Solía pensar que ser valiente era no tener miedo.
y ser grande y fuerte...
tan grande y fuerte que las tormentas no me tocarían.
Que con un dedo levantaría los obstáculos del camino.
La experiencia me enseñó su otro tipo de valor.
El verdadero valor.
El que tiene temor.
El que es vulnerable y frágil,
y aún así, atreverme a vivir, a salir al mundo,
a saltar sobre las piedras del camino.
Tan solo por amor a mi y a mi existencia.
No, el valor no es el enorme roble que atraviesa la tormenta.
Sino el brote, sutil, delicado, pero persistente,
que decide vivir en medio de la helada.
Desconozco autor/a.
Imagen de www.pxfuel.com
Texto editado por La Ruta de la Iluminación.