domingo, 24 de julio de 2016

"Incienso Psicoactivo".



Recientemente un equipo internacional de científicos de la Universidad Johns Hopkins
 y de la Universidad Hebrea de Jerusalén ha descubierto que 
cuando quemamos incienso se generan una serie de sustancias psicoativas.

Desde hace miles de años que en el ámbito religioso y espiritual se ha afirmado que el olor del incienso era beneficioso para el alma. Ahora estos biólogos han descubierto que también es bueno para el cerebro, y que ambos efectos estén probablemente relacionados.

En el trabajo de este equipo científico se ha comprobado que el humo del incienso, concretamente el procedente de la resina de Boswellia papyrifera, activa unos canales iónicos específicos de las neuronas y podría aliviar la depresión y la ansiedad. Los canales iónicos son proteínas de las cubiertas celulares que bombean iones de un lado a otro de la membrana y los hay de muchos tipos.

Este descubrimiento puede ser el principio que lleve a la creación de una nueva clase de fármacos para la ansiedad y la depresión. Según el National Institutes of Health los trastornos relacionados con la depresión son una de las principales causas de invalidez en los Estados Unidos para las personas entre los 15 y los 44 años de edad, afectando a casi 15 millones de adultos. Solamente la forma menos severa de depresión afecta a 3,3 millones de adultos de los Estados Unidos. Los desórdenes relacionados con la ansiedad afectan a 40 millones de adultos norteamericanos y frecuentemente va asociada a desórdenes depresivos. En Europa las cifras cada vez se equiparan más a las de Estados Unidos, y podemos estar hablando en poco tiempo de una verdadera epidemia mundial.

Raphael Mechoulam, uno de los investigadores, asegura que aún toda la información existente en los textos antiguos sobre los constituyentes de la resina de Bosweilla, hasta ahora no se había investigado su psicoactividad en profundidad. Este equipo de investigadores encontró que la administración de acetato de inciensola, uno de los constituyentes de la resina en cuestión, tendría como efecto reducir la ansiedad y producir un efecto asociado al de los antidepresivos.

En el laboratorio, los investigadores administraron acetato de inciensola a ratones para comprobar sus efectos psicoactivos. El resultado fue que afectaba a áreas cerebrales relacionadas con las emociones, así como a circuitos neuronales sensibles a los fármacos para la ansiedad y la depresión. Concretamente, el acetato de inciensola activaba una proteína denominada TRPV3, que en el cerebro de los mamíferos juega un papel en la percepción del calor a través de la piel. De hecho, al criar ratones sin esta proteína y exponerles al acetato de inciensola, los ratones no mostraron ninguna reacción en sus cerebros.

Según Gerald Weissmann, editor jefe de FASEB Journal, estudiar cómo funcionan las drogas psicoactivas quizá nos pueda ayudar a entender mejor los fenómenos neurológicos. El descubrimiento de que este compuesto afecta a puntos específicos del cerebro podría ayudarnos a entender algunas enfermedades del sistema nervioso.

Weissmann dice que quizás Marx no andaba muy desencaminado al decir que la religión era el opio del pueblo, pues muchas religiones han usado sustancias psicoactivas en sus rituales.

Esta investigación aporta una explicación biológica para la práctica espiritual de quemar incienso presente desde hace milenios y que ha persistido a través del tiempo y de distintas culturas, lenguas y religiones: quemar incienso realmente hace que te sientas mejor.


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