martes, 4 de junio de 2013

"La Urgencia de Una Transformación". Eckhart Tolle.


El desafío de la humanidad en este momento es el de reaccio­nar ante una crisis radical que amenaza nuestra propia supervi­vencia. La disfunción de la mente humana egotista, reconocida desde hace más de 2.500 años por los maestros sabios de la anti­güedad y amplificada en la actualidad a través de la ciencia y la tecnología, amenaza por primera vez la supervivencia del planeta. Hasta hace muy poco, la transformación de la conciencia humana (señalada también por los antiguos sabios) era tan sólo una posi­bilidad a la cual tenían acceso apenas unos cuantos individuos aquí y allá, independientemente de su trasfondo cultural o reli­gioso. No hubo un florecimiento generalizado de la conciencia humana porque sencillamente no era todavía una necesidad apre­miante.

Una proporción significativa de la población del planeta no tardará en reconocer, si es que no lo ha hecho ya, que la huma­nidad está ante una encrucijada desgarradora: evolucionar o mo­rir. Un porcentaje todavía relativamente pequeño pero cada vez más grande de personas ya está experimentando en su interior el colapso de los viejos patrones egotistas de la mente y el despertar de una nueva dimensión de la conciencia.

Lo que comienza a aflorar no es un nuevo sistema de creen­cias ni una religión, ideología espiritual o mitología. Estamos lle­gando al final no solamente de las mitologías sino también de las ideologías y de los credos. El cambio viene de un nivel más profundo que el de la mente, más profundo que el de los pensamien­tos. En efecto, en el corazón mismo de la nueva conciencia está la trascendencia del pensamiento, la habilidad recién descubierta de elevarse por encima de los pensamientos, de reconocer al interior del ser una dimensión infinitamente más vasta que el pensamien­to. Por consiguiente, ya no derivamos nuestra identidad, nuestro sentido de lo que somos de ese torrente incesante de pensamien­tos que confundimos con nuestro verdadero ser de acuerdo con la vieja conciencia. Es inmensa la sensación de liberación al saber que no somos esa "voz que llevamos en la cabeza". ¿Quién soy entonces? Aquel que observa esa realidad. La conciencia que precede al pensamiento, el espacio en el cual sucede el pensamiento, o la emoción o la percepción.

El ego no es más que eso: la identificación con la forma, es decir, con las formas de pensamiento principalmente. Si es que hay algo de realidad en el concepto del mal (realidad que es re­lativa y no absoluta), su definición sería la misma: identificación total con la forma: las formas físicas, las formas de pensamiento, las formas emocionales. El resultado es un desconocimiento total de nuestra conexión con el todo, de nuestra unicidad intrínseca con "todo lo demás" y también con la Fuente. Este estado de olvido es el pecado original, el sufrimiento, el engaño. 

¿Qué clase de mundo creamos cuando esta falsa idea de separación total es la base que gobierna todo lo que pensamos, decimos y hacemos? Para hallar la respuesta basta con observar la forma como los seres humanos se relacionan entre sí, leen un libro de historia o ven las noticias de la noche.

Si no cambian las estructuras de la mente humana, terminaremos siempre por crear una y otra vez el mismo mundo con sus mismos males y la misma disfunción.

UN NUEVO CIELO Y UNA NUEVA TIERRA

La inspiración para este libro vino de una profecía bíblica, que parece más aplicable en la actualidad que en ningún otro momen­to de la historia humana. Aparece tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento y se refiere al colapso del orden existente del mundo y el surgimiento de "un nuevo cielo y una nueva tierra".1 Debemos comprender aquí que el cielo no es un lugar sino que se refiere al plano interior de la conciencia. Este es el significado esotérico de la palabra y también es el significado que tiene en las enseñanzas de Jesús. Por otra parte, la tierra es la manifestación externa de la forma, la cual es siempre un reflejo del interior. La conciencia colectiva de la humanidad y la vida en nuestro planeta están íntimamente conectadas. "El nuevo cielo" es el florecimiento de un estado transformado de la conciencia humana, y "la nueva tierra" es su proyección en el plano físico. Puesto que la vida y la conciencia humanas son una con la vida en el planeta, a medida que se disuelva la vieja conciencia deberán producirse simultáneamente unos cataclismos geográficos y climáticos en muchas partes del planeta, algunos ya los hemos comenzado a presenciar.

Eckhart Tolle. 
Una Nueva Tierra.