Le preguntan a Alejandro Jodorowsky en Twitter:
-Me diagnosticaron arritmia cardiaca y tengo que alejarme de las drogas y el alcohol pero es un poco difícil, ¿qué puedo hacer?
Él contesta:
- La solución también es un poco difícil: si quieres seguir drogándote y bebiendo hazte inmortal.
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Conversando Con La Adicción
-Soy adicto al trabajo
Adicción: Es posible que estés buscando el reconocimiento que nunca tuviste en tu familia …o tal vez sólo estés huyendo de los problemas al esconderte en el trabajo.
-Deseo el éxito con avidez enfermiza.
Adicción: Es muy posible que te falte autovaloración, por eso persigues el “amor de todos” y quieres ponerte de acuerdo con todos.
-Soy un ludópata.
Adicción: ¿Quieres ganarlo todo, para tenerlo todo? Pregúntate qué te faltó…
-Soy coleccionista de casi cualquier cosa
Adicción: Cuando completas una colección hace que te sientas completo interiormente…Pero esto no tiene fin, porque las colecciones se suceden y tú nunca te llenas del todo
-Necesito batir récords continuamente, superarme, ser el más rápido, el mejor.
Adicción: ¿Estás intentando ser el número uno a pesar de ser el pequeño de tu hermandad? ¿No es en el fondo un deseo puramente infantil?.
lunes, 29 de agosto de 2011
"Magnesio… Para males incurables"
Aunque la presencia del magnesio en el organismo sea mucho menos importante que el calcio y el fósforo (apenas 30 gramos en un adulto medio), sus funciones son tan o más primordiales. El magnesio resulta clave para la correcta transmisión de los impulsos nerviosos, el trabajo de los músculos (en especial el músculo cardíaco), la permeabilidad celular, la producción de más de 300 enzimas, la replicación del ADN y la neutralización de la excitación celular que provocan las hormonas del estrés. Del magnesio depende el metabolismo de los macronutrientes (grasas, azúcares y proteínas), y el buen funcionamiento de las células hepáticas.
El 60% del magnesio corporal se halla en los huesos, desde donde puede liberarse en caso de necesidad. Cuando nos vemos sujetos a situaciones estresantes, el organismo acude a sus reservas de magnesio (depositadas en la estructura ósea), transportándolas al flujo sanguíneo. Luego de cumplir su función, calmando la excitación celular, el mineral es excretado del cuerpo. Sin dudas este drenaje se ve magnificado por la prolongada y cotidiana exposición al estrés.
En condiciones normales podemos reponer la pérdida de magnesio con una dieta basada en alimentos integrales, pero hete aquí que nos encontramos con serias carencias en los alimentos producidos industrialmente y luego refinados. Todo comienza con su ausencia en los suelos, por agotamiento y por ser uno de los minerales inhibidos por la fertilización química a base de nitrógeno. Hemos visto que de suelos empobrecidos surgen plantas y semillas proporcionalmente carentes. A esta pérdida debemos agregar la que generan los procesos de refinación. Se lo retira del trigo, al eliminar el germen y el salvado para dar lugar a la harina blanca. También se lo elimina en la sal, para evitar la formación de terrones, dada su “molesta” capacidad de absorber humedad. Por la misma razón es descartado en la refinación del azúcar blanco.
La carencia de magnesio en el organismo (muy común en nuestra sociedad) genera variados trastornos nerviosos, dificultades de concentración, palpitaciones, problemas de evacuación, debilidad muscular, ósea y cartilaginosa e insuficiencias renal y hepática. Por cierto que es recomendable reponer su carencia, a través del consumo de alimentos bien dotados (germen de trigo, semillas, sal marina integral, azúcar mascabo, semillas, algas, etc), evitando aquellos refinados (harina blanca, azúcar blanca, sal refinada, etc). Pero cuando estamos en presencia de una carencia crónica y de antigua data, podemos echar mano temporalmente a un recurso sencillo, económico y efectivo: el cloruro de magnesio (el mismo que se descarta en la refinación de la sal de mesa). No olvidemos que la formas alimentarias del magnesio son siempre preferibles a las sales, aunque siempre “algo es mejor que nada”. Para conocer detalles del empleo del cloruro de magnesio, recurrimos al texto del padre Chor, gran difusor de su utilización terapéutica.
"Los problemas de la columna vertebral, nervio ciático, descalcificación, etc., tienen ahora la cura perfecta, sin dolor, fácil y barata, y al mismo tiempo resuelve las enfermedades por carencia de magnesio en la alimentación, inclusive la artritis.
Les cuento mi caso: estando casi paralítico, 10 años antes de comenzar el tratamiento (contaba con 61 años de edad), sentía punzadas agudas en la región lumbar (en la columna vertebral). Los médicos afirmaban que mi mal era incurable; al levantarme de la cama, cada mañana sentía un fuerte dolor en la columna. Los médicos decían que era causado por el nervio ciático que presionaba la tercera vértebra; este dolor se hacia sentir también cuando estaba parado, razón por la cual tuve que trabajar la mayor parte del tiempo sentado.
Hubo un año en que todo lo hacia sentado, menos la misa; todo era un tormento y tenía que suspender mis viajes a causa del dolor. Después de algún tiempo, casi medio año, esperaba encontrar mejoría. Durante un verano muy seco, empeoré más. Comencé entonces inclusive a decir misa sentado. Entonces volví a la ciudad de Florianapolis, en Brasil, buscando un especialista que me atendiera, tomando nuevas radiografías. Ahora ya no era una sola vértebra, sino que eran varias las vértebras descalcificadas.
Nada era posible hacer; las diez aplicaciones de ondas cortas en la columna no detuvieron el dolor. El dolor era tan intenso que ni siquiera podía dormir acostado, permaneciendo sentado en la cama hasta casi caer de sueño. Así descubrí que podía dormir enrollado en la cama en posición fetal, solo esto daba resultado. Entonces, desengañado por los doctores, apelé a DIOS: “¿Estas viendo a tu criatura? y no te cuesta nada darme una solución”.
Casualmente fui a un encuentro jesuítico en Puerto Alegre y el padre Juárez me contó que era fácil la cura de mi problema: con cloruro de magnesio. Me mostró escrito en un libro del padre PUIG, jesuita español, que lo había descubierto curando a su madre, que en esa época se encontraba en estado avanzado de descalcificación. Y en broma me dijo: “Tomándote ésta sal (cloruro de magnesio) sólo vas a morir si te das un tiro en la cabeza o por algún otro accidente”. Comencé a tomar una copita por la mañana y otra por la noche; así mismo continué durmiendo enrollado en la cama. Como a los 20 días desperté estirado en la cama sin sentir ningún dolor, pero si sentía dolor al caminar.
Pasaron 40 días, cuando finalmente me levanté todo extrañado: “¿Será que estoy soñando?” Ya no sentía nada de dolor y hasta conseguí dar un paseo por la ciudad, recordando los 10 años pasados cargando con aquel tremendo dolor. Después de otros 10 días, caminé el día entero sintiendo un pequeño malestar; a los 60 días de estar tomando la misma dosis, la pierna dolorida estaba igual, o mejor, que la otra. A los 3 meses sentí mayor flexibilidad y a los 10 meses conseguía doblarme como un deportista".
El magnesio arranca el calcio calcificado en los lugares indebidos y los coloca sólidamente en los huesos y más aún, consigue normalizar la corriente sanguínea, estabilizando la presión. El sistema nervioso queda totalmente calmo, sintiendo mayor lucidez. Las frecuentes punzadas en el hígado desaparecieron; la próstata que habían dicho a los médicos debería ser operada en la primera oportunidad, ya no me incomoda. Pero el efecto más importante es el estado de ánimo, al punto que muchas personas me preguntaban: “¿Qué está pasando contigo, estás más joven?” Y yo contesto: “Es verdad, me retornó la alegría de vivir”. Por eso me siento obligado a repartir esta solución que me vino de Dios. Centenares de personas se han curado de estos males: columna, artritis, nervios, etc. Así que manda copias de este artículo a otras personas que lo puedan necesitar.
Modo de prepararlo: Disolver en una jarra de vidrio 30 gramos de cloruro de magnesio, en un litro de agua hervida, fría. Mezclar bien con cuchara de madera. No utilizar elementos plásticos ni metálicos. Es importante que el cloruro de magnesio lo adquiera en grado farmacéutico, con alguna marca que certifique su calidad y nunca en una bolsa común y sin nombre, por los riesgos que esto representa. Se conserva sin cuidados especiales en una botella de vidrio.
Dosis recomendada: una copita de licor, teniendo en cuenta la edad y los padecimientos:
De los 40 a los 55 años: Media dosis
De los 56 a los 70 años: Una dosis por la mañana
De los 71 en adelante: Una dosis por la mañana y otra por la noche.
Importante: Para las personas que viven en la ciudad, con alimentación de baja calidad, con productos enlatados y abundantes en químicos, deben consumir un poco más (dosis doble); para las personas del campo la dosis es menor.
Importancia del cloruro de magnesio: El magnesio produce equilibrio mineral, reanima los órganos de las funciones vitales (glándulas), activa los riñones para eliminar el ácido úrico; en la artritis, descalcifica la membrana de las articulaciones; ataca la esclerosis calcificada, evitando infartos; purificando la sangre, vitaliza el cerebro; devuelve y conserva la juventud hasta avanzada edad.
El magnesio es, de todos los minerales, el más indispensable, especialmente después de los 40 años, cuando el organismo comienza a absorber cada vez menos magnesio de la alimentación, provocando, vejez y enfermedades. Por eso debe ser tomado de acuerdo a la edad.
El magnesio no crea hábito. Una persona no conseguirá escapar de todos los males simplemente por tomar magnesio, pero al consumirlo hará que todo sea más saludable.
El magnesio no es un remedio, es un alimento sin ninguna contraindicación y compatible con cualquier medicamento en simultáneo. Tomarlo para una enfermedad determinada, equivale a reordenar todo el organismo, consiguiendo, de ésta forma, una cura integral.
Principales aplicaciones: Nutre, disminuye el agotamiento intelectual, elastiza las arterias, cura la artrosis, elimina la atrofia muscular, remedia el desequilibrio mineral, modera los desórdenes digestivos e intestinales, alivia la fatiga, previene problemas de próstata, es laxante y tonificante.
Indicaciones: Columna, nervio ciático, calcificación, sordera por calcificación. Dosis: tres dosis (mañana, tarde, noche). Una vez obtenida la cura, abandonar su toma para evitar, en forma preventiva, el retorno de la enfermedad.
Artritis: El ácido úrico se deposita en las articulaciones del cuerpo, especialmente en los dedos, que se hinchan; esto es porque los riñones están fallando por falta de magnesio (revisar los riñones, por si acaso existen problemas mayores). Dosis: una dosis por la mañana; si en 20 días no siente mejoría, entonces tome una dosis por la mañana y otra por la noche. Después de curado, continuar con la dosis preventiva (una dosis por la mañana).
Próstata: Un anciano ya no conseguía orinar; en la víspera de la operación le dieron 3 copitas e inmediatamente comenzó la mejoría; después de una semana estaba totalmente curado sin necesidad de cirugía. Hay casos en que la próstata vuelve a su total normalidad. Dosis: dos copitas por la mañana, dos por la tarde y dos por la noche. Al conseguir mejoría, tomar sólo la dosis preventiva.
Achaques de la vejez: Rigidez, calambres, temblores, arterias duras, pérdida de memoria y falta de actividad mental. Dosis: una dosis por la mañana, una por la tarde y otra por la noche.
Cáncer: Todos tenemos cáncer en grado moderado; consiste en algunas células malformadas por causa de algunas sustancias o por presencia de partículas tóxicas.
Estas células no son compatibles con las células sanas. El magnesio consigue combatir las células cancerosas, vitalizando las células sanas. Cuando el cáncer comienza a extenderse lentamente, no causa dolor que nos ponga alerta, hasta que aparece el tumor. Cuando la enfermedad está muy avanzada, el magnesio apenas puede frenar un poco el avance del cáncer, pero ya no curar. El magnesio es un eficaz preventivo contra el cáncer de las mamas y de la matriz, así como en la próstata.
Artículo del Padre J. Chor, Profesor de Física, Química y Biología.
