lunes, 22 de octubre de 2012

"Rescatando a Nuestro Niño(a) Interior".



Nos movemos por el mundo emitiendo juicios, críticas y opiniones, creyéndonos dueños de la razón y de la forma de hacer las cosas. En general, tenemos expectativas de los otros y de diversas situaciones, es decir, esperamos resultados de acuerdo a nuestros deseos o creencias.

También nos identificamos en demasía con las emociones, con nuestro ego, todo nos lo tomamos bastante a pecho, como si nos estuvieran atacando, lo cual genera una actitud de constante defensa contra los otros. Ello no nos permite escuchar ni entender muy bien lo que nos están diciendo. Estamos llenos de condicionamientos, de formas aprendidas de cómo movernos en el mundo, dentro de nuestras familias, con nuestras parejas, en los trabajos…

 Además, vivimos pensando en el pasado, sintiendo culpa, reprochándonos ciertos 
momentos o inventándonos diálogos internos de por qué pasó o no pasó tal o cual situación. Muy pronto, la mente viaja al futuro, siempre pendiente del interminable listado de quehaceres. La energía sólo está puesta en la cabeza, colapsando la mente de pensamientos.

De esa manera es como perdemos o nos alejamos cada vez más de nuestro niño interior. Si bien este concepto también tiene que ver con el humor, con la espontaneidad y con lo lúdico, la pérdida está más relacionada con esa actitud primigenia de la infancia temprana.

Pensemos en cómo son los niños, observémoslos un momento. Cómo viven, qué hacen, cómo se desenvuelven en el mundo. Ellos simplemente son…

Tratemos de recrear la actitud mental de un niño pequeño descubriendo su universo. 
¿Cómo se desarrolla en su entorno? No siente ansiedad, su mente se mantiene en blanco, no espera una respuesta condicionada, no inventa nada, sólo ocurren las situaciones a su alrededor y las observa tal cual. No interfiere su intelecto, no hace ningún análisis ni comparaciones. Sólo observa, siente y percibe. De esa manera va descubriendo el mundo.


Su mente se mantiene quieta, presente, atenta, como si estuviera en un acto de meditación constante.
Revisemos nuestra cotidianidad, cómo reaccionamos, qué decimos, qué nos molesta, cuáles son los juicios que hacemos acerca de los otros…respiremos un momento, y recordemos a los niños. Retomemos esa actitud, ¡esa sabiduría infantil!. La vida se hará mucho más fácil y fluida. ¡Inténtalo!.


Paulina Arce Hempel
Test Bioenergética & Flores de Bach
Cel. 9 359 4842