La mayoría de las personas
experimentamos momentos de ausencia del ego. Quienes sobresalen verdaderamente
en lo que hacen pueden trabajar casi completamente liberados del ego. Quizás no
lo sepan, pero el trabajo se convierte para ellos en una práctica espiritual.
La mayoría de ellos están presentes mientras realizan su trabajo y vuelven a un
estado de inconciencia relativa en su vida privada. Eso significa que su
Presencia se limita transitoriamente a un aspecto de sus vidas. He conocido
maestros, artistas, enfermeros, médicos, científicos, trabajadores sociales,
meseros, dueños de empresa y vendedores que realizan su trabajo admirablemente
sin buscar retribuciones egoístas y respondiendo plenamente a cualquier cosa
que el momento les exija. Son uno con lo que hacen, uno con el Ahora, uno con
las personas a quienes sirven o con las actividades que realizan. La influencia
que esas personas ejercen sobre los demás va mucho más allá de su función. Hacen que se empequeñezca el ego de todas las
personas que entran en contacto con ella.
Hasta quienes poseen egos pesados a veces aflojan, bajan la guardia y dejan de
representar sus personajes cuando se relacionan con esas personas. No
sorprende que quienes abandonan su ego mientras trabajan tienen un éxito extraordinario
en lo que hacen. Todas las personas que trabajan en la unicidad contribuyen a
construir la nueva tierra.
También he conocido a muchas
personas que son técnicamente buenas en lo que hacen pero cuyo ego interfiere
permanentemente en su trabajo. Solamente ponen una parte de su atención en lo
que hacen, mientras que la otra parte está fija en sí mismas. Su ego les exige
reconocimiento personal y desperdician energía en resentimientos cuando no
reciben suficiente (y nunca nada les basta). "¿Esa otra persona ha recibido más reconocimiento
que yo?" O tienen su atención puesta en el dinero o el poder, y su trabajo
no es más que un medio para esa finalidad. El trabajo que se convierte
solamente en un medio para alcanzar una finalidad, no puede ser de alta
calidad. Cuando surgen obstáculos o dificultades, cuando las cosas no marchan
según lo previsto, cuando otras personas o circunstancia no ayudan o cooperan,
en lugar de estar en unidad con la nueva situación y responder a las exigencias
del momento presente, reaccionan contra la situación y, por tanto, se separan
de ella. Hay un "yo" que se siente personalmente ofendido o resentido,
y es enorme la cantidad de energía que se quema en protestas o enojos, la cual
podría utilizarse para resolver la situación si el ego no la estuviera
desperdiciando. Lo que es más, esta "antienergía" crea obstáculos
nuevos y más oposición. Muchas personas son realmente su propio peor enemigo.
Muchas personas, sin saberlo,
sabotean su propio trabajo cuando retienen información o ayuda, o tratan de
obstaculizar a las demás personas para impedir que tengan más éxito o reciban
más crédito que "yo". La cooperación es ajena
al ego, salvo cuando hay una motivación oculta. El ego no sabe que mientras más
incluye a los demás, mejor fluyen las cosas y más fácilmente recibe todo lo que
anhela. Cuando damos poca o ninguna ayuda a los demás o levantamos obstáculos
en su camino, el universo, a través de las personas y de las circunstancias,
nos priva de ayuda al habernos desconectado del todo. El sentimiento de
carencia que se anida en las profundidades del ego le hace reaccionar frente al
éxito de los demás como si ese éxito "me lo hubieran arrebatado a
mi". No sabe que resentir el éxito de los demás limita sus propias
posibilidades. A fin de atraer el éxito es necesario acogerlo donde quiera que
ocurra.
Eckhart Tolle en "Una Nueva Tierra".