De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), los accidentes cerebrovasculares (trombosis y derrames) están entre las principales causas de discapacidad y muerte en el planeta. Un estudio de este organismo, publicado en el sitio Ser Médico, del Sindicato Médico del Uruguay, enumera los once hábitos cotidianos que pueden afectar al cerebro y su rendimiento.
No desayunar. No ingerir buenos alimentos al comenzar el día reduce el azúcar y las proteínas, que son nutrientes necesarios para que el cerebro inicie su trabajo en las primeras horas.
Cubrirse la cabeza al dormir. Taparse la cara con una almohada aumenta la concentración de dióxido de carbono en el cerebro y perjudica su funcionamiento.
Consumir muchos azúcares. Esto interrumpe la absorción de proteínas; si el cuerpo no consume los nutrientes correctamente, se afecta el desarrollo cerebral.
Falta de actividad física. El ejercicio ayuda a mantener saludable y con buen funcionamiento no solo al cuerpo, sino también al cerebro. Puede cambiar su estructura y funcionamiento.
Dormir poco. El sueño aumenta la reproducción de células que participan en la formación de mielina, un material aislante en las proyecciones de las células nerviosas dentro del cerebro.
Forzar el cerebro cuando se está enfermo. Trabajar o estudiar mucho cuando uno está enfermo es dañino; provoca disminución en la eficacia del cerebro a largo plazo.
Fumar. El hábito afecta a toda la salud, pero, además, la exposición al cigarrillo en lugares cerrados por más de una hora tiene efectos en el sistema nervioso central.
Ser solitario. La corteza prefrontal sobre los ojos es más grande cuanto aumenta el número de amigos.
Ambientes contaminados. Estar mucho tiempo en lugares contaminados disminuye el suministro de oxígeno al cerebro y habrá una deficiencia en el órgano.
Reacciones violentas y estrés. Causan endurecimiento de las arterias del cerebro. Si se fortifican, la capacidad mental disminuye.
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