"La sensibilidad no es sólo esta capacidad de conmoverse ante los seres humanos,
la naturaleza o las obras de arte. Es una facultad superior que nos abre las puertas
de la inmensidad y nos da la comprensión del orden divino de las cosas. Ella es
la que nos permite entrar en relación con las regiones, las entidades,
las corrientes del Cielo y vibrar al unísono con ellas. Aquél que trata de cultivar
esta forma de sensibilidad, no sólo ve que los esplendores del mundo divino s
e revelan ante él, sino que siente también que las vibraciones sutiles
que empiezan a animar su materia psíquica, le protegen de las agresiones
y de las corrientes nocivas.
Las criaturas dotadas de una verdadera sensibilidad espiritual no son vulnerables.
No pueden ser presa de nadie, porque se encuentran en otra parte, más arriba,
y perciben las cosas de manera diferente. Su sensibilidad con el mundo divino
las protege, como si estuviesen rodeadas por una muralla protectora.
Su corazón, su intelecto, su alma no son alcanzados por las bajezas,
por las villanías, y no responden a ellas,
porque sólo vibran con los mensajes del Cielo."
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86).
Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.