Información científica adicional brindada por el Ing. Urbano Aguilar Miranda, maestría en ciencias químicas, síntesis y productos naturales, nombrado Investigador Nacional por el Gobierno de México en 1987 y pionero del conocimiento y divulgación de las bondades del cloruro de magnesio en México.
Extraído de: www.nutriciondepurativa.com.ar
domingo, 28 de agosto de 2011
Psico-Proverbio De A.Jodorowsky: “Paciencia, No Saltar Etapas: Poco A Poco La Lana Se Transforma En Tapiz”.
“La misma esperanza deja de ser felicidad cuando va acompañada de la impaciencia”.
John Ruskin
*
¿Qué necesitas para la vida cotidiana?
Extrema paciencia, aniquilamiento de toda vanidad, percepción interior para lograr la armonía.
Alejandro Jodorowsky.
***
Por Muy Duro Que Sea, Pasará.
Por muy oscuro que esté, tengo la certeza de que volverá a brillar la luz.
La solución que yo adopte no tiene que ser la tuya. Elijo la que me libera de mis propias expectativas y de las expectativas de los demás, de todas las ideas preconcebidas acerca de cómo deberían ser idealmente las cosas.
Me permito sentir ira y tristeza o tener miedo. Pero no estoy a merced de mis sentimientos. Les doy espacio y decido cuándo es hora de pasar a otros pensamientos y cambiar el estado de ánimo.
Asumo la responsabilidad sobre mí mismo. Nadie más determina qué es lo que yo pienso, siento y hago. Soy yo quien configura mi propia vida.
No estoy solo. Si no me obstino en esperar o en estar dispuesto a recibir ayuda de ciertas personas, permanezco abierto a ofertas inapropiadas. Poder introducir una diferencia positiva en la vida de otras personas me fortalece a mí mismo.
Todo lo que he vivido es mi capital, le pertenece a mi persona y a mi vida, No repetiría voluntariamente todas las experiencias, pero tampoco quisiera prescindir de ellas, porque sin ellas yo sería otra persona. Lo que soy y la manera en que puedo cambiar está íntimamente relacionado con lo que fui (y con lo que fue).
M. Gruhl, “El arte de rehacerse: la resiliencia“.
***
“Si eres paciente en un momento de ira, escaparás a cien días de tristeza”
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La Cruz De Mas Excelencia Es La Cruz De La Paciencia.
¿Cuántos refranes y dichos conoces en los que aparezca una cruz?
Cada cual lleva su cruz.
El que no tiene una cruz, se la están haciendo.
Enfermedad larga, cruz a la espalda.
Cada altar tiene su cruz.
La cruz de mas excelencia es la cruz de la paciencia.
¡Cuántos!
Inmersos en la cultura una religiosa que malinterpretó los Evangelios, crecimos muchos en el conformismo de que la vida es un sufrimiento y que cuanto más pese la cruz que llevamos a cuestas, más seremos dignos de entrar en el reino de los cielos.
¡A sufrir!
Así cargamos con conflictos del pasado, problemas ajenos, culpas, quejas, relaciones tóxicas, hábitos insaludables…y un largo etcétera. La explicación más lúcida sobre este vivir cargando con “la cruz que a cada uno nos toca”, nos la da Alejandro Jodorowsky cuando nos habla del nudo sadomasoquista.
El día que nos liberamos de estos pesos comenzaremos a volar felices, siendo lo que realmente somos.
Plano Creativo.
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No Saltar Etapas: Poco A Poco La Lana Se Transforma En Tapiz”.,
Psico-Proverbio De A.Jodorowsky: “Paciencia
viernes, 26 de agosto de 2011
Madre Invasiva A La Vista.
Es una madre posesiva.
Por negación del hombre (imitación del odio que su madre experimenta hacia el mundo masculino), esta mujer considerará que el hijo es exclusivamente de ella.
¿Cómo se detecta a efectos prácticos?
Puede parirlo con retraso y amamantarlo más de lo necesario. Invadirá su psique proponiéndose como omnisciente, lo mantendrá en ferreos límites infantiles, convirtiéndolo en su público.
¿Que sucederá con ese hijo?
Este, no logrando ser adulto, luchará con angustia, impotente, para liberarse de esta madre que a veces en sus pesadillas se le presentará como una araña. Envejecerá tratando de que su progenitora lo vea, logrando sólo que lo tome como espejo que sabe escuchar.
¿A qué conduce esta forma de maternidad enfermiza?
El resultado de tal aberración se concreta en proyectos de suicidio, delirios de persecución, esterilidad, psicosis, neurosis de fracaso.
***
Madres Estancadas
En el nuevo libro “Manual de Psicomagia” de Alejandro Jodorowsky, leemos que existen tres variedades de madres estancadas:
1.-Madre estancada por infantilismo
*Quieren que su vientre se hinche, pero no desean parir.
*Infantiles, aprovechan su embarazo para ser rodeadas de ternura cuidados como un bebé, cosa que a ellas les faltó, convertidas en centro de la atención familiar, les permite satisfacer sus necesidades afectivas.
*Durante nueve meses se serán felices, pero inmediatamente después del parto padecerán una grave depresión y quizás detesten a su vástago por haberlas privado de los cuidados que ella obtenía durante el embarazo.
*Pueden producir leche ácida, provocadora de diarreas.
*Este tipo de mujer infantil formará pareja con un hombre similar infantilidad.
Acostumbrado a no ser amado, necesita una madre embarazada, proyectándose él mismo en el feto pero le angustia ver nacer a un hijo que, con indomables celos, sentirá como un hermano menor venido a robarle la atención materna. Apenas se entera de que la mujer está encinta, emprende la huida.
2.-Madre estancada por miedo
*Es el resultado de familias en que varias generaciones de mujeres han sacrificado sus vidas engendrando gran cantidad de hijos, algunas muriendo en el parto.
*Buscará un hombre que crea ser portador de un semen asesino. Éste, durante el periodo del embarazo, se sentirá culpable, llegando a detestar a su mujer y al hijo que ella debe parir.
*A medida que los meses avancen, la embarazada irá experimentando mayor terror, muchas veces estará a punto de abortar, necesitará cuidados intensos, deberá permanecer acostada durante meses, etc.
*Su nene no será mensajero de la vida sino de la muerte.
*Parirá anestesiada, en general por cesárea.
3.-Madre estancada por vergüenza
*La mujer se avergüenza de estar encinta.
*Por diferentes razones, ni su hijo ni el padre de su hijo concuerdan con las creencias y los planes familiares.
*Puede ser una madre soltera, haber cometido un incesto, estar inseminada por un hombre de raza diferente. Lleva en el vientre el fruto de lo que cree un pecado o una traición.
*Mientras está embarazada se aleja de su territorio o disimula la tripa, y teme que el nacimiento del nene le haga perder el amor de sus padres y parientes.
*Cuando una madre estancada da a luz, sutilmente actúa como si su hijo no hubiera nacido por completo, tratando de impedir que desarrolle su autonomía psíquica.
*Puede lograrlo, pero esto sólo es posible pagando el precio de una alteración profunda del desarrollo del infante.
*Este puede convertirse en un niño psicótico, un adolescente esquizofrénico ° un adulto inadaptado.
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Madre Asesina.
No desean ser madres, sólo quieren asegurarse de que son mujeres. Pueden provenir de familias donde se da a la hembra un rol secundario y se exalta al macho. Hay legiones de mujeres en el mundo que sufren por serlo: se esperaba a un niño y no a una niña; para satisfacer al padre, la hija se masculiniza; la madre por su parte le inculca que es una desgracia parir y convertirse en esclava de una prole no deseada; etc. Ella siente que, aparte del cerebro, su cuerpo le está prohibido. Al vivirse como un hombre frustrado, se niega el placer vaginal y de ninguna manera acepta convertirse en madre. Hace que la inseminen, para después abortar. Cosa que necesita para saber que es alguien que puede. Este querer ser “alguien que puede” oculta en el fondo una rivalidad con el padre, a la vez que una identificación con la imagen materna. El embarazo calma a un tiempo su sensación de esterilidad y su deseo impotente de tener un falo. El odio a sí misma, por sentirse castrada, la impulsará a formar pareja con un hombre que odie a su propia madre y, por lo mismo, a las mujeres en general.
Así como hay madres asesinas, hay padres asesinos, que buscan un alivio pasajero de sus tensiones sexuales, sin ningún deseo de procrear. El que la mujer caiga en cinta les produce una insoportable molestia.
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Madres Secas.
¿A qué están dispuestas y a qué no lo están las “madres secas”?
Están dispuestas a parir, pero se niegan a criar al lactante que osó separarse de su cuerpo, que nada más sabe chupar, morder y gritar, que la solicita a cada instante, la distrae de su ida sexual y no tiene en cuenta que ella es un individuo independiente.
¿…y a qué tipo de hombres se unen?
Se unen a hombres con la identidad sexual trastocada. Qué no conocen la virilidad porque han tenido un padre débil o ausente. Tienen una sed insaciable de atención.
¿Qué actitud tiene este el padre hacia el hijo?
Acepta que su mujer sea madre pero no quiere que se distraiga alimentando a un rival. En todo momento debe ser el centro, su hijo/a tendrá un rol secundario.
¿Y qué produce ésto?
Entre ambos crearán un alcohólico, un fumador compulsivo, un drogadicto, un goloso insaciable.
¿Qué consecuencias podría tener el negar la lactancia natural al bebé?
La leche materna no la sustituye la de otra mujer ni la de ningún otro animal. Si el amamantamiento no dura el tiempo necesario, el niño puede tener dificultades para hablar, padecer ataques de rabia o enfermedades crónicas como dolores intestinales, asma, cefaleas, hipertensión arterial, crisis de pánico, fatiga constante, sentir durante toda su vida la falta del amor -manifestado por un periodo de lactancia armónico- que tanto necesitó en la infancia.
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Madres Sanas.
¿Cuáles son las características de una madre completa y sana, desde el punto de vista de Alejandro Jodorowsky?.
*Mente sana y cuerpo sano.
*Sexualidad satisfecha.
*Emociones equilibradas.
*Estrecha colaboración con su pareja.
*Parirán, amamantarán y criarán a sus hijos en perfecto acuerdo con la naturaleza.
*Serán conscientes de que el nuevo niño no es una víscera ni un órgano suyo, que ha nacido como una necesidad del universo viniendo a aportar nuevos caminos, siendo un paso más en la evolución que conduce al ser humano hacia la inmortalidad.
*No le inculcará modelos caducos del pasado.
*Le transmitirán los valores de sus antepasados.
*Se dejarán guiar por el niño, considerándolo su maestro, dándole lo que él indica que necesita y no metas exigidas por la trampa familiar que podrían anquilosarlo o deviarlo de su ser esencial.
*Nunca se erigirán en posesoras únicas del niño, lo compartirán con su pareja y con el mundo.
*No le dirán «ve por aquí» sino que le mostrarán el mayor número de opciones posibles, dándole la oportunidad de elegir.
*Sabrán adaptarse a las necesidades del bebé, amamantándolo los meses que sean necesarios, sosteniéndolo con brazos amorosos y arrullándolo con dulzura: esta experiencia permite al niño de pecho sentirse real, ser, lo que le dará pronto la posibilidad de hacer y recibir.
De su libro “Manual de Psicomagia”, Ed. Siruela.
Plano Creativo.
"Ocho Alimentos Básicos Para Decirle Adiós al Colesterol".
La Escuela Médica de la Universidad de Harvard (EE.UU) elaboró una lista con los alimentos más eficaces para combatir sus altos niveles. Todos son fáciles de conseguir durante todo el año y lo mejor de todo: su costo es muy razonable.
1.- Avena: Posee una serie de sustancias que permiten disminuir las tasas de colesterol plasmático, como grasas insaturadas, avenasterol, fibra y lecitina. La puedes consumir, por ejemplo, mezclada con frutas, leche o yogur, o para darle consistencia a una sopa de verduras.
2.- Cebada: La cebada tiene un tipo de fibra soluble, que al igual que en la avena, han demostrado ser eficaces en la reducción del perjudicial colesterol-LDL. Para consumirlo, pues prepararlo con un guiso con verduras salteadas, en sopa con lentejas, etc.
