Habían invitado a Marta a una fiesta de inauguración. Estaba dolorida, irritable, hinchada… sabía que le iba a bajar la regla de un momento a otro. Le gustaba el arte, pero nunca se había decidido a emprender ningún proyecto creativo. Quizás por que sentía que alguna semilla estaba a punto de germinar, se decidió finalmente a arreglarse para asistir la sala de exposiciones aquella noche, a pesar de su malestar.
Dentro de su vientre, en el sistema reproductivo, se libraba en aquellos días la batalla de todos los meses. Cuando ovarios, trompas, útero y endometrio, cumplían su misión de ciclo, se ponía en marcha un sistema de alerta que anunciaba: “Eres mujer”, “puedes procrear”, “vas a tener la menstruación, signo exterior de tu feminidad”… El rechazo inconsciente de Marta a todos estos mensajes enviaba a cada aparato una respuesta de inhibición que dificultaba el natural fluir de sus funciones. Esto le causaba los síntomas de lo que el doctor había diagnosticado como “Síndrome premenstrual”.
Esa exposición de pinturas le resultó muy particular. Se trataba de un grupo de mujeres que habían realizado su autorretrato, nada menos que utilizando sangre menstrual como pigmento principal. Leyó con interés los folletos que repartieron sobre el sentido de ese acto y le resonó hasta tal punto, que cuando al día siguiente empezó a manchar, pintó su autorretrato y su vida no fue la misma desde entonces…
