El estado de ánimo en el que se lleva a cabo un trabajo cotidiano,
una tarea de lo más simple, puede tomar un carácter trascendente,
mientras que una oración que no apunta más que a la obtención de un favor
en este mundo puede estar totalmente desprovista de él.
Lo cotidiano, como ejercicio, quiere decir que tu manera de estar aquí puede ser
una actitud que mantiene el hilo de oro que te une a tu profundidad.
Puede tratarse de lavar un plato, limpiar la casa o cualquier otra cosa.
Puedes regar una flor sin que tu mente esté totalmente en ello,
simplemente porque la flor tiene necesidad de agua.
Pero puedes convertirlo en un gesto de amor; eso es algo totalmente distinto.
Puedes limpiar la casa de manera superficial, pensando en otra cosa.
Pero igualmente puedes hacerlo de tal manera que eso desarrolle
tu vida interior.
Eso es un trabajo sobre sí mismo.
Cuando se pasa del ejercicio particular a lo cotidiano como ejercicio,
creo que la actitud básica es la de entrar al servicio de algo más profundo…
Todo aquello que nos rodea nos responde en función de lo que somos…
Te encuentras en una habitación vacía. Si se transforma en establo o en templo,
la causa de ello es tu forma de estar ahí. Por consiguiente, nuestra responsabilidad
frente a lo que nos rodea es muy grande.
Creamos incesantemente la realidad que nos recrea.
Lo que tenemos que aprender durante el día, es a permanecer.
Karlfried Graf Dürckheim.
Imagen: N. Reani