3.- Legumbres: Algunos fitoquímicos de las leguminosas están directamente relacionados en la reducción del colesterol sérico y, ademas, en la prevención de la formación de una capa que ocasiona enfermedades cardiovasculares. Estas proteínas previenen el riesgo de acumulación en las arterias, favoreciendo el transporte de colesterol sanguíneo y su metabolismo.
4.- Berenjena, manzanas, uvas, fresas y cítricos: Ayudan a disminuir los niveles de colesterol gracias a su aporte de fibra, que retrasa la absorción intestinal de éste.
5.-Frutos secos: En particular, las nueces aportan ácido alfa-linolénico, (un ácido graso poliinsaturado esencial de la serie omega-3) y contiene también fitosteroles (esteroles naturales de origen vegetal), reconocidos por su papel en la reducción del colesterol. Puedes comer entre 4 y 6 frutos enteros diarios, o añadirlos picados en ensaladas, pastas, cremas, etc.
6.- Aceites vegetales: En esta gama destaca el de oliva, pues es rico en ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico), vitamina E y fitosteroles, todos ellos compuestos cardioprotectores. Se recomienda siempre tener este producto en el hogar y usarlo como aliño cada vez que consumas ensaladas.
7.- La soja: Su consumo habitual como leguminosa (o como aceite) tiene repercusiones beneficiosas para el organismo, ya que contribuye a la reducción del colesterol sérico. Puedes preparar la soja en grano hervida o guisada.
8.-Pescado graso: Los pescados tienen grasa rica en ácidos grasos poliinsaturados de la serie omega-3, reconocidos por su capacidad para aumentar la vasodilatación arterial, reducir el riesgo de trombosis y la tensión arterial.
Fuente: Contexto.com.ar
jueves, 25 de agosto de 2011
¿Qué Es El Infierno?
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¿Pasas Por Un Momento Infernal?
“Si estás atravesando un infierno, sigue caminando”.
Winston Churchill
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Seguir caminando para no quedarnos fijados a un episodio nefasto e inevitable, porque como dice el cuento, “esto también pasará”:
Un rey de un vasto imperio tenía tanto poder que para él los sabios eran meros empleados. Sucedió que un día se sintió confundido y convocó a los sabios. Esto fue lo que les dijo:
“Ignoro la razón, pero algo me impulsa a lograr un anillo que estabilice mi estado. Debe de poseer la capacidad de cambiar mi desdicha en felicidad. Incluso si me siento feliz, al mirarlo debe devolverme a la tristeza”.
Después de profundas meditaciones y largas consultas, los sabios llegaron a una decisión final sobre cómo debía de ser el anillo.
Y el anillo que idearon llevaba esta inscripción: “Esto también pasará”
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“Cielo E Infierno Están En Ti”
Más allá de la Tierra, más allá del Infinito buscaba yo el Cielo y el Infierno. Pero una voz grave me dijo: “Cielo e infierno están en ti”.
Omar Khayyam (Persia, ss. XI y XII)
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He encontrado este bello cuento que habla de lo mismo desde otra perspectiva:
Según cuenta un antiguo relato japonés , un belicoso Samurai desafió en una ocasión a un maestro Zen a que le explicara el concepto del cielo e infierno.
Pero el monje respondió con desdén: “No eres más que un patán. ¡No puedo perder el tiempo con individuos como tú!”.
Herido en lo más profundo de su ser, el Samurai se dejó llevar por la ira, desenvainó su espada y gritó: “Podría matarte por tu impertinencia”.
Eso, repuso el monje con calma, “es el infierno”.
Desconcertado al percibir la amistad en lo que el maestro le señalaba con respecto a la furia que lo dominaba, el Samurai se serenó, envainó la espada y se inclinó, agradeciendo al monje la lección.
Y eso, añadió el monje, “es el cielo”.
“La paz interior se halla cuando el que busca deja de hacerlo, no por haberla encontrado, si no por descubrir que siempre estuvo con él y no fuera de él.”
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La Diferencia Entre El Cielo Y El Infierno
Un hombre cercano ya a la muerte fue a ver a un maestro para preguntarle:
-Hombre sabio, dime cuál es la diferencia entre cielo e infierno.
-Veo una montaña de arroz humeante y sabroso, y alrededor una muchedumbre de hambrientos. Sus palillos son más largos que sus brazos, así que cuando prenden la comida, no pueden llevársela a la boca y son víctimas de la frustración y el sufrimiento. Ese es el infierno, contestó el maestro.
-¿Y el cielo?, volvió a preguntar el viejo.
-Veo una montaña de arroz humeante y sabroso, y alrededor una muchedumbre alegre.
Sus palillos son más largos que sus brazos, pero han decidido, al prender la comida, dársela los unos a los otros. Ese es el cielo.
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Alejandro Jodorowsky: El psiquiatra inglés Winnicot dijo: “La pareja es una crisis continua”. Pienso que las crisis son útiles porque nos colocan en situaciones que parecen no tener solución. En el colmo del conflicto, si dejamos de retorcernos, luchar, angustiarnos y nos entregamos aceptando que es algo necesario que muestra que estamos viviendo en forma equivocada, las cosas comienzan a cambiar, en forma positiva si hemos hecho esfuerzos para ampliar nuestra conciencia, o en forma negativa si insistimos en no cambiar nuestro modo de ser. Contaré en forma de fábula una experiencia científica real:
Unos niños traviesos atraparon a una rana que sorprendieron cantando feliz en el agua de una charca. El animalito se retorció hasta que los pícaros la depositaron en una olla llena de agua fría. La rana volvió a cantar, como antes, sintiéndose a gusto en el líquido elemento. Los niños encendieron el gas y comenzaron a calentar el agua, primero con una llama mínima y luego, poco a poco, lentamente, con gran paciencia, fueron subiendo la intensidad del calor. La rana no se dio cuenta del cambio de temperatura porque el aumento era tan gradual que se hacía imperceptible. Los pequeños verdugos, implacables, llevaron el agua hasta su ebullición. A pesar de que el líquido hervía, la rana , inconsciente del calor, seguía cantando como si estuviera en su fresca charca. Y así continuó hasta que la piel se le cayó a pedazos. Completamente cocida, murió sin sentir las quemaduras.
En la relación humana a veces nos pasa lo que a la rana. Comenzamos felices una unión y poco a poco, sin darnos cuenta, la vamos degradando con pequeñas frases hirientes que, con el tiempo, se transforman en francos insultos para terminar un día en agresiones tan virulentas que los espectadores circunstanciales se preguntan cómo una pareja puede resistir esa horrible relación. Sin embargo, ambos, ya deformados, continuarán hasta el fin, a veces trágico, de una relación que por grados se ha hecho un infierno… Así también puede suceder en cualquier actividad colectiva: la decadencia llegará tan gradualmente que los ciudadanos se encontrarán de pronto en una situación capaz de aniquilarlos.
No se trata de que el agua se enfríe de golpe: una vez comprendido el peligro, hay que remediarlo, grado por grado, sin impaciencia pero con firmeza, hasta establecer la situación ideal. No se trata en las elecciones de políticos de elegir entre dos exhibicionistas corruptos al menos ladrón, sino de solo votar por alguien honesto y sabio, y si no lo hay en la lista que compite, no votar. No seamos como la rana. Verifiquemos rápidamente la temperatura del agua.
Plano Creativo.
miércoles, 24 de agosto de 2011
“ENFERMEDAD: El Niño Persistente Y La Trampa Del Árbol Genealógico"
Marianne Costa:
Entre las cinco palabras las más buscadas por los internautas se encuentra : “enfermedad”.
En el Tarot, esta representada por el arcano XII – colgando de pie, cabeza abajo, los brazos cruzados detrás de la espalda, él encarna a la vez la impotencia, el estancamiento, pero también la posibilidad de una reflexión profunda y de un encuentro consigo mismo.
¿Pero de donde viene la enfermedad? ¿Y qué es en realidad?
Para tradiciones chamánicas, la enfermedad es siempre algo que se nos echa encima: maldición o montón de basura. Puede ser también una desgracia que se encuentra en nuestro camino. En todo caso, es algo ajeno, un elemento exterior a nuestro ser esencial, que fundamentalmente no forma parte de nosotros. Sin embargo, todos hemos vivido la experiencia de sentírnos identificados a nuestra enfermedad (sea física o psíquica), sobre todo cuando el dolor se hace extremo, al punto de amenazar nuestra vida. Esta sensación ”mi enfermedad soy yo” es muy convincente. Tenemos que movilizar todos los recursos de nuestra concentración, sabiduría y amor para lograr considerar la enfermedad como un maestro que nos señala una mutación necesaria.
¿Entonces quién está enfermo? ¿Qué es la enfermedad?
Jodorowsky dijo varias veces, como de broma: “intentaré vivir hasta los 120 años si mi ego no me mata antes”. En realidad no es ningun chiste: el ego nos enferma y nos mata. En el ego la enfermedad se puede enraizar. ¿Pero qué es el ego en la perspectiva metagenealógica?
Podemos también llamarle “el niño persistente”. Esta formulación puede sorprender a quienes tengan el culto del “niño interior”. Pero no hay que confundir al niño sano (es decir la capacidad que tiene un joven sistema nervioso, todavia muy energético, de aprender, maravillarse, jugar, ensayar y equivocarse), quien representa nuestro fundamento creativo, con el niño enfermo, herido y agobiado por prohibiciones y órdenes heredadas del árbol genealógico, quien escoge soluciones repetitivas para no desagradar al clan. Esta es la matriz de nuestro ego tóxico.
La totalidad de nuestros problemas, conflictos y sufrimientos tienen su origen en el “niño persistente”. Esta personalidad adquirida, y por lo tanto ilusoria, nos acompaña hasta la muerte. Tenemos que domarlo, es decir enseñarle a inclinarse con amor y reverencia delante de nuestro ser esencial, libre, creativo y absolutamente cariñoso. Cuando el ego se hace servidor del ser esencial, el niño persistente le cede el sitio al niño sano y creativo. Entonces cumplimos nuestra “misión de vida”, es decir la Conciencia universal se expresa en forma original a través de nosotros. Nos hacemos carpinter@s, pintor@s, triunfamos en los negocios, criamos a nuestros hijos o abrimos una tienda de uñas postizas. Toda actividad es sagrada cuando emana de la personalidad auténtica.
La dinámica de base en el árbol genealógico est precisamente esta lucha entre las fuerzas creativas, nacidas de nuestra Conciencia esencial, y la tendencia profundamente humana a repetir lo conocido, obedeciendo al clan, lo que nos conduce poco a poco a vivir sólo por imitación. En este sentido “el ego nos mata”, repitiendo las enfermedades del árbol, aplicando remedios falsos, buscando sin cesar, en un pasado químerico, la aprobación de los adultos que nos criaron.
Las situaciones del pasado se reproducen sin fin, bajo formas diferentes, y nuestra tentación fundamental (la del niño persistente) es esperar que la situación cambie sin tener que cambiar nosotr@s mism@s. Por ejemplo: soy una mujer y tuve un padre ausente; me enamoro de un hombre ausente y me comporto como una niña abandonada, esperando que este hombre vaya a cambiar. O soy un chico y tuve una madre “santa”, meritoria, sexualmente frustrada y castradora ; voy a partir mi vida emocional en dos, por un lado con una esposa “santificada” y por el otro, con una amante sexual. Viviré en una culpabilidad constante, agotado y ansioso, incapaz de reunir estas dos imágenes de la mujer. Millares de situaciones infantiles se reproducen así en el curso de nuestra vida, engendrando conflictos, tragedias, dándonos cada vez el sombrío placer de revivir el mismo guión.
Cuando ya no podemos más, pedimos la ayuda de un maestro espiritual o de un terapeuta. Nos declaramos por fin “enferm@”, psíquicamente físicamente, y con lucidez nos damos cuenta que esta vida no es nuestra.
Pero a estas alturas, la inmensa mayoría llega con un pedido mas enfermo todavia: el de ser tratad@s pero no de curar. Nos negamos a emprender la mutacion.
Mutar es soltar la identidad adquirida, este “yo” al cual nos aferramos como un bebé al pecho de su madre. El miedo a la muerte nos mantiene en la enfermedad.
