jueves, 17 de febrero de 2011

Última Voluntad De Un Diente Difunto


-¡Eeehh!, ¡Ya estoy aquí! ¡Ya estoy aquí!- exclamó un imponente diente implantado, nada más ser colocado por el odontólogo a la izquierda del maxilar inferior de la boca de Enrique.

El diente miró a su alrededor, buscando miradas de admiración entre las muelas, incisivos y dientes vecinos, pero todos le dieron la espalda.

-¿No me dais la bienvenida, camaradas?- siguió insistiendo la apuesta pieza dental.
Las irregulares y torcidas paletas, signo de los conflictos irreconciliables entre los ancestros del paciente, tomaron la palabra:

-Estamos de duelo por ese diente moribundo, aún de cuerpo presente al que vienes a sustituir. La caries lo fue carcomiendo hasta reducirlo a un enfermizo hueso hueco.- dijeron antes de estallar como viudas desconsoladas en un ataque de llanto.

Desde la papelera del dentista se escuchó la voz del diente agonizante:

-Adiós, amig@s, estas serán mis últimas palabras: La rabia contenida de Juan, la represión de sus deseos, la falta de amor, la desvalorización y la insatisfacción con la vida no podrá afectar al material de zirconio del sustituto implantado en mi puesto, pero sí a vosotr@s. Cuando Enrique despierte de la anestesia, espero que también despierte su consciencia.

Y murió, rodeado de gasas y jeringuillas desechables.
Descanse en paz.