En la mitología hinduista, Jánuman (en inglés Hanuman) es el dios mono venerado por los hindúes, quienes lo consideran un aspecto del dios Shivá. Es el fiel compañero del rey-dios Rama (uno de los diez avatares de Visnú) y una de las deidades más importantes del panteón hindú, en el Ramaiana, donde le ayuda en su expedición en contra del ejército liderado por el malvado demonio Rávana. Posee un poder y una fuerza casi ilimitada, hasta el punto de que al nacer saltó hasta el sol al confundirlo con una fruta.
Su nombre significa ‘el que tiene mandíbula [grande]’ (siendo janu: ‘mandíbula’, mat: ‘posee’).
Origen.
Existen varias leyendas que explican por qué la deidad tiene forma de mono. Una de ella narra que Brijaspati, el gurú de los dioses, tenía una sirvienta llamada Punyikastala. Debido a una querella, ella recibió la maldición de quedar convertida en mona, y sólo recobraría su forma si daba a luz a una encarnación de Shivá. Al renacer como Añyana, ella llevó una vida de gran austeridad y sacrificio en honor a Shivá, quien finalmente se compadeció de ella y aceptó ayudarla a deshacerse de su maleficio.
En una ocasión, mientras Agní, el dios del fuego, le daba un plato de dulces sagrados a Dasarath, rey de Ayodhya, para que los repartiera entre sus esposas con el fin de que tuvieran niños divinos, se acercó un águila y robó uno de los pasteles y lo soltó en las manos de Añyana mientras ella meditaba. Ella comió el postre divino y dio a luz a Jánuman. Así, Shivá encarnó en Añyana, adoptando la forma de un mono y contando con la bendición de Pavana, el dios del viento, quien se convirtió en el abuelo de Jánuman. Su nacimiento liberó a su madre del embrujo y decidió retornar al paraíso. Antes de su partida, le reveló al pequeño Jánuman que sería inmortal y que su alimento serían frutas maduras y brillantes como el sol. Siendo niño, fue aceptado como discípulo por Suria (el dios Sol), quien le enseñó los sutras. El extraordinario poder de concentración de Jánuman hizo que pudiera memorizarlos en tan sólo 60 horas.
A Jánuman se le distingue particularmente por su gran fuerza física y su carácter virtuoso. También se le considera un erudito que domina las seis escuelas de gramática, los cuatro Vedas y los seis shastras. El Dios Mono no se jacta de lo mucho que sabe; es la expresión misma de la humildad.