¿En qué consiste la mutación? En una conciencia implacable de nuestras proyecciones, de las astucias y de las manifestaciones de este niño persistente. No hay que querer borrarlo: nunca desaparecerá, pero su influencia puede volverse menos imperiosa. Estamos tan identificados a nuestros deseos irrealizados, a nuestros sentimientos negativos, a nuestros pensamientos estrechos y a nuestros límites materiales que acabamos tomándolos por nuestro ser esencial. Esta es la última trampa del árbol, y la más poderosa: la persistencia tiránica del niño irréalizado quien se hace pasar por un adulto ofendido, enérgico, rígido, competente, colérico, culpable, seductor, etc.
Durante mi estancia en Hauteville, el ashram de Arnaud Desjardins, me citaron esta frase maravillosa de Daniel Morin quien fue mucho tiempo un colaborador muy próximo de Arnaud: “cuando me levanto por la mañana, el discípulo esta cansado, pero el ego esta fenomenal”. El “discipulo” es la parte de nosotros capaz de disciplinarse. Pero todos conocemos la indisciplina, esta pereza esencial que nos impide hacer lo que tenemos que hacer. Es un estado donde voluntariamente olvidamos que vamos a morir, y nos comportamos como si tuviéramos toda la vida delante de nosotros. En el plano psicológico podriamos decir: “el adulto consciente esta cansado pero el niño persistente esta fenomenal”. Esta es la lucidez que necesitamos cuando nos dejamos manipular por las creencias, los sentimientos negativos, las frustraciones y los miedos.
El niño persistente pisa, exige, niega la realidad tal como es, quiere una varita mágica para cambiar su entorno. Quiere volver a la infancia y qué, mágicamente, las circunstancias de esta infancia hayan cambiado. Quiere un papá y una mamá perfectos, pero sin tener que crecer. Esta varita mágica no existe. Pero en lugar de hacernos conscientes, seguimos proyectando la esperanza de esta perfección sobre el resto del mundo: amantes, amigos, dueños, terapeutas, todos tendrian que ser super-papá y super-mamá. Cuando la realidad se hacer evidente, tenemos ataques de rabia, de desesperación o de asco, diciendo que nos “traicionaron”, “nos insultaron “, “nos decepcionaron”. En realidad el otro siempre ha sido tal como es, y hace lo que puede.
Tenemos que salir de la niñez persistente y crecer. Para lograrlo y salir de la trampa del árbol, la unica solución es vernos a nosotros mismos. Es bastante terrorifico. De repente nos damos cuenta : “esta cólera me pertenece”… ” fui agresivo, manipulado por la violencia de mi árbol “… “tengo una atracción irresistible hacia esta persona porque me puede hacer sufrir tanto como mi padre lo hacía”…
Es mucho más comodo, frente a nuestras dificultades, elegir soluciones ya hechas o culpar a los demas. Sin embargo, vale la pena emprender la mutación, y conocer su sabor inimitable. Llegaremos a agradecer a aquellos quienes hacen el esfuerzo de hacernos conscientes. Llegaremos a la paz, y cuando surge una reaccion compulsiva, la miraremos con valor pensando “es interesante, mi árbol se manifiesta dentro de mi”.
Haciendo este esfuerzo esencial, uno puede sanar su árbol, estableciendose firmemente en una posición adulta y consciente. Es entonces cuando se convierte en el “fruto sabroso” que alimentará el mundo.
En este estado, si el ego tan tramposo nos enferma, viviremos la enfermedad como una aventura más, un viaje del cual la destinacion puede ser la curación física, efímera, o una muerte serena, como la que Arnaud Desjardins acaba de vivir, haciendonos el regalo inestimable de su paz absoluta cuando dejó su cuerpo el último 10 de agosto.
Plano Creativo.
Beneficios del "Chia".
Beneficios de esta noble semilla, que las civilizaciones precolombinas utilizaron para elaborar medicinas y mejorar su alimentación.
*Rica en vitaminas, omega 3, fibra y antioxidantes.
*Previene las enfermedades cardiovasculares.
*Combate el colesterol y los triglicéridos altos, entre otras dolencias.
*Actúa directamente a nivel celular.
*Combate el mal de Alzheimer, déficit atencional, embarazos complicados, molestias por lactancia, reuma, artritis, asma, bipolaridad, estrés, depresión, inflamaciones intestinales y beneficia la parte muscular en general.
*Combate el estreñimiento (En este caso es aconsejable tomarla en ayunas).
*Se puede agregar directamente en una infinidad de comidas.
*No tiene contraindicaciones de consumo.
*Se puede preparar: La semilla de Chía es de consistencia sólida, sin embargo si permanece en remojo durante 15 minutos aproximadamente, se convierte en un gel que no tiene sabor. Deben remojarse las semillas en un vaso con agua mineral o hervida previamente y luego fría, durante 1 hora aproximadamente. De esta manera se formará una especie de gelatina la cual puede guardarse en un recipiente refrigerado y bien tapado durante 30 días. Esta gelatina se puede consumir mezclándola con diferentes preparaciones como: ensaladas, arroz, sopas, jugos, yogur, ensaladas de frutas, postres, etc.
DOSIS
5 gramos diarios para mantener la salud y 25 gramos cuando hay colesterol alto.
RECETAS
La Chía no necesita preparaciones especiales. Se puede comer directo desde el frasco o combinarla con cualquier alimento. Puede ser mezclada con jugos, postres, comidas, ensaladas, etc.
Yogurt con Chía: Agregar 2 a 3 cucharadas de Chía a un yogurt a elección (si quiere adelgazar busque uno ligth). Consumir inmediatamente, también puedes dejarlo reposar unos 20 minutos. En tal caso, la chía crecerá espesando el yogurt.
Ensaladas con Chía: Puede espolvorear chía en cualquier ensalada, de preferencia cómela con ensaladas crudas ya que estas conservan mejor sus nutrientes.
Ensaladas en harina: Si te gusta preparar galletas o pan, puedes agregar chía al final de la preparación (al batido) y luego hornear.
Chía en postres: Puede preparar ensaladas de fruta agregar miel o leche condensada y espolvorear una a dos cucharadas.
Chía en Helados: Al helado le puedes dar una linda terminación agregando semillitas de chía que ayudaran a decorar y a hacer más nutritivo tu postre.
Video en TVN del Chia.
https://www.youtube.com/watch?v=Y07WM8hgQYY&feature=player_embedded
Un dato de venta de Chia en Santiago.
Paulina Fuentes.
pfuentes@veasmattheos.cl
Frasco 300 gramos: $4.990.
También en:
http://www.epachia.cl/
Si alguien sabe de donde encontrarlo a buen precio, que mande el dato.
martes, 23 de agosto de 2011
"El Lenguaje de Dios". Gregg Braden.
La Ciencia Perdida de la Oración y de la Profecía.
Las antiguas tradiciones sugieren que el efecto de la oración procede de algo que no son las palabras en sí mismas. Quizás esta sea la razón por la que haya tanta gente que parezca haber perdido la fe en la oración. Tras las revisiones de la Biblia en el siglo IV, los detalles subyacentes al lenguaje de la oración se fueron perdiendo gradualmente en las tradiciones occidentales, dejando sólo las palabras. En esta era, muchos empezaron a creer que el poder de la oración residía sólo en la palabra hablada. Las revelaciones de los textos anteriores al siglo IV, sin embargo, nos recuerdan que no hay códigos mágicos en las vocales y las consonantes que nos abran las puertas a reinos olvidados. El secreto de la oración trasciende las palabras de alabanza, los encantamientos y los cantos rítmicos de los «poderes que son».
Mediante textos como los manuscritos del mar Muerto, se nos invita a vivir la intención de nuestra oración en nuestras vidas, pues si las palabras sólo se «repiten con los labios, son como una colmena muerta... que no da más miel».
* En el lenguaje esenio se hace referencia a los ángeles de muchas formas, una de
ellas es como fuerzas o poderes. (Nota de la T ).
EXPRESAR LO INEFABLE
El poder de la oración reside en una fuerza que no se puede describir ni transmitir como la palabra escrita; son los sentimientos que sus palabras evocan en nuestro interior.
Es el 'sentimiento que ponemos en nuestras oraciones el que nos abre la puerta e ilumina nuestro camino hacia las fuerzas visibles e invisibles. Aunque, con frecuencia, otras referencias antiguas hacen alusión a este aspecto de nuestra comunión con la creación, el abad del Tíbet nos confirmó el elemento del sentimiento en la oración durante nuestra audiencia privada.
Respecto a mi pregunta sobre lo que les estaba ocurriendo interiormente a los
monjes y a las monjas cuando contemplábamos la expresión exterior de sus oraciones, el abad respondió con una sola palabra: sentimiento. Las expresiones externas de la oración qué presenciamos en los monasterios del Tíbet eran una manifestación de los movimientos y sonidos que utilizaban los monjes y las monjas para crear los sentimientos en su interior. El abad llevó su reo puesta todavía un poco más lejos cuando nos dijo que el sentimiento era algo más que un factor en la oración. ¡Hizo hincapié en que el sentimiento es la oración!
A través de la comunión con los elementos de este mundo, se nos abren las puertas
a los grandes misterios de la vida, a la oportunidad de «ver lo invisible, escuchar lo inaudible y expresar lo inefable». La oración en su forma más pura no tiene expresión externa. Aunque podamos pronunciar una secuencia de palabras prescrita que nos ha sido transmitida de generación en generación, esta ha de originar un sentimiento dentro de nosotros, para que llegue al mundo que nos rodea. En el mejor de los casos, cualesquiera que sean las palabras que escojamos para recitar nuestras oraciones en voz alta, sólo serán una aproximación al sentimiento interior que intentan describir. ¿Cómo pudieron los grandes maestros hace dos mil años enseñar estos sentimientos? ¿Cómo podemos compartirlos hoy en día?.
Muchas veces, cuando me piden que hable a grupos sobre la oración, surge una
pregunta que me recuerda una conversación que tuve hace años con mi madre. Una
tarde, mientras hablábamos por teléfono entre breves visitas y a través de varias zonas horarias, yo estaba compartiendo mis impresiones acerca de un nuevo taller que había preparado sobre la compasión. Cuando le di mi definición de oración que comprendía sentimiento y emoción, mi madre me hizo una pregunta que me han hecho muchas personas desde aquel día en muchas y diversas situaciones. Abierta e inocentemente, me dijo sin más: «¿Cuál es la diferencia entre emoción y sentimiento? Siempre había pensado que eran lo mismo».
Sentía curiosidad por escuchar la visión de mi madre sobre estas, a veces, confusas
experiencias que desempeñan un papel tan importante en nuestras vidas. Como cabía
esperar, su explicación se asemejaba a las definiciones comúnmente aceptadas en la
actualidad en Occidente. Por ejemplo, algunos diccionarios consideran ambas palabras casi sinónimas y usan cada una de ellas para definir a la otra. En The American Heritage Dictionary of the English Language, la palabra sentimiento es definida como «un estado emocional o disposición; una emoción tierna». (En el mismo texto, emoción la definen en un sitio como «sentimiento fuerte», y en otro como sinónimo de sentimiento.) Aunque estas definiciones puedan servir a los propósitos de nuestro mundo actual, los antepasados hacían una distinción. Además, aunque íntimamente relacionados, pensamiento y sentimiento se consideran elementos sin conexión, claves, que se pueden utilizar para realizar un cambio en las condiciones externas, en nuestro cuerpo, nuestro mundo y más allá de éste.
COMO ARRIBA...
En un relato de hace veinte siglos, las gentes de Tierra Santa hicieron una pregunta a sus guías que continúa resonando en nuestras mentes. Salvo por condiciones específicas, la pregunta sigue siendo inquietantemente similar. Respecto a la paz en el mundo, nuestros antepasados preguntaron: «¿Cómo, entonces, podemos traer paz nuestros hermanos... pues queremos que todos los Hijos de los Hombres compartan las bendiciones del ángel de la paz?».' Los maestros esenios respondieron ilustrando el papel del pensamiento, del sentimiento y de la poderosa naturaleza de la oración. Sus palabras, desafiando nuestra lógica actual, nos recuerdan que la paz es algo más que la simple ausencia de agresión o de guerra. La paz trasciende el término de un conflicto o una declaración política. Aunque puede que forcemos el aspecto externo de la paz sobre un pueblo o una nación, es el pensamiento subyacente el que se ha de cambiar para crear una paz auténtica y duradera. Los maestros esenios, en palabras que, sorprendentemente, suenan muy similares a las budistas y cristianas, respondieron que «tres son las moradas del Hijo del Hombre... Su cuerpo, sus pensamientos y sus sentimientos... Primero el Hijo del Hombre deberá hallar la paz en su propio cuerpo. Luego el Hijo del Hombre deberá buscarla en sus pensamientos... Por ultimo buscará en sus sentimientos».
