jueves, 24 de febrero de 2011
Hay Celos Amorosos y Celos Enfermizos.
Los celos amorosos: son normales y expresan el miedo animal a que un/una rival se apodere de nuestra pareja. Por más que se luche intelectualmente contra este sentimiento instintivo, aceptando buenas razones que critican al egoismo y abogan por la confianza o la generosidad, es imposible convencer a los centros emocionales y sexuales de la persona para que dejen de preocuparse cuando la pareja viaja o se ausenta más horas de lo acostumbrado. En lugar de eliminar los celos, aconsejo al/la consultante celoso que les dé un uso positivo:
Debe conseguir un bello frasco, transparente, en el que, cada vez que sienta celos, deposite un euro (si no tiene una buena posición económica), un billete de veinte euros (si su economía es holgada), o uno de cien euros (si tiene cierta riqueza). Cuando vea que las monedas o los billetes se han acumulado, con ellos debe comprar un regalo al ser amado.
Los celos enfermizos: cuando los celos alcanzan el delirio y el/la consultante desea liberarse de esa angustiosa furia que le hace creer que su pareja es una persona que quiere seducir a todo el mundo y que lo único que desea es engañarlo/a, se le explica que es él o ella, quien proyecta sus deseos homosexuales reprimidos en su compañera/o. Siguiendo la máxima de François de La Rochefoucauld (1613-1680) “Los celos se alimentan de dudas y llegan a hacerse furiosos, o se extinguen en cuanto se pasa de la duda a la certeza”, aconsejo:
-Al hombre celoso: con una fotografía de su propio rostro, debe hacer una máscara para su esposa. Luego, ha de observar cómo cuatro hombres que ha contratado en el ambiente de cine porno, desnudos, acarician a su mujer, también desnuda.
-A la mujer celosa: en este caso serán mujeres las cuatro contratadas, y su pareja llevará una máscara hecha con la fotografía de ella misma.
Alejandro Jodorowsky.