En el campo de la psicología, está emergiendo con fuerza la «psicología transpersonal». Es decir, la que va más allá de la «persona», que en griego quiere decir «máscara». Este nuevo enfoque psicoterapéutico hace de puente entre Occidente y Oriente, llevando a cabo una síntesis entre la ciencia y la espiritualidad. Su único objetivo es acompañar a individuos genuinamente motivados con desidentificarse del ego y reconectar con el ser esencial. Y su ámbito de acción es la consciencia y el despertar.
Una vez iniciamos nuestro viaje de autoconocimiento es importante que tengamos cuidado de no irnos al otro extremo: al ego espiritual. Más que nada porque entonces nuestro entorno social y familiar nos tachará de «hierbas». Y lo harán con toda la razón. El quid de la cuestión consiste en saber balancearnos en la zona gris para evitar caer en los extremos blanco y negro. Dicho esto, ¿qué significa ser un «hierbas»? Se trata de aquellos buscadores que al adentrarse en el camino espiritual se pasan de frenada. Sin venir a cuento, de pronto se ponen a hablar de viajes astrales, tarot, registros akáshicos, cuencos tibetanos o astrología delante de personas a quienes no les interesa ni tampoco les han preguntado. Su egocentrismo espiritual provoca que enseguida se conviertan en el centro de atención y mofa del resto de interlocutores.
Y dado que estamos inmersos en un choque de paradigmas sin precedentes en la historia de la humanidad, no le hacen ningún favor al despertar de la consciencia. Esencialmente porque los pseudoescépticos y cientificistas meten en el mismo saco todo aquello que desprende un aroma a incienso, incluyendo el autoconocimiento y el desarrollo espiritual. Y es que a menos que hayamos tenido conscientemente alguna experiencia mística es imposible comprehender la vivencias íntimas y subjetivas de otros.
Extracto del nuevo libro
“Las casualidades no existen. Espiritualidad para escépticos”,
que se publica el 21 de octubre 2021,
disponible en preventa a través de Amazon y el resto de librerías virtuales.