Los antepasados nos ofrecieron una elocuente visión de una forma de pensar que nos
permite redefinir lo que hemos experimentado fuera recurriendo a aquello en lo que nos hemos convertido interiormente. Una escuela de medicina, similar en algunos aspectos al sistema de la práctica sanitaria occidental, aporta un cambio al atacar la enfermedad misma. Según este sistema se eliminan los cuerpos extraños mediante medicamentos, o se extirpan quirúrgicamente los órganos y tejidos que parecen enfermos. Otra escuela de pensamiento trasciende la expresión externa del aspecto de nuestro cuerpo y va en busca de los factores subyacentes que pueden ser la causa de ese estado, donde las fuerzas invisibles del pensamiento, el sentimiento y la emoción se convierten en el plano que nos ayudará a comprender y cambiar las situaciones de nuestra vida que ya no nos sirven.
Para cambiar las condiciones del mundo exterior, se nos invita que primero las transmutemos desde dentro. Cuando lo hacemos, las nuevas condiciones de salud o de paz se proyectan en el mundo que nos rodea. Esto es esencial en el pasaje esenio que he citado.
Para aportar paz a nuestros seres queridos, primero hemos de convertirnos en esa paz. En el lenguaje de su tiempo, los autores de los manuscritos del mar Muerto incluso nos ofrecen revelaciones de la tecnología que facilita esta sanadora cualidad de la paz: se ha de producir en nuestros pensamientos, sentimientos y cuerpos. ¡Qué poderoso concepto y cuánta fuerza transmite!.
Cuando comparto en grupo los pasajes de los esenios, observo las caras de las personas desde mi ventajosa situación en la parte frontal del aula. Al principio el cambio se produce lentamente. Mientras unas personas sencillamente anotan las palabras en sus cuadernos con pocas muestras de emoción, otras se entusiasman e inmediatamente captan el significado de las antiguas enseñanzas. Al confirmar ideas actuales con los manuscritos que nos legaron aquellos que siguieron el mismo camino y que buscaban las mismas confirmaciones hace dos mil años, se produce algo mágico.
A través de sus visiones, los esenios ancianos diferenciaban claramente entre emoción, pensamiento y sentimiento. Aunque el pensamiento y la emoción estén íntimamente relacionados, primero han de ser considerados aparte, y luego fundirse en una unión de sentimiento que se convierte en el lenguaje de creación silencioso. Las descripciones siguientes de cada experiencia son consignas que nos conducen al núcleo de nuestro perdido modo de orar.
Emoción
La emoción se puede considerar como la fuente de poder que nos guía hacia delante en nuestras metas en la vida. Mediante la energía de nuestra emoción alimentamos nuestros pensamientos para hacerlos realidad. Sin embargo, este poder de la emoción por sí solo puede desperdigarse y perder el rumbo. El pensamiento confiere una dirección a nuestras emociones, y éstas inyectan vida en la imagen producida por nuestros pensamientos.
Las tradiciones antiguas sugieren que somos capaces de tener dos emociones primarias. Quizá para ser más exactos, podríamos decir que a lo largo de nuestras vidas experimentamos varias condiciones que se resuelven en una sola emoción. El amor es un extremo de esas condiciones. Cualquier cosa que creamos que se opone al amor es el segundo extremo, con frecuencia definido como miedo. La calidad de nuestra emoción determina cómo se expresará esta. La emoción, unas veces fluyendo y otras alojada en los tejidos de nuestro cuerpo, está íntimamente relacionada con el deseo, que es la fuerza que conduce a nuestra imaginación a una resolución.
Pensamiento
El pensamiento se puede considerar como el sistema de guía que dirige nuestra emoción. La imagen o la idea creada por nuestro pensamiento es la que determina hacia dónde se dirige nuestra atención o emoción. El pensamiento está íntimamente relacionado con la imaginación. Sorprendentemente, para muchas personas, el pensamiento por sí solo no tiene mucha energía; es sólo una posibilidad sin energía que le dé vida. Es la belleza del pensamiento puro. Ante la ausencia de emoción, no hay poder que pueda hacer realidad nuestros pensamientos. Nuestro don del pensamiento carente de emoción es el que nos permite modelar y simular las posibilidades de la vida sin riesgo, sin crear temor o caos en nuestras vidas. Es sólo con nuestro amor o miedo hacia los objetos de nuestros pensamientos como infundimos vida a las creaciones de nuestra imaginación.
Sentimiento
El sentimiento sólo puede existir cuando hay pensamiento y emoción, puesto que representa la unión de los dos. Cuando sentimos, estamos experimentando el deseo de nuestra emoción fusionada con la imaginación de nuestros pensamientos. El sentimiento es la clave de la oración, al igual que nuestro mundo de los sentimientos lo es para la creación. Cuando atraemos o repelemos a otras personas, situaciones y condiciones que encontramos en nuestra experiencia, quizá deberíamos observar nuestros sentimientos para comprender la razón.
Por definición, para tener un sentimiento, en primer lugar hemos de tener un pensamiento y una emoción. El reto para desarrollar nuestro nivel más elevado de dominio personal es reconocer qué pensamientos y emociones representan nuestros sentimientos.
De estas simples y hasta quizá demasiado simplificadas definiciones, es evidente por
qué es imposible «pensar sin más» en experiencias aterradoras y dolorosas. El pensamiento sólo es un componente de nuestra experiencia, «ver» en nuestra mente los posibles resultados. El dolor, sin embargo, es un sentimiento, el producto de nuestro pensamiento alimentado por el amor o el odio hacia lo que nuestra mente cree que ha ocurrido. Los maestros esenios, con esta fórmula, nos invitan a sanar los recuerdos de nuestras experiencias más dolorosas cambiando la emoción de la propia experiencia.
Como antigua base para el axioma moderno «la energía sigue a la atención», una parábola concisa del perdido Evangelio Q describe este concepto: «Quien quiera proteger su vida, acabará perdiéndola». Estas engañosas y breves palabras explican por qué a veces atraemos a nuestras vidas experiencias que son las últimas que habríamos deseado tener. En este ejemplo, mientras nos preparamos y defendemos contra todas las posibilidades y situaciones en las que podríamos perder nuestras vidas, el modelo sugiere que en realidad estamos llevando la atención a esa misma experiencia que estamos intentando evitar. Al no querer, creamos la condición que permite que suceda. En lugar de centrar nuestra atención en lo que no queremos, es mucho mejor identificamos con lo que queremos traer a nuestras vidas y vivir con esa perspectiva. Justamente las afirmaciones proporcionan un maravilloso ejemplo de este principio.
Últimamente, las afirmaciones se han hecho muy populares entre los seguidores de
algunas enseñanzas esotéricas y espirituales. En estas tradiciones se sugiere que al
afirmar, muchas veces al día, las cosas que elegimos experimentar en nuestra vida, estas llegan a suceder. En general, cuanto menos complicada sea la afirmación, más claro será el efecto. las palabras de nuestras afirmaciones con frecuencia reflejan un deseo de cambio en la vida, como por ejemplo: «Mi pareja perfecta se está manifestando para mí en este momento» o «Estoy desbordante ahora y en todas las manifestaciones futuras».
Conozco personas que llevan sus afirmaciones hasta el grado de convertirlas en una
disciplina formal. Empiezan a prepararse en el aseo con notas pegadas alrededor del
espejo, recordándose las afirmaciones. Cuando cogen el coche para ir al trabajo por la mañana, pegan las notas en el salpicadero y se las cuelgan en los retrovisores. En el trabajo en su despacho las pegan en la mesa, en el tablón de notas y en la pantalla del ordenador; cada nota es como un recordatorio de esas cosas que han elegido cambiar o traer a sus vidas.
Es evidente que a algunas personas las afirmaciones les han abierto poderosas
puertas. Por primera vez, las personas han empezado a sentirse dueñas y responsables
de las cosas que les pasan en la vida. A algunas personas las afirmaciones les han
funcionado; sin embargo, a otras muchas no. Tras meses de innumerables repeticiones
de recordatorios creativos sin resultado alguno, sencillamente han dejado de repetir las afirmaciones. Nuestro antiguo modelo de pensamiento, emoción y sentimiento podría ayudar a esas personas a comprender lo que ha sucedido o lo que no ha sucedido.
CUANDO LA ORACIÓN NO FUNCIONA
No hace mucho hice una encuesta informal entre los participantes de mis seminarios
respecto a la oración. Utilicé los resultados para proporcionar un ejemplo actual de la naturaleza de la oración en ese tipo de audiencia en particular. Cada encuesta empezaba con la pregunta: «Cuando rezas, ¿qué pides?». Me puse un tablón con las hojas y delante de él iba registrando los múltiples y variados escenarios que habían descrito los miembros de cada grupo. Después de seis meses de estas encuestas informales, de públicos que eran una muestra representativa de distintos estratos sociales, étnicos, geográficos y de edad, pude definir cuatro propósitos para orar: para conseguir más dinero, un trabajo mejor, tener buena salud y mejorar las relaciones, justamente en este orden.
Orar por: Pensamiento - Sentimiento - Emoción.
1. Más dinero ...
2. Un trabajo mejor ...
3. Buena salud ...
4. Mejorar las relaciones ...
Al aplicar nuestro modelo de oración como pensamiento, sentimiento y emoción,
podemos averiguar por qué funcionan nuestras oraciones y qué sucede cuando no es
así. Por ejemplo, a la cabeza de la lista, lo más normal era rezar por dinero. Si queremos rezar para conseguir «más dinero», primero hemos de ser conscientes de cuánto dinero tenemos. Si rellenamos los espacios en blanco a medida que nos desplazamos por la tabla hacia la derecha, obtendremos una visión sobre la cualidad de dichas percepciones.
Cuando pedí a los asistentes que piden más dinero en sus oraciones que describieran sus pensamientos sobre él, las respuestas me llegaban desde todas las direcciones de la sala. Como cabía esperar, eran bastante similares. Frases como «no tengo bastante», «necesito más» y «se me está acabando» eran bastante frecuentes. Enseguida apunté las palabras que correspondían al apartado «pensamiento».
Antes hemos identificado el pensamiento como nuestro sistema de guía, el programa
direccional para la energía que movemos en el mundo. Sin ese poder que alimenta a
nuestro pensamiento, este podría existir indefinidamente como una posibilidad en nuestra mente. El potencial del pensamiento sin la energía que lo alimenta, es lo que conocemos como deseo. Para que nuestro pensamiento tenga fuerza, hemos de infundirle energía; quizás esta sea la respuesta a por qué nuestras oraciones a veces parecen no tener respuesta.Cuando no está el poder que da vida a nuestras afirmaciones, éstas pueden existir indefinidamente como un potencial, como deseos bienintencionados.
Es nuestro don de la emoción el que confiere poder
a la posibilidad de nuestro deseo.
a la posibilidad de nuestro deseo.
Al reconocer que podemos elegir amor o miedo como la emoción que alimenta a nuestro pensamiento, es más frecuente que basemos nuestra necesidad en el segundo. Cuando decimos que «necesitamos más» o que se «nos está acabando», generalmente la emoción que está detrás de estas afirmaciones es el miedo. Aun reconociendo que puede haber excepciones, he colocado la palabra «miedo» a la cabeza de la categoría «emoción» en nuestra tabla. Con estos elementos de la oración aparentemente simples, adquirimos una claridad tremenda acerca del mecanismo de cómo y por qué nuestras oraciones funcionan en el modo en que lo hacen.
