Las personas en mi vida son espejos,
espejos que reflejan lo que temo y lo que aprecio en mí.
Si miro estos espejos puedo conocerme mejor,
encontrar el punto en mi que no he querido ver por temor:
lo absurdo y la belleza, la desarmonía y la armonía.
Si miro los espejos que me violentan,
busco adentro en qué aspectos soy violenta conmigo,
si miro los espejos de la belleza, agradezco el reflejo.
También puedo mirar los espejos poderosos
que me recuerdan la grandeza que me habita,
el poder y la prosperidad que están en mi corazón.
Permito que ese hermoso espejo
conecte con mi sabia interna,
le abro paso,
me permito recibir y merecer.
Y desde ese nuevo lugar,
cocreo.
Piedra de luna.