miércoles, 12 de enero de 2011

Cambio de Nombre y El Renacer de René.


PEDRO CONSULTA:

El nombre que me dieron es Pedro, el nombre de mi abuelo, porque mis padres me contaron que “no tenían otras ideas”, y ya esto significa mucho. Además, mi parto fue muy difícil: nací con cesárea y con paro cardíaco, y mi madre y yo estuvimos a punto de morir. Así me contaron. No tengo una buena relación con mis padres, o diría más bien que no nos conocemos para nada, mi padre tiene el mismo nombre de su abuelo y poco tiempo atrás descubrí que mi madre tiene el mismo nombre de un tío mío. Siempre estoy inquieto, y no estoy feliz, sobre todo me siento a menudo desmotivado y aunque esté luchando con mucha fuerza contra esta situación, siento que no me conozco, acaso sea por el nombre que llevo. En efecto, decidí cambiarlo, y ya elegí un nombre nuevo que adoptaré: René. Espero que me puedas ayudar a encontrar mi camino.

ALEJANDRO JODOROWSKY RESPONDE:

Querido Pedro: tu inconsciente es sabio, el nuevo nombre que elegiste significa “renacido”… La manera en que fuimos paridos puede influir nuestro carácter toda la vida. Tú eres un niño no deseado: tus padres no fueron capaces de imaginar para ti un nombre propio sino que te dieron el nombre de otro, condenándote a ser una réplica de tu abuelo. Tu parto fue una tortura, tan grande, que casi tuviste un paro cardíaco. Naciste por cesárea, lo que es una catástrofe psicológica. Una frase Zen dice: “Para que nazca un pollo, la gallina debe picotear la cáscara del huevo desde fuera y el pollo desde adentro. El parto es un trabajo sublime que se efectúa entre la madre y su hijo: ambos colaboran para que el nacimiento sea armónico, feliz. A ti te extrajeron como un tumor del vientre de una madre inerte. Nadie te dio a luz, nadie quiso que tú nacieras, nadie imaginó un nombre para ti. En tu inconsciente, que carece de la información de lo que es un buen alumbramiento, aún no has nacido.

Para que encuentres tu camino, debes realizar una ceremonia de nacimiento… El inconsciente acepta la metáfora y por esto puede obtener información de actos simbólicos… Encuentra una pareja de gente caritativa que se preste a ayudarte. Ellos actuarán los roles de tu padre y tu madre. Ponte frente a ellos y deja surgir tu rabia, tus protestas, tu dolor, tus críticas. Luego condénalos a morir. La pareja debe tenderse entonces en el suelo. Frente a esos dos “cadáveres” debes llorar por tu calidad de huérfano, por tu abandono, por tu soledad, por tu ausencia de individualidad…. Después debes “resucitarlos” diciéndoles: “Madre y padre míos, es así como deben ser” (Les das las buenas cualidades que deseas, creándote un padre y una madre perfectos)… Después haces que se pongan frente a frente y les dices que unan sus mentes, sus corazones, sus sexos y sus cuerpos, que se pongan en una posición que imite un coito y que exclamen como si alcanzaran un maravilloso orgasmo. En ese momento, desnudo, te colocas entre ellos. Te apoyas en el vientre de la mujer adquiriendo una posición fetal. El hombre te cubre con una sabana tibia. Imaginas que está ahí, convertido en feto, creciendo sin dificultad. Luego tu “padre” y tu “madre”, dulcemente te hablan diciendo lo felices que están de traerte a la existencia, te expresan su gran amor, por sobre la sabana te acarician. Cuando sientas que quieres nacer, cambias de posición y quedas con la cabeza hacia la entrepierna de la mujer. Ella entonces comienza a pujar imitando que te da a luz. Tú, con alegría te dejas deslizar. Surges de debajo de la sábana. El hombre te toma y te coloca sobre el pecho desnudo de la mujer. Ella vierte leche condensada en uno de sus pezones. Leche que tú chupas, como si fueras un bebé. Luego la pareja te baña, te seca y te viste con ropa nueva. En ese momento, dices el nuevo nombre con el que quieres llamarte… De esta manera tu inconsciente recibe la información de cómo se nace con felicidad. Si realizas bien esta ceremonia de nacimiento, cambiarás. Aprenderás a amarte y por lo mismo a amar la vida.

Marcela Paz.
Chile.