Con los resultados de esta tabla delante, planteo la siguiente pregunta: cuando
unimos la emoción del miedo con el pensamiento de «no tengo suficiente», ¿qué sentimiento obtenemos?. La respuesta suele ser el silencio. No me sorprende, porque el sentimiento es distinto para todos. La palabra que utilizamos para describir el sentimiento no es importante. Lo que importa es el sentimiento.
-¡Venga! -les vuelvo a preguntar-. ¿Cómo os sentís cuando pensáis que no tenéis
dinero y experimentáis la emoción del miedo?
-¡Uf! -oigo exclamar desde algunas partes de la sala. -¡Fatal! -dice alguien.
-Justamente -respondo yo-. Ahí es precisamente adonde quiero llegar. -A través de
nuestros sentimientos, de la unión invisible de pensamiento y emoción, escogemos las
situaciones que condicionan nuestra vida. Cuando imaginamos un resultado con el ojo de nuestra mente y somos conscientes de la emoción que lo está alimentando, forjamos el sentimiento. Para comprender lo que hemos creado, basta con mirar el mundo que nos
rodea. ¿Cómo vamos a crear dinero, relaciones y salud si los sentimientos que alimentan a nuestra creación son «fatal» y «uf»? Los sentimientos de desvalorización alimentan precisamente la creación de esa experiencia contraria a la que deseamos tener en nuestra vida, el sentimiento de falta de autoestima. Casi todas las personas presentes ya han escuchado los principios del ejercicio. Quizá lo que les resulte nuevo sea la oportunidad de poder comprender qué es lo que les había sucedido en el pasado cuando rezaban. Ahí es donde empieza nuestra sanación.
Al repasar juntos estos ejercicios, en menos de diez minutos, con la ayuda de un
sencillo tablón para colgar hojas, es posible ilustrar el mecanismo de lo que puede que sea el poder más grande de la creación. ¡Es la dicha que surge de recordar nuestro poder para traer bienestar, abundancia, salud, seguridad y felicidad a nuestras vidas, que se había perdido en Occidente hace mil quinientos años! Además de identificar cómo funciona nuestra tecnología interna de la oración, también tenemos que cambiar los elementos de nuestra oración para que nos sirvan mejor en el futuro.
Tras decir esto, inmediatamente se establece esta comprensión entre los participantes. Oigo un suspiro, luego otro y otro. Cada uno acentuado con brotes de risitas nerviosas, quizás en un esfuerzo para disipar la intensidad del momento. Al mirar los rostros de los asistentes, tengo el privilegio de contemplar el inicio del milagro.
EL CALDO DE LA CREACIÓN
Con los años, he aprendido muchas cosas de las personas que he conocido en distintos lugares. Aunque cada grupo de participantes es único, hay aspectos universales que conectan a cada grupo de cada ciudad con la experiencia común de formar una sola familia. Hacer una pregunta es uno de esos aspectos. Hay personas que se arman de valor para hacer una pregunta, mientras que otras, que se encuentran en el mismo lugar y se están preguntando lo mismo, no lo expresen. Algunas personas puede que sean conscientes de su pregunta, pero se sienten cohibidas para exponerla delante de un grupo. Otras, hasta que no la oyen en boca de otro no dicen: «Sí, yo me estaba preguntando lo mismo». Yo disfruto con esos momentos. Nuestros grandes momentos de comunicación se producen cuando hay la oportunidad de interactuar y aclarar cosas entre todos.
En una de las primeras oportunidades que tuve de presentar los conceptos de la oración en un taller, un señor que estaba sentado en las primeras filas, lanzó un suspiro que todo el mundo pudo oír. ¡Sin duda consiguió acaparar mi atención! Al mirarle, vi una expresión de inseguridad en su rostro. Busqué un modo de reconocer la frustración del hombre sin mirarle directamente, y quizá con ello hacerlo sentirse molesto; me dirigí entonces al público y dije: «¿Hay alguna pregunta?».
El hombre del suspiro aprovechó inmediatamente la oportunidad. Era un hombre de
unos treinta y cinco años, y tenía un codo apoyado sobre la mesa que compartía con los demás de su fila. Apoyaba informalmente la barbilla en su mano abierta situada debajo de la mandíbula. Mientras me dirigía hacia él para escuchar su pregunta, colocó su lápiz sobre la mesa cerca de su cuaderno de notas. Miré rápidamente la página que tenía delante. Estaba llena de notas, diagramas y garabatos. Pude ver que este hombre había estado ocupado. Comenzó a hablar con otro gran suspiro.
-Ya he oído esto antes -dijo, manteniendo la barbilla apoyada en su mano-. Llevo
muchos años en el «camino» y he estado con muchos maestros. De un modo u otro, todos han dicho lo mismo. Lo que está diciendo no es nada nuevo. Sin embargo, ha habido algo en lo que nunca había caído en la cuenta hasta ahora. ¿De qué modo nuestros sentimientos internos pueden tener algún efecto sobre lo que sucede en el mundo exterior?
Recordé la conversación que había tenido meses antes con mi madre. La idea de que el componente sutil del pensamiento, sentimiento y emoción pudiera tener algún efecto sobre el mundo físico de moléculas, átomos y células era un misterio para mi madre, al igual que para ese señor. Empecé con una explicación que he usado como una analogía en muchas ocasiones con el paso de los años. Procede de un experimento que recuerdo haber realizado en una fase temprana de mi vida para probarme los principios de los que estábamos hablando.
-El caldo de la creación existe como un estado de posibilidades -empecé-. Todos los componentes para cualquier cosa que podamos llegar a concebir, incluyendo la propia vida, existen en ese estado de posibilidad. Aunque allí están los componentes para formarlas, no hay ningún desencadenante que las «empuje» a moverse. Esta idea es muy similar a hacer una barra de caramelo de colores con una jarra de agua a la que le hemos añadido mucho azúcar. Podemos añadir muchas cucharadas de azúcar en el agua y ver cómo se disuelve y desaparece. Aunque ya no vemos el azúcar, sabemos que hay varias cucharadas en esa agua.
»El azúcar permanece en el mismo estado, invisible, hasta que llega algo que cambia las condiciones del agua. A eso lo llamamos catalizador, algo que desencadena una nueva oportunidad para que el agua y el azúcar interactúen. El desencadenante puede ser algo tan simple como colocar una cuerda de fibra en el agua. Cuando el agua impregnada de azúcar se absorbe en la cuerda, se evapora y se separa del azúcar. Al no haber agua, el azúcar se cristaliza en una nueva expresión de sí mismo, en los diminutos cristales que siguen las leyes del aire más que las del agua. Diferentes temperaturas y presiones representan distintas leyes y producen cristales diferentes.
»Cuando creamos sentimientos sobre las cosas que queremos experimentar en el mundo, estos son como la cuerda en la solución de azúcar. Entre las posibilidades de la creación colocamos una imagen de sentimientos, con la energía suficiente para hacer realidad una nueva posibilidad. Sin embargo, la clave de este sistema es que la creación devuelve precisamente lo que nos ha mostrado nuestra Imagen. La imagen le dice al caldo creativo dónde hemos puesto nuestra atención. La emoción que asociamos a nuestra imagen atrae la posibilidad de la misma. Cuando «no queremos» algo -Una emoción que se basa en el miedo-, nuestro miedo está aumentando eso que no queremos.
Estas leyes nos invitan a robustecer nuestras elecciones centrándonos en las experiencias positivas que hemos elegido más que preparándonos para las cosas negativas que no deseamos. La creación simplemente produce la consecuencia de nuestro sentimiento, perpetuando aquello que hemos imaginado. Este es el antiguo secreto de un modo olvidado de oración, algo que se perdió en el siglo IV.
Vi el cambio de expresión en la cara del hombre. En cuestión de segundos, este sencillo experimento, que hoy en día se realiza en potes de mayonesa expuestos a la luz solar en innumerables alféizares de ventanas de incontables aulas alrededor del mundo, explicaba una posibilidad que le había desconcertado durante años.
¿CÓMO ORAMOS?
Tras él ejercicio de afirmaciones y oración, pregunté a los participantes si sentían que sus oraciones en el pasado habían tenido respuesta. Al principio hubo silencio, dudaban en responder. Poco a poco la gente empezó a levantar la mano para decir «no» o «sólo a veces». Estas personas me estaban diciendo que para las categorías de la oración concernientes al dinero, trabajo, relaciones y maestros, muchos sentían que sus ruegos no habían sido escuchados.
Mi siguiente pregunta fue: «¿Por qué?». ¿Adónde recurrimos para comprender la sofisticada tecnología de la oración y cómo la aplicamos a nuestras vidas? Los investigadores de la oración, por razones de estudio, dividen las múltiples aplicaciones y métodos de oración utilizados en Occidente en grandes categorías. Por ejemplo, Margaret Paloma, profesora de sociología en la Universidad de Akron (Ohio), identifica cuatro clases o modos, que describo a continuación.
Oración Coloquial
Nos comunicamos con Dios con nuestras propias palabras, describiendo informalmente nuestros problemas o dando las gracias por las bendiciones que recibimos en nuestras vidas: «Amado Dios, por favor, permite por esta vez que mi coche llegue a la gasolinera que está en la próxima salida de la autopista, te prometo que nunca volveré a dejar que se me acabe la gasolina».
Oración de Petición
En este tipo de oración pedimos nuestro bien a las fuerzas creativas de nuestro mundo para obtener cosas o resultados específicos. La oración de petición puede ser formal o con nuestras propias palabras: «Poderosa presencia "Yo soy", reclamo mi derecho a sanar».
Oración Ritualista
Aquí repetimos una secuencia determinada de palabras, quizás en ocasiones especiales o en momentos concretos. Las oraciones antes de irse a dormir como el «Con Dios me acuesto...», o el «Señor, bendice los alimentos que vamos a tomar... » antes de las comidas, son ejemplos por todos conocidos.
Oración Meditativa.
Una oración meditativa es la que trasciende las palabras. En meditación estamos en silencio, quietos, abiertos y conscientes de la presencia de las fuerzas creativas dentro de nuestros mundos y nuestros cuerpos. En nuestra quietud, dejamos que la creación se exprese a través de nosotros en ese momento.
Para muchas personas, la práctica de la meditación va más allá de la oración. En el sentido más estricto de la palabra, si la meditación implica un pensamiento, un sentimiento y una emoción, puede ser definida como meditación y oración.
Los cuatro modos descritos, utilizados individualmente o combinados, constituyen el grueso de las modalidades de oración que se emplean en Occidente. En mi experiencia de las tradiciones indígenas o esotéricas, siempre ha habido referencias a un modo de oración que nunca ha parecido encajar en ninguna de estas categorías. Los viajes a algunos de los lugares más sagrados de la Tierra me han revelado un modo de oración que está reservado para los iniciados y los estudiantes serios de temas espirituales.
Las paredes de los templos de Egipto, las costumbres de los amerindios del Norte y los curanderos de las montañas de Perú me han enseñado una forma de oración que no parece ser conocida en las tradiciones occidentales.
¿Es posible que exista un quinto modo que nos permita fusiona nuestros pensamientos, sentimientos y emociones en una única y potente fuerza de creación?.
Además, ¿es esta la fuerza que abre directamente la puerta a los procesos de sanación
en nuestro cuerpo y en el mundo?
Tanto los textos antiguos como los estudios modernos
nos dan a entender que así es.
Los ejemplos del cáncer curado, de la desaparición de la herida del cuello, la compresión del tiempo en el desierto del Sinaí y la misteriosa contraorden del bombardeo de Iraq nos ofrecen pistas sobre el secreto que envuelve a nuestro olvidado método de oración. Gracias a nuestra nueva comprensión del tiempo y de los puntos de elección, la física cuántica considera la posibilidad de cada uno de estos aparentes milagros como productos que ya existen. El secreto de nuestro olvidado método de oración es cambiar nuestra visión de la vida sintiendo que el «milagro» ya se ha producido y que nuestras oraciones ya han sido escuchadas. Los pueblos indígenas del mundo comparten el recuerdo de esta oración en sus textos más sagrados y en sus tradiciones más antiguas.
Ahora tenemos la oportunidad de atraer esta sabiduría a nuestras vidas en forma de oraciones de gratitud por lo que ya tenemos, en lugar de pedir para que nuestras oraciones sean escuchadas.
