Ahora mismo estás convencido de muchas cosas. Y a pesar del sufrimiento y del conflicto que vas cosechando, no sueles considerar que estás equivocado. ¿Quién lo está? Pero date cuenta de que no es lo mismo creer que sabes algo que saberlo de verdad. Dado que no tienes ni idea de quién eres, utilizas una serie de mecanismos de defensa para proteger tu falso concepto de identidad. Entre estos destaca la «arrogancia» de creer que no tienes nada que aprender. Así es como evitas remover los pilares sobre los que has construido tu sistema de creencias. También empleas el «orgullo», que te incapacita para reconocer y enmendar tus propios errores. Y lo mismo haces con la «soberbia», que te lleva a sentirte superior cada vez que te comparas con alguien, poniendo de manifiesto tu complejo de inferioridad. De ahí precisamente surge la «prepotencia», con la que tratas de demostrar que siempre tienes la razón. Por último y no por ello menos dañino, aparece tu «vanidad», haciendo ostentación de tus virtudes y logros. Todos estos defectos muestran una carencia de «humildad». Etimológicamente, esta cualidad viene de «humus», que significa «tierra fértil». Es lo que te permite adoptar una actitud abierta, flexible y receptiva para poder aprender aquello que todavía no sabes.
Fragmento extraído del libro
“El Prozac de Séneca.
Claves para afrontar problemas existenciales con sabiduría”.
Escrito con el pseudónimo Clay Newman de Borja Vilaseca.