miércoles, 9 de febrero de 2011
EXALTACIÓN DEL NOMBRE.
Una de las tareas más grandes que tiene quien desea liberarse de los límites espirituales que le ha impuesto la familia, la sociedad y la cultura, es el nombre. Desde que nacemos nos imprimen esa necesaria etiqueta, nombre y apellido(s) que se van infiltrando en el alma hasta que se convierten en nuestro tiránico doble. Luchamos por hacernos un nombre, tememos que nos lo ensucien, sin él nos sentimos desaparecer. El nombre nos amarra al clan, haciéndonos herederos de sus calidades y errores, nos clasifica en una nacionalidad, en una clase social, especifica nuestro sexo, es como un cofre poderoso que contiene lo mucho o poco que somos.
Si queremos domar a nuestro ego, desarrollar nuestra conciencia y despertar el ser esencial que somos, lo primero que tenemos que hacer es luchar con nuestro nombre para impedir que nos domine y, respetándolo, transformarlo. Hay quienes, creyéndose “nobles” o “famosos” lo portan con orgullo, sintiéndose superiores, pero eso les impide desarrollar sus potenciales mágicos, divinos, luminosos que exigen un distanciamiento de cualquiera definición de sí mismo. Todas las religiones han intuido esto y proceden, cuando aceptan en su comunidad a un nuevo miembro, a cambiarle el nombre. También lo han intuido los poetas y magos: el abate Constant publicó sus tratados de magia diciendo ser Eliphás Levi, Neftalí Reyes se hizo Pablo Neruda, étc… Sin embargo, desde un punto de vista alquímico, esto es una huida: no se trata de cambiar una cosa por otra sino de transformar el metal vil en un metal puro… Cuando comprendí esto, me di cuenta que si quería liberarme de la neurosis que me aquejaba, vencer mi desvalorización, el rencor hacia mi padre y realizarme siendo lo que era y no lo que el clan quería que yo fuera, debía tomar mi nombre como un trozo de plomo y trabajar sobre él hasta convertirlo en oro. Mi apellido materno Prullansky no lo tomé en cuenta porque siendo mi madre hija de una violación, su madre, avergonzada, había adoptado ese apellido que sólo era un sonido sin raíces. El gran problema de mi progenitora, su constante humillación, era que no tenía un apellido paterno.
Comencé mi trabajo contando con 19 letras, ALEJANDRO JODOROWSKY. Mi apellido era odiado por mi padre porque lo denunciaba como un emigrante. En su célula del partido comunista se hacía llamar Juan Araucano. Los chilenos se burlaban de él. “¡No jodas Jodo!” Ese JODER era infamante…
Busqué primero que nada lo negativo, el plomo: alejandro JODOorOwskY: YO JODO , (yo molesto, yo fornico). AlejANDrojodorOwSkY: SOY NADA. alEJAndRo jodorowSky: REJAS. alEjandro jODoRowsky: ODER (apestar). ALEJAndRo jodorowsky: ALEJAR. alEJAnDRo jodorowsky: DEJAR. AlejANDRo JOdorowsky: ANDRAJO. Estas palabras resumían el desprecio que durante siglos había agobiado a mis antepasados judíos, acusados de que su carne emitía un olor fétido, sin patria, continuamente expulsados, convertidos en números cuando encerrados en campos de concentración, acusados de asesinar niños en misas negras y tantas otras persecuciones que habían convertido a mis abuelos en andrajos humanos.
Pasé a la segunda etapa: la exaltación. Con inmensa gratitud y euforia descubrí que en el centro de mi nombre se ocultaba un ojo de oro: alejandr OJO D ORO wsky. Más tarde vi que también tenía -alEJAndRO jodorowsky- una oreja de oro. La lectura, la música, las artes plásticas me llamaban. Y también podía tener un gran olfato -alejANdro jodorOwSky: NASO. siendo una gran nariz símbolo de inteligencia. Un OSO ALADO -ALejAnDrO jOdorOwSky- me otorgaba el símbolo de la constelación polar Osa Mayor, que en la tradición hindú es el hogar de los siete Rishis, símbolos de la sabiduría y de la tradición primordial. Esto confirmado por el SOL que lucía en mi cielo (SKY). AlejANdRo: poseía una RANA mágica que podía transformarse en princesa, es decir un alma presta a ser despertada por mi espíritu. Y, muy importante, una noble definición de mí mismo: AlejANDRO jodorOwSkY: SOY SANADOR… ALejanDRO jOdoROwSky: OLOR DE ROSAS: el perfume que emana la carne de los santos… De pronto me di cuenta que había recibido de mi humillado padre -que a causa de la miseria no había podido estudiar y cultivarse, condenado a ser un comerciante que apenas sabía escribir- al que sería mi maestro para toda la vida: el maestro zen EJO TAKATA… ¡Desde mi nacimiento, lo llevaba como una joya en mi nombre! alEjandro JOdorowsky. Más aún, en el fondo , Jaime, mi padre, siempre había sido mi maestro: jaimEJOdorowsky.
He decidido compartir esto porque la exaltación del nombre, que revelé en Twitter y en Plano Creativo, ha tenido tan gran repercusión, y una enorme cantidad de personas me solicitan para que les exalte su nombre. No es un trabajo fácil. Exige mucho esfuerzo. Ayer exalté unos 15 nombres. Para ello me demoré casi dos horas. ¿Cómo podría hacer esto para miles? Creo que este trabajo alquímico debe ser realizado por la persona misma, sin ayuda ajena. Yo he dado el ejemplo y mostrado la técnica. Ahora cada cual debe aplicarla. Es algo que se enriquece continuamente. Aún hoy, después de tantos años de búsqueda, descubro nuevas cosas. Hay muy buenos diccionarios de símbolos, de nombres. Muchos libros explican el significado esotérico de cada letra. Tengo la suerte de poseer un viejo tratado que quizás se pueda encontrar a través de Internet: “Glosario teosófico” de H.P. Blavatsky.