LA ORACIÓN DE DAVID
Estiré la mano por encima del hombro para alcanzar una botella de agua fresca de mi mochila. Eran sólo las once de la mañana y el alto sol del desierto ya había penetrado el grueso nailon, eliminando cualquier resquicio de frescor de la botella. Durante semanas nos habían estado avisando de que estaban prohibidas las fogatas y quemar basuras. Incluso lanzar un cigarrillo desde la ventana de un vehículo en marcha podía suponer una cuantiosa multa. Este era el tercer año de sequía en el desierto del sudoeste de Estados Unidos. Aunque era una época de climas extremos en todas partes, parecía que las montañas del norte de Nuevo México estaban especialmente afectadas. Las pistas de esquí no habían abierto ese año, y el río Grande se había reducido a un hilo antes de fusionarse con el río Rojo cerca de Questa.
Al coger la reblandecida botella de plástico para abrirla, se me derramó un poco de agua alrededor del tapón. Observé fascinado cómo el agua salpicaba el suelo. La superficie estaba tan reseca que las gotas se fusionaban formando un charquito antes de rodar al interior de una pequeña depresión cercana. Incluso dentro de ese hoyo superficial, no se difuminaron y absorbieron en la tierra. Para mi sorpresa, todo el charquito se evaporó en cuestión de segundos.
-La tierra tiene demasiada sed para beber -me dijo David suavemente desde detrás.
-¿Has visto antes una sequía como ésta? -le pregunté.
-Los ancianos dicen que hace más de cien años que las lluvias no nos dejaban durante tanto tiempo -respondió David-. Esta es la razón por la que hemos venido a este
lugar, para invocar a la lluvia.
Hacía años que conocía a David; de hecho, desde antes de trasladarme al elevado desierto del norte de Santa Fe. Los dos habíamos emprendido un viaje sagrado alejándonos de nuestros hogares, familias y seres queridos. Su gente llamaba a estos viajes la «búsqueda de la visión». Para mí suponía la oportunidad de escaparme de mis compromisos corporativos y estar en contacto con la tierra durante mi etapa periódica de reflexión sobre mi propósito y rumbo en la vida. A los cinco meses de habernos conocido, me fui a vivir a las montañas que había visitado para estar en soledad. Aunque David y yo rara vez nos veíamos, cuando lo hacíamos era como si hubiéramos estado hablando el día anterior. Nunca había ninguna sensación de extrañeza o necesidad de disculparnos por nuestra falta de contacto. Los dos sabíamos que teníamos que dar prioridad a las cosas de nuestra vida que nos exigía nuestra atención. En ese momento estábamos juntos, compartiendo una tórrida mañana de verano en el desierto.
Tras un largo trago de mi botella caliente, me levanté y empecé a caminar hacia David. Él estaba a unos veinte pasos por delante. Le seguía por un camino invisible que sólo él podía ver. Nuestra marcha se hacía más rápida a medida que nos abríamos paso por densos matorrales de salvia y chamico que llegaban a la altura de las rodillas. Miré el suelo que tenía delante. Cada uno de mis pasos levantaba una pequeña nube de polvo que desaparecía en la tórrida y seca brisa. Detrás no quedaba ni rastro del camino que estábamos creando. David sabía exactamente adónde íbamos; era un lugar conocido por su familia y antepasados durante muchas generaciones. Año tras año acudían a ese lugar en busca de la visión, para realizar sus ritos de paso, y en ocasiones especiales como hoy.
-Allí -dijo David. Miré hacia donde estaba apuntando. Tenía el mismo aspecto que los otros miles de hectáreas de salvia, junípero y pino que nos rodeaban en el valle.
-¿Dónde? -pregunté.
-Allí, donde cambia la tierra -respondió David.
Miré detenidamente, estudiando el paisaje. Revisé la parte superior de la vegetación, mis ojos buscaban irregularidades en el espacio y en el color. De pronto saltó a la vista, como una imagen oculta en uno de esos gráficos tridimensionales que disfrazan una imagen entre los puntos. Miré más de cerca y vi que las puntas de los arbustos de salvia tenían una distribución diferente. Al dirigirnos hacia la aparente anomalía, pude ver algo en el suelo, algo grande e inesperado. Me detuve para colocarme a la sombra que creaba mi propio cuerpo, y entonces pude ver una serie de piedras, hermosas y de todo tipo, organizadas para formar perfectas líneas y círculos geométricos. Cada piedra estaba exactamente situada, revelando la precisión con la que las antiguas manos las habían colocado cientos de años antes.
¿Qué es este lugar? -le pregunté a David-. ¿Por qué está aquí, en medio de la nada?
-Esta es la razón por la que hemos venido -dijo riendo- por esto, lo que tú llamas «nada», es por lo que estamos aquí. Hoy sólo estamos tú y yo, la tierra, el cielo y nuestro Creador. Eso es todo. Aquí no hay nada más. Hoy nos pondremos en contacto con las fuerzas invisibles de este mundo; hablaremos con la Madre Tierra, con el Padre Cielo y con los mensajeros que están entre medio.
»Hoy rezaremos lluvia -dijo David.
Siempre me sorprende la rapidez con la que los viejos recuerdos pueden inundar el presente. Al igual que me sorprende lo pronto que se desvanecen. Al momento, mi mente buscó las imágenes de lo que esperaba que iba a suceder a continuación. Recordé las escenas de oración que me eran familiares. Recordaba haber ido a los pueblos vecinos y ver a los nativos ataviados con prendas de su tierra. Recuerdo haberlos estudiado mientras se movían rítmicamente al son de los mazos de madera con los que percutían los tambores de cuero de alce tensado sobre marcos de pino. Sin embargo, ningún recuerdo de mi mente podía prepararme para lo que iba a presenciar.
-El círculo de piedra es una rueda de medicina -me explicó David-. Que nosotros recordemos, siempre ha estado aquí. La rueda no tiene poder en sí misma. Sirve como objeto de concentración para invocar la oración. Puedes verlo como un mapa de carreteras.
Yo debía de haber puesto cara de perplejidad. Por lo que David se adelantó a mi pregunta y la respondió antes de que hubiera acabado de formularla en mi mente.
-Un mapa entre los seres humanos y las fuerzas de este mundo -dijo respondiendo a la pregunta que todavía no había formulado-. El mapa fue creado aquí, porque en este lugar las pieles de ambos mundos son muy finas. Cuando yo era un niño me enseñaron el lenguaje de este mapa. Hoy recorreré un antiguo camino que conduce a otros mundos. Desde esos mundos, hablaré con las fuerzas de esta tierra, para hacer lo que hemos venido a hacer. Invitar a la lluvia.
Observé cómo David se sacaba los zapatos. Hasta la forma en que se desataba los lazos de sus viejas botas de trabajo era una oración, metódica, intencionada y sagrada. Con sus pies descalzos sobre la tierra, se dio la vuelta y se apartó de mí en dirección al círculo. Sin emitir sonido alguno recorría su camino alrededor de la rueda, con sumo cuidado para respetar la colocación de cada una de las piedras. Con veneración hacia sus antepasados, colocó sus desnudos pies sobre la tierra agrietada. En cada paso, los dedos de sus pies se acercaban a menos de un centímetro de las piedras exteriores. Ni una sola vez las tocó. Cada piedra se quedó justo en el mismo sitio donde otras manos, de una generación hace mucho tiempo desaparecida, las habían colocado. Mientras circundaba el contorno más lejano del círculo, David se giró, permitiéndome ver su rostro. Para mi sorpresa, sus ojos estaban cerrados. Habían estado así todo el tiempo. ¡Estaba venerando una a una la posición de cada piedra blanca y redonda sintiéndolas mediante la posición de sus pies! David regresó al lugar más cercano a mí y colocó sus manos en posición de oración delante de su cara. Su respiración era casi imperceptible. Parecía no enterarse del calor del sol del mediodía. Tras unos breves segundos en esta posición, respiró profundamente, relajó la postura y se giró hacia mí.
-Vámonos, aquí ya hemos terminado -dijo mirándome directamente.
-¿Ya? -pregunté un poco sorprendido. Parecía como si acabáramos de llegar-. Pensé que íbamos a rezar para invocar a la lluvia.
David se sentó en el suelo para ponerse de nuevo los zapatos. Me miró y sonrió.
-No, yo te dije que «rezaría lluvia» -respondió-. Si hubiera rezado para invocar a la lluvia, nunca podría suceder.
Por la tarde cambió el tiempo. La lluvia empezó de repente, con unos pocos sonidos sordos sobre la tierra que estaba en dirección a las montañas del este. En cuestión de minutos las gotas se fueron haciendo más grandes y más frecuentes, hasta que se declaró una tormenta con todas las de la ley. Enormes nubes negras cubrían el valle, oscureciendo las montañas de Colorado por el norte durante el resto de la tarde. El agua se acumulaba con tanta rapidez que la tierra no la podía absorber, y al cabo de poco tiempo empezaron los temores a las inundaciones. Miré los 18 kilómetros de salvia que había entre donde me encontraba yo y la cadena montañosa al este. El valle parecía un inmenso lago. A última hora de la tarde, miré la previsión meteorológica de las estaciones locales.
Aunque no estaba sorprendido, recuerdo haber sentido admiración mientras los mapas
del tiempo coloreados parpadeaban en la pantalla. Las flechas animadas indicaban el
típico patrón de aire frío y húmedo que descendía formando un ángulo desde la región
Noroeste del Pacífico, atravesaba Utah y entraba en Colorado, como solía hacer en los
meses de verano. Luego, inexplicablemente, la corriente cambió su curso e hizo algo
excepcional. Observaba, sorprendido, cómo la masa de aire se adentraba con precisión
en el sur de Colorado y norte de Nuevo México antes de formar un cerrado bucle para
cambiar de dirección y regresar al norte, reanudando su camino a través de la región
Central. Con ese descenso se convertía en un frente de baja presión y aire frío que se mezclaría con el aire caliente y húmedo que ascendía del Golfo de México, la receta perfecta para la lluvia. Por las previsiones del tiempo, parecía que iba a llover y bastante.
Llamé a David a la mañana siguiente.
-¡Qué desastre! -exclamé-. Las carreteras han desaparecido. Las casas y los campos están inundados. ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo explicas toda esta lluvia?.
La voz al otro lado de la línea permaneció en silencio durante unos segundos.
-Ese es el problema -dijo David-. ¡Esta es la parte de la oración que todavía no he comprendido!.
A la mañana siguiente, la tierra ya estaba lo bastante húmeda para aceptar más agua. Me monté en el coche y atravesé varios Pueblos en dirección a la ciudad más cercana. La gente estaba extasiada contemplando la lluvia. Los niños jugaban en el barro. Los granjeros estaban en las ferreterías y tiendas de ultramarinos, ocupándose de sus negocios de ganadería y agricultura. Las cosechas habían sufrido un daño mínimo. El ganado tenía agua en sus estanques y parecía como si el norte de Nuevo México hubiera superado la tristeza de la sequía, al menos en lo que quedaba de verano.
GRATITUD: RESPIRAR LA VIDA EN NUESTRAS ORACIONES
La historia de David ilustra perfectamente el funcionamiento interno de un modo de oración olvidado por nuestra cultura hace casi dos mil años. Tras su breve ceremonia dentro del círculo de la medicina, David me había mirado y dicho simplemente: «Vámonos, aquí ya hemos terminado nuestro trabajo». El resto del tiempo que estuve con David ese día, ahora tiene mucho más sentido e importancia. Ya sé lo que significaba la respuesta de David «he venido a rezar lluvia». El resto de la historia quizá sea mejor contarla con sus propias palabras.
-Cuando era joven -dijo-, nuestros mayores me transmitieron el secreto de la oración.
