Hay personas que entran en tu vida y lo 
cambian todo,
 personas por las que vale la pena parar, respirar y 
valorar. 
Valorar lo que realmente importa. Los detalles, las pequeñas 
cosas, cosas como el agua del mar, las nubes, una mirada de esas que lo 
dicen todo, unos ojos como los suyos, el modo en el que sonríen, un 
abrazo infinito mezclado de sal, sus manos, despertar a su lado.
Hay personas que están hechas de acero 
inolvidable, personas que hacen que todo tenga sentido, incluso lo que 
no importaba hasta que las conocimos. Son personas auténticas que marcan
 un antes y un después en nuestra vida, que llegan como un soplo de aire
 fresco y que, si se van, permanecen como huella indeleble en nuestros 
recuerdos.
Hay una gran diferencia entre dejar huella o dejar cicatrices. Hay
 una diferencia enorme entre dejar huella o dejar cicatrices. Las 
cicatrices son señales de daño, de dolor, de heridas abiertas, de 
emociones que necesitamos limpiar y tratar.
Las cicatrices son marcas que no 
elegimos tener y que nos recuerdan un dolor que se podía haber 
evitado. Sin embargo, las huellas son marcas imborrables en la piel y en
 la memoria que nos hacen rememorar momentos de amor, de aprendizaje y 
de crecimiento. Por lo tanto, no importa tanto la 
cantidad como la calidad de la gente que nos rodea. Si alguien nos hiere
 de manera sistemática, deberíamos plantearnos limpiar nuestro entorno, 
enfocar mejor y dejar que permanezcan relaciones que resulten en aportes
 y crecimientos mutuos.
Son personas que te abrazan y 
reconstruyen tu interior. Los pequeños detalles otorgan significado al 
sentido de la vida, lo cambian todo, hacen de lo diario lo importante. 
Así, no se hace tan necesario lo que nos dan como la forma de darlo.
Digamos que, si te abrazan, logran 
recomponer tus partes rotas, te enseñan a vivir y a revivir tu interior.
 Las personas especiales no esperan a que las cosas sucedan, hacen lo 
que desean y persigue lo que quieren hasta que lo consiguen.
Hay personas que dejan una huella 
imborrable en tu corazón, porque ha habido un tiempo que has seguido un 
mismo camino con ellos. Y, aunque ya no estén contigo, nunca podrás 
olvidarlos. No se esfuerzan por dejar esa marca, sino que aparece sin 
que te des cuenta. Son esas personas que te ofrecen otra visión de tu 
mundo, que te ayudan a cuestionarte tu pasado, tu presente y tu futuro.
Existen personas que nos dejan huella y otras que nos marcan para toda la vida. Por
 eso, un alma gemela es una especie de salvavidas. Llegan por 
casualidad, o tal vez de manera intencionada, y te cambian para siempre.
 Te abren los ojos, te hacen ver lo que duele, lo que puede llegar a 
doler y lo que tiene un significado maravilloso.
Sin embargo, con ellos al lado, nada 
duele tanto. Porque las personas que dejan huella no ocasionan daños 
permanentes, no se dedican a marcarte porque sí. Y, aunque pongan tu 
vida patas arriba y eso te incomode, si pones en tu diccionario la 
palabra Suerte, aparecerán ellos.
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Cada persona que pasa por nuestra
 vida es única. 
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de 
nosotros.
 Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá
 de los que no 
nos dejarán nada. 
Esta es la prueba evidente de que dos almas
 no se 
encuentran por casualidad.
  Jorge Luis Borges.
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 “La gente cree que un alma gemela es la persona con la que encajas 
perfectamente, 
que es lo que quiere todo el mundo. Pero un alma gemela 
auténtica es un espejo,
 es la persona que te saca todo lo que tienes 
reprimido, que te hace volver
 la mirada hacia dentro para que puedas 
cambiar tu vida. 
Una verdadera alma gemela es, seguramente, la persona 
más importante que vayas
 a conocer en tu vida, porque te tira abajo 
todos los muros y te despierta de un portazo. Pero, ¿vivir con un alma 
gemela para siempre? Ni hablar. Se vive demasiado mal. 
Un alma gemela 
llega a tu vida para quitarte un velo de los ojos y se marcha”.
 Elizabeth Gilbert.
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