domingo, 28 de noviembre de 2010
"Conversaciones con Dios". Neale D.Walsch.
Pregunta a Dios:
1. ¿Cuándo “despegará” finalmente mi vida? ¿Qué necesita para “entrar en razón” y alcanzar un mínimo de éxito? ¿Terminará alguna vez esta lucha?
Bueno. Ahora empezamos. No te disculpes por estas preguntas. Son preguntas que hombres y mujeres se han estado formulando durante cientos de años. Si las preguntas fueran tan tontas, no serían formuladas por una generación tras otra. Así que vayamos a la primera de ellas.
He establecido Leyes en el universo que te permiten tener - crear - exactamente lo que quieras. Dichas Leyes no pueden ser violadas, ni pueden ser ignoradas. Estás obedeciendo esas Leyes ahora mismo, incluso mientras escribes esto. No puedes dejar de cumplirlas, pues es así como funcionan las cosas. No puedes apartarte de ellas; no puedes actuar al margen de ellas. Cada minuto de tu vida has estado actuando dentro de ellas; y, así, todo lo que has experimentado lo has creado tú.
Formas sociedad con Dios. Compartimos un convenio eterno. Mi compromiso para contigo consiste en darte siempre lo que me pidas. Tú compromiso consiste en pedírmelo; en entender el proceso de la petición y la concesión. Ya te he explicado antes este proceso. Lo haré de nuevo, para que lo entiendas de una manera clara.
Eres un ser triple. Te compones de cuerpo, mente y espíritu. También puedes denominarlo lo físico, lo no-físico y lo meta-físico. Esta es la Santa Trinidad, y se la ha llamado de muchas maneras.
Lo mismo que tú eres, también Yo lo soy. Me manifiesto como Tres-En-Uno. Algunos de vuestros teólogos lo han llamado Padre, Hijo y Espíritu Santo. Vuestros psiquiatras han reconocido también este triunvirato, y lo han llamado “consciente”, “subconsciente” y “superconsciente”.
Vuestros filósofos lo han llamado el “ello”, el “yo” y el “super-yo”.
La ciencia lo llama “energía”, “materia” y “antimateria”. Los poetas hablan de “mente”, “corazón” y “alma”.. Los pensadores de la Nueva Era aluden a “cuerpo”, “mente” y “espíritu”.
Vuestro tiempo se divide en “pasado”, “presente” y “futuro”. ¿No podría ser lo mismo que “subconsciente”, “consciente” y “superconsciente”?
El espacio se divide igualmente en tres categorías: “aquí”, “allí” y “el espacio intermedio”.
Definir y describir este “espacio intermedio” resulta difícil, escurridizo. En el momento en que empiezas a definirlo o describirlo, el espacio que describes se convierte en “aquí” o “allí”. Sin embargo, sabemos que este “espacio intermedio” existe. Es lo que mantiene al “aquí” y al “allí” en su sitio; del mismo modo que el eterno ahora mantiene al “antes” y al “después” en su sitio.
Estos tres aspectos de tu ser son, en realidad, tres energías. Podrías llamarlas pensamiento, palabra y acción. Las tres juntas producen un resultado; lo que, en vuestro lenguaje y según vuestros conocimientos, se denomina un “sentimiento”, o “experiencia”.
Tu alma (subconsciente, ello, espíritu, pasado, etc.) es la suma total de todos los sentimientos que has tenido (creado). Tu consciencia de algunos de ellos se denomina “recuerdo”. Cuando tienes un recuerdo, se habla de re-membrar. Es decir, juntar de nuevo. Reunir de nuevo las partes.
Cuando reúnas de nuevo todas tus partes, habrás re-membrado Quien Realmente Eres.
El proceso de creación se inicia con el pensamiento; una idea, concepto o imagen mental. Todo lo que ves fue una vez idea de alguien. Nada existe en vuestro mundo que no haya existido antes como pensamiento puro.
Eso es cierto también respecto al universo.
El pensamiento es el primer nivel de la creación.