El secreto es que cuando pedimos algo, estamos reconociendo que no lo tenemos. Seguir pidiendo sólo aumenta el poder de lo que nunca sucederá. «El camino entre el ser humano y las fuerzas de este mundo empiezan en nuestro corazón. Es allí donde nuestro mundo de los sentimientos se une con el de nuestro pensamientos». En mi oración, empecé con un sentimiento de gratitud por todo lo que existe y por todo lo que ha sucedido. Di gracias al viento del desierto, al calor y a la sequía, pues hasta ahora así es como ha sido. No es bueno. No es malo. Ha sido nuestra medicina. »Luego he escogido otra medicina. Empecé a sentir lluvia. Sentí la lluvia cayendo sobre mi cuerpo. De pie en el círculo de piedra, imaginé que estaba en la plaza de nuestro pueblo, descalzo bajo la lluvia. Sentí la sensación de la tierra húmeda que rezumaba entre los dedos de mis pies. Olí el olor de la lluvia en las paredes de paja y barro de las casas de nuestro pueblo después de las tormentas. Sentí la sensación de caminar por los campos de maíz que crecía hasta la altura de mi pecho debido a la generosidad de las lluvias. Los ancianos nos recuerdan que así es como elegimos nuestro camino en este mundo. Primero hemos de tener el sentimiento de lo que deseamos experimentar. Así es como plantamos las semillas para un nuevo camino. De ahí en adelante -prosiguió David- nuestra oración se convierte en una acción de gracias.
-¿Gracias? ¿Quieres decir gracias por lo que hemos creado?.
-No, no por lo que hemos creado -respondió David – la creación ya esta completa. Nuestra oración se convierte en una oración de gracias por la oportunidad se elegir que creación vamos a experimentar. Mediante nuestro agradecimiento, veneramos todas las posibilidades y atraemos a nuestro mundo aquellas que deseamos.
De este modo, con las palabras de su pueblo, David había compartido conmigo el
secreto de entrar en comunión con las fuerzas de nuestro mundo y nuestros cuerpos.
Aunque había escuchado y comprendido lo que me había dicho, sus palabras todavía
son más significativas para mí hoy en día.
NUESTRO MÉTODO DE ORACIÓN OLVIDADO
Después de haber estado con David, volví a buscar en los textos, algunos antiguos, otros contemporáneos. Descubrí que muchos grupos, organizaciones y sistemas filosóficos hablaban de nuestro olvidado método de oración. Muchos continúan practicándolo, con técnicas que nos dicen «piensa como si tus oraciones ya se hubieran hecho realidad» o «como si tus oraciones vinieran del lugar donde se cumple la oración». No obstante, por más que he investigado estas tecnologías, casi siempre el elemento del sentimiento brillaba por su ausencia.
A mediados del siglo xx, un hombre conocido simplemente como Neville puso en la
vanguardia del pensamiento contemporáneo el método olvidado de oración con su trabajo
pionero sobre las leyes de causa y efecto. Nacido en Barbados, Antillas, Neville describió elocuentemente su filosofía de hacer realidad nuestros sueños mediante el sentimiento e invitamos a «hacer de [nuestro] futuro sueño un hecho en el presente, adoptando el sentimiento de [nuestro] deseo realizado».
Además, Neville sugiere que es el amor por nuestro nuevo estado el que infunde poder para que su existencia se haga realidad. «A menos que tú mismo entres en la imagen y pienses desde ella, esta no puede nacer. »'
Examinar una oración específica, como una oración por la paz, puede aportar un grado de concreción a estos conceptos a veces un tanto confusos.
Los condicionamientos reinantes en nuestras tradiciones occidentales han hecho que «pidiéramos» que la paz se produzca bajo determinadas circunstancias. Al pedir que haya paz, por ejemplo, estamos reconociendo inconscientemente el hecho de que no la hay, quizá hasta reforcemos lo que puede ser visto como un estado de violencia. Desde la perspectiva de nuestro quinto modo de oración, se nos invita a crear paz en nuestro mundo mediante el pensamiento, el sentimiento y la emoción en nuestro cuerpo. Una vez que hemos creado en nuestra mente la imagen de nuestro deseo y hemos sentido que este se ha realizado en nuestro corazón, ¡Ya ha sucedido!. Aunque el propósito de nuestra oración puede que todavía no se haya materializado ante nuestros sentidos, suponemos que así es. El secreto del quinto modo de oración reside en reconocer que cuando sentimos, el efecto de nuestros sentimientos ya ha tenido lugar en alguna parte, en algún plano de nuestra existencia.
Nuestra oración se origina entonces desde una perspectiva muy distinta. En lugar de pedir que se produzca el resultado de nuestra oración, reconocemos nuestro papel como una parte activa de la creación y damos gracias por lo que estamos seguros de haber creado. Tanto si vemos los resultados inmediatamente como si no, reconocemos que en algún lugar de la creación nuestra oración ya ha sido escuchada. Ahora nuestra oración se convierte en una oración afirmativa de acción de gracias, que alimenta nuestra creación y permite que se desarrolle en su máximo potencial. A continuación expongo un resumen de nuestra oración por la paz, desde la perspectiva tradicional y desde la de nuestro método olvidado de oración.
Oración de Petición
1. Nos centramos en las condiciones donde creemos que no existe la paz.
2. Pedimos la intervención de un gran poder para que cambie dichas condiciones.
3. Al hacer la petición, puede que estemos reconociendo que la paz y que el cambio
positivo todavía no existen en esos lugares.
4. Continuamos pidiendo esta intervención hasta que vemos que se produce el
cambio en nuestro mundo.
El Quinto Modo de Oración
1. Tomamos nota de todos los acontecimientos, los que vemos cuando no hay paz, sin juzgarlos como buenos, malos, justos o injustos.
2. Mediante la tecnología del pensamiento, el sentimiento y la emoción creamos las condiciones desde nuestro interior que elegimos para tomar nota de nuestro mundo exterior. Por ejemplo: «Un cambio positivo en la Tierra, sanación para todo tipo de vida y paz en todos los mundos». Nuestro sentimiento de que ya es así da fuerza a nuestra oración y materializa ese fruto. Al hacerlo, hemos renovado el recuerdo de una posibilidad mejor.
Reconocemos el poder de nuestra «tecnología interna» y damos por hecho que nuestra petición ya se ha cumplido; la paz y el cambio positivo ya están aquí.
Nuestra oración consiste ahora en:
a) Reconocer lo que hemos elegido,
b) Sentir que ya se ha cumplido,
c) Dar gracias por tener la oportunidad de elegir,
y al hacerlo infundimos vida en nuestra elección.
Las últimas traducciones de los textos arameos originales ofrecen nuevas visiones de
por qué las referencias a la oración han sido tan ambiguas en el pasado. Los manuscritos del siglo XII revelan el grado de las libertades que se tomaron para condensar la estructura de las frases y simplificar su significado. Quizás una de las referencias más evidentes, y al mismo tiempo sutiles, sea una oración que se ha enseñado durante varias generaciones a los estudiantes de teología y a los alumnos del catecismo dominical. Este fragmento de nuestro método de oración olvidado nos invita a «pedir» el beneficio de nuestra oración, como en nuestra conocida admonición «pedid y recibiréis». La comparación del texto arameo ampliado con la versión bíblica moderna de la oración nos ofrece poderosas revelaciones sobre las posibilidades de esta tecnología perdida.
La versión moderna condensada:
En verdad, en verdad os digo, que todo cuanto pidiereis a mi Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido. (Jn, 16,2324).
La versión original, vuelta a traducir del arameo:
Todo aquello que pidas directa y abiertamente en mi nombre, te será concedido.
Hasta ahora no lo has hecho. Pide sin un motivo oculto y serás rodeado por la respuesta.
Déjate envolver por lo que deseas, que tu júbilo sea completo...'
A través de las palabras de otros tiempos, se nos invita a acoger nuestro olvidado
método de oración como una conciencia que nosotros encarnamos, en lugar de una forma
prescrita de acción que realizamos para tal efecto. Al invitarnos a estar «rodeados» por nuestra respuesta y «envueltos» por lo que deseamos, este antiguo pasaje hace hincapié en el poder de nuestros sentimientos. En nuestro lenguaje actual, esta elocuente frase nos recuerda que para crear nuestro mundo, en primer lugar hemos de tener los sentimientos de que nuestra creación ya se ha realizado. Nuestras oraciones se convierten entonces en una acción de gracias por lo que hemos creado, en lugar de ser peticiones de lo que queremos que suceda.
UNA NUEVA FE
No puedo decir a ciencia cierta que la oración de David tuviera algo que ver con las tormentas que se produjeron durante el tiempo que estuvimos juntos. Lo que sí puedo decir es que el tiempo en el norte de Nuevo México cambió ese día. Tras semanas de sequía, de cosechas perdidas y ganado deshidratado, en un día cambió el tiempo y llegaron lluvias torrenciales que dieron lugar a lluvias diarias que duraron hasta las heladas de otoño. Además, puedo decir que hubo una sincronicidad entre el inesperado cambio de tiempo y la experiencia que compartí con David. El tiempo que transcurrió entre los acontecimientos fue cuestión de horas. ¿Cómo podemos probar un hecho de tal magnitud e importancia?.
Los habitantes de los pueblos de amerindios en la desierta región suroeste no necesitan pruebas; sin duda alguna, ellos saben que dentro de cada uno de nosotros se encuentra el poder para comunicarnos directamente con las fuerzas creadoras de este mundo y fuera de él. Lo hacen sin expectativas, sin juzgar el resultado de su comunión.
Por ejemplo, si no hubieran venido las lluvias, David habría visto la ausencia de las mismas como una parte de su oración, en lugar de como una señal de fracaso. Su oración no ponía condiciones. No puso una fecha al resultado de su comunión con las fuerzas de la naturaleza. David había compartido un momento divino con los poderes de la creación, había plantado la semilla sagrada de una posibilidad a través de su oración y había dado gracias por tener la oportunidad de elegir otro resultado. Su inquebrantable fe en que su oración había logrado algo es la clave para regresar a nuestra oración perdida.
En nuestro mundo moderno, con frecuencia esperamos una gratificación y una respuesta rápida. El tiempo de procesamiento de nuestros ordenadores, por ejemplo, supera en más de cincuenta veces la rapidez de los primeros microordenadores de principios de los ochenta. Entonces, pensábamos que eran rápidos. Esperar durante más de una fracción de segundo tras teclear nuestro comando en el teclado a veces nos provoca ansiedad por obtener una respuesta que hace sólo unos años suponía el último avance de la tecnología. Los hornos microondas han reducido a la mitad el tiempo que se necesitaba para hervir el agua con la cocina de gas o eléctrica convencional.
Ahora, esperamos con impaciencia a que el reloj digital marque los segundos que quedan para que hierva el agua. Ha habido una tendencia a ver los resultados de la oración del mismo modo. Si los resultados no son inmediatos, sentimos que no ha funcionado. Los antepasados eran más sabios.
Cuando David oraba lluvia, sabía a ciencia cierta que con su oración había invitado una nueva posibilidad. También sabía que su oración no era más que una posibilidad. Quizás el efecto no seria inmediato para nuestros ojos. Mientras él y yo estábamos de pie en el campo de salvia, en lo alto de los desiertos del norte de Nuevo México, el hecho de que no viéramos inmediatamente la lluvia no le afectó a David demasiado. Estaba seguro de su capacidad para elegir otro resultado y su confianza era algo natural para él.
La certeza de David de haber plantado la semilla de la posibilidad en alguna parte de las profundidades de la creación, nos conduce a replanteamos una palabra que puede que en los últimos tiempos haya perdido su significado. Esa palabra es fe. Aunque en The American Heritage College Dictionary la fe se define como «creencia que no se basa en pruebas lógicas o evidencias materiales», los antepasados y los pueblos indígenas de nuestros días aceptan una definición de la palabra mucho más amplia. Su comprensión es tan válida hoy en día como lo fue en generaciones pasadas, cuando la fe era la clave para
comunicarse con las fuerzas invisibles de nuestro mundo. Gracias a su maravillosamente integrada visión de nuestro papel en la creación, la fe se convierte en la aceptación de nuestro poder como fuerza directriz en la creación.
Esta visión unificada es la que nos permite avanzar en la vida con la confianza de que a través de nuestras oraciones hemos plantado las semillas de nuevas posibilidades. Nuestra fe nos permite reasegurarnos de que nuestras oraciones han sido escuchadas. Con esta conciencia, nuestros rezos se transforman en expresiones de gratitud que infunden vida a nuestras elecciones a medida que estas se manifiestan en el mundo.
"Siete son los senderos que cruzan el Huerto Infinito,
y cada uno deberá transitarse con el cuerpo, el corazón y la mente cual uno".
Evangelio Esenio de la Paz.
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