En un atorón podemos descubrirnos revirtiéndonos instintivamente a viejos patrones de pensamiento, de sentimiento y de comportamiento, aunque ahora sepamos mejor cómo hacer las cosas, podemos descubrir qué nos estamos obsesionando, aunque sepamos que eso es precisamente lo que estamos haciendo y que no funciona.
Podemos descubrirnos buscando frenéticamente a otra persona que nos haga sentir mejor, sabiendo todo el tiempo que nuestra felicidad y bienestar no están en los demás. Podemos empezar a tomarnos personalmente cosas que no son asunto nuestro y a reaccionar en formas que bien hemos aprendido que no funcionan.
Estamos en un atorón, pero no durará para siempre. Estos periodos son normales, necesarios incluso, estos son los días que debemos superar. Son días para concentrarse en conductas de recuperación, aunque las recompensas ocurran o no en forma inmediata. Estos, a veces, son días para dejarnos ser como somos y amarnos a nosotros mismos tanto como podamos.
No tenemos por qué sentirnos avergonzados, no importa cuánto tiempo hayamos estado en recuperación. No tenemos por qué esperar de una manera poco razonable "más" de nosotros mismos. Ni siquiera tenemos que esperar de nosotros mismos que vivamos la vida a la perfección. Atraviesa el atorón, este terminará. A veces, un atorón puede durar varios días y luego, en el curso de una hora, ver que salimos de él y nos sentimos mejor.
Practica una conducta de recuperación en un área pequeña y empieza a subir cuesta arriba. Pronto, el atorón desaparecerá. Nunca podemos juzgar dónde estaremos mañana por el sitio donde nos encontramos hoy.
"Hoy me concentraré en practicar una conducta de recuperación en uno de mis asuntos, confiando en que esta práctica me hará seguir adelante. Recordaré que la aceptación, la gratitud y el desapego son un buen lugar para empezar."
Tomado de El Lenguaje del Adiós.
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