A continuación viene la palabra. Todo lo que se dice es pensamiento expresado. Es creador, y emite energía creadora al universo. Las palabras son más dinámicas (por lo tanto, algunas pueden ser más creadoras) que el pensamiento, puesto que las palabras constituyen un nivel de vibración distinto de el del pensamiento. Trastornan (cambian, alteran, afectan) al universo, causando un gran impacto.
Las palabras constituyen el segundo nivel de la creación.
A continuación viene la acción.
Las acciones son palabras en movimiento. Las palabras son pensamientos expresados. Los pensamientos son ideas formadas. Las ideas son energías reunidas. Las energías son fuerzas liberadas. Las fuerzas son elementos existentes. Los elementos son partículas de Dios, porciones del Todo, la sustancia de todo.
El principio es Dios. El final es la acción. La acción es Dios creando, o Dios experimentando.
Tu pensamiento acerca de ti mismo es que no eres lo bastante bueno, lo bastante maravilloso, lo bastante puro, para ser una parte de Dios, para formar sociedad con Dios. Has negado durante tanto tiempo Quien Eres, que lo has olvidado.
Esto no ha ocurrido por azar; no es por casualidad. Forma parte de un plan divino, puesto que no podrías afirmar, crear ni experimentar Quien Eres, si ya lo fueras. Primero era necesario que rompieras (negaras, olvidaras) tu vínculo conmigo, con el fin de experimentarlo plenamente mediante su creación plena, mediante su surgimiento, ya que tu más grandioso deseo - y Mí más grandioso deseo - era que te experimentaras a ti mismo como la parte de Mí que eres. Así pues, estás en proceso de experimentarte a ti mismo creándote a ti mismo de nuevo en cada momento. Al igual que Yo lo estoy; a través tuyo.
¿Ves la sociedad? ¿Comprendes sus implicaciones? Se trata de una sagrada colaboración; realmente, de una sagrada comunión.
Así, tu vida “despegará” cuando decidas que lo haga. Hasta ahora no lo has decidido. Te has entretenido, lo has aplazado, has protestado. Ahora es el momento de que produzcas lo prometido. Para hacerlo, debes creer la promesa, y vivirla. Debes vivir la promesa de Dios.
La promesa de Dios es que tú eres Su hijo. Su descendencia. Su semejante. Su igual.
¡Ah!... aquí es donde el asunto se complica. Puedes aceptar lo de “Su hijo”, “descendencia” y “semejante”, pero rechazas ser llamado “Su igual”. Aceptar eso es demasiado. Demasiada grandeza, demasiado asombroso; demasiada responsabilidad, puesto que, si eres igual a Dios, eso significa que nada se te da a ti, sino que todo es creado por ti. Ya no puede haber víctimas ni malvados; sólo resultados de tu pensamiento respecto a algo.
Te lo aseguro: todo lo que ves en tu mundo es el resultado de tu idea sobre ello.
¿Quieres que tu vida “despegue” realmente? Entonces, cambia tu idea sobre ella. Sobre ti. Piensa, actúa y habla como el Dios que Eres. Por supuesto, eso te alejará de muchos - de la mayoría - de tus semejantes. Te llamarán loco. Te acusarán de blasfemo. Finalmente se hartarán de ti, y tratarán de crucificarte. Actuarán así, no porque piensen que tu vives en un mundo producto de tus propias ilusiones (la mayoría de los hombres son lo bastante amables como para permitirte tus diversiones privadas), sino porque, antes o después, otros se sentirán atraídos por tu verdad, por las promesas que ésta encierra para ellos.
Y es en este momento cuando intervendrán tus semejantes, porque será en este momento cuando empezarás a representar una amenaza para ellos, ya que tu sencilla verdad, sencillamente vivida, ofrecerá más belleza, más bienestar, más paz, más alegría y más amor hacia uno mismo y hacia los demás que todo lo que tus colegas terrenales puedan idear.
Y adoptar esa verdad significaría el fin de sus costumbres. Significaría el fin del odio y el temor, de la guerra y la intolerancia. El fin de todas las condenas y asesinatos que se han cometido en Mi nombre. El fin de “la ley del más fuerte”. El fin de la lealtad y el homenaje por el temor. El fin del mundo tal como lo conocéis; y como vosotros lo habéis creado hasta ahora.
