martes, 29 de marzo de 2011
Cura Con Lo Que Amas
“En manos de un terapeuta hábil y bien preparado, cualquier herramienta es útil, ya sea el Tarot, el I-ching, la astrología, el eneagrama, los intestinos de paloma, los caracoles, los huesos de pollo, etc… No hay que engañarse: todas las herramientas para detectar problemas en los que estamos sumidos, provocan gamas de proyecciones subjetivas, tanto del consultante como del terapeuta. Uniendo ambas intuiciones, se puede llegar a descubrimientos esenciales. Pero para ello, hay que dejar las dudas y aceptar la herramienta, cualquiera que ella sea. Es indispensable eludir la idea que estos elementos de apariencia mágica, contienen una verdad determinada: deben ser manipulados con arte. Su valor consiste en las interpretaciones que se les proyectan.
Si el terapeuta tiene talento, establecerá relaciones entre símbolos, palabras o números y gracias a esto, abrirá una puerta en su inconsciente para que le llegue, de una manera absolutamente no científica, una solución al problema. Todo está en cada cerebro. El ego, en un eneagrama, puede ser ubicado en cualquiera de sus nueve números, pero el Ser Esencial es la totalidad, el eneagrama entero. Lo mismo pasa con la astrología: podemos encarcelarnos en un signo, pero en el fondo somos todos Zodiaco. Igualmente con el I-ching: cualquier hexagrama que las monedas nos otorguen, nos dirá algo. Somos los 64 hexagramas al mismo tiempo, tanto como somos al mismo tiempo los 78 arcanos del Tarot. Lo importante no es la herramienta, sino quien maneja la herramienta. El mago-terapeuta debe elegir un utensilio que le convenga y convertirse en su discípulo – sin necesidad de acumular otros-. Cuando haya incorporado detalle por detalle, relación por relación, interpretación por interpretación, hasta lograr que la herramienta forme parte indisoluble de su memoria, podrá, en estado de trance, entrar en contacto directo con el inconsciente del consultante y obtener sanadoras revelaciones”.
Respuesta de Alejandro Jodorowsky a Plano Creativo