De modo que estáte preparada, alma buena; puesto que serás vilipendiada y despreciada, insultada y abandonada, y finalmente te acusarán te juzgarán y te condenarán - todo ello a su manera - desde el momento en que aceptes y adoptes tu sagrada causa: la realización del Yo.
Entonces, ¿por qué hacerlo?. Porque ha dejado de preocuparte la aceptación o aprobación del mundo. Ha dejado de satisfacerte lo que ésta te ha aportado Ha dejado de complacerte lo que les ha dado a otros. Quieres que cese el dolor, que cese el sufrimiento; que termine la ilusión. Estás harto de este mundo tal como es actualmente. Aspiras a un mundo nuevo.
Deja de aspirar a él. Ahora, haz que surja.
- ¿Puedes ayudarme a entender mejor cómo hacerlo?
Sí. Fíjate primero en tu Más Alto Pensamiento sobre ti mismo. Imagina cómo serías si vivieras ese pensamiento cada día. Imagina lo que pensarías, harías y dirías, y como responderías a lo que los demás hicieran o dijeran. ¿Ves alguna diferencia entre esta proyección y lo que piensas, haces y dices ahora?
- Sí. Veo una gran diferencia.
Bueno. Debes verla, puesto que sabemos que en este momento no estás viviendo tu más alta visión de ti mismo. Ahora bien, una vez vistas las diferencias entre donde estás y dónde quieres estar, empieza a cambiar - cambiar conscientemente - tus pensamientos, palabras y acciones, igualándolos con tu magnífica visión. Esto requerirá un esfuerzo físico y mental tremendo. Supondrá un control constante, momento a momento, de cada pensamiento, palabra y acto. Implicará una continua - y consciente - toma de decisiones.
Todo el proceso constituye un enorme desplazamiento hacia la consciencia. Lo que descubrirás si afrontas este reto es que has pasado la mitad de tu vida inconsciente. Es decir, ignorante a nivel consciente de lo que has decidido en cuanto a pensamientos, palabras y actos hasta que has experimentado sus consecuencias; y entonces, cuando has experimentado dichos resultados, has negado que tus pensamientos, palabras y actos tuvieran algo que ver con ellos.
Se trata de una invitación a abandonar esta vida inconsciente. De un reto al que tu alma ha aspirado desde el principio de los tiempos.
- Ese continuo control mental parece que haya de ser terriblemente agotador.
Puede serlo, hasta que se convierta en una segunda naturaleza. En realidad, es tu segunda naturaleza. Tu primera naturaleza consiste en amar incondicionalmente. Tu segunda naturaleza consiste en decidir expresar tu primera naturaleza, tu verdadera naturaleza, conscientemente.
- Perdona, pero esa especie de control constante sobre lo que pienso, digo y hago, ¿no me convertirá en una persona “sosa”?.
En absoluto. Distinta sí; “sosa” no. ¿Era “soso” Jesús? No creo que lo fuera. ¿Resultaba aburrido estar junto a Buda? La gente se congregaba a su alrededor, suplicaba poder hallarse en su presencia. Nadie que haya llegado a ser un Maestro es aburrido. Quizás sea poco corriente; quizás sea extraordinario; pero nunca “soso”.
Así pues: ¿quieres que tu vida “despegue”? Empieza a imaginártela del modo como quieras que sea, y trata de alcanzarlo. Examina cada pensamiento, palabra y obra que no se muestren en armonía con esa idea, y aléjalos de ti.
Cuando tengas un pensamiento que no cuadre con tu más alta visión, cámbialo por otro nuevo, inmediatamente. Cuando digas algo que no se ajuste a tu más grandiosa idea, toma nota de no volver a decir de nuevo nada semejante. Cuando hagas algo que no cuadre con tu mejor intención, decide que esa sea la última ves que lo haces. Y siempre que puedas, haz el bien sin mirar a quién.
Del libro Número 1 de "Conversaciones con Dios", Neale D. Walsch.
Marcela Paz.
Santiago - Chile.
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