sábado, 15 de noviembre de 2014

"La Prosperidad". Louise L. Hay.

La Prosperidad

“Me merezco lo mejor y lo acepto, ahora mismo.”
Si desea que la afirmación que antecede sea válida para usted, no querrá dar crédito a ninguno de los siguientes enunciados:
  • El dinero no crece en los árboles.
  • El dinero es sucio.
  • El dinero es malo.
  • Soy pobre pero honrado.
  • Los ricos son unos ladrones.
  • No quiero enriquecerme y engreírme.
  • Jamás conseguiré un buen trabajo.
  • Nunca llegaré a hacer dinero.
  • El dinero se va con más rapidez de lo que llega.
  • Siempre tengo deudas.
  • Los pobres nunca pueden levantar cabeza.
  • Mis padres eran pobres y yo también lo soy.
  • Los artistas vivimos luchando.
  • Sólo los estafadores tienen dinero.
  • Todos están antes que yo.
  • Oh, yo no podría cobrar tanto.
  • No me lo merezco.
  • Yo no sirvo para hacer dinero.
  • Nunca le digo a nadie lo que tengo en el banco.
  • No hay que prestar dinero.
  • Peso ahorrado, peso ganado.
  • Hay que ahorrar para los días malos.
  • En cualquier momento puede sobrevenir una crisis.
  • Me enferma la gente que tiene dinero.
  • Para ganar dinero hay que trabajar mucho.

¿Cuántas de esas creencias suscribe usted? 
¿Piensa realmente que compartir alguna de ellas le traerá prosperidad?


Esa es una manera de pensar antigua y limitada. Quizá fuera lo que creía su familia respecto del dinero, porque las creencias familiares se nos quedan pegadas, a menos que nos liberemos conscientemente de ellas. Pero no importa de dónde venga: debe desaparecer de su conciencia si quiere prosperar.
Para mí, la verdadera prosperidad comienza cuando uno se siente bien consigo mismo. Es también la libertad de hacer lo que uno quiere, y cuando quiere. No es nunca una suma de dinero: es un estado de ánimo. La prosperidad (o su ausencia) es una expresión externa de las ideas que hay en su mente.
El merecimiento
Si no aceptamos la idea de que “merecemos” prosperar, entonces, aun cuando los dones nos lluevan, encontraremos la manera de rechazarlos. Por ejemplo:
Un alumno mío estaba trabajando para aumentar su prosperidad, y una noche llegó a clase emocionadísimo porque acababa de ganar quinientos dólares.
—¡No me lo puedo creer! —repetía—. ¡Si yo jamás gano nada!
Todos sabíamos que aquello era el reflejo de un cambio en su conciencia, pero él seguía sintiendo que en realidad no se lo merecía. La semana siguiente no pudo venir a clase porque se había roto una pierna. Las facturas por atención médica ascendieron a quinientos dólares.
Como había tenido miedo de “avanzar” por una nueva “senda de prosperidad”, y sentía que eso no era mérito suyo, se había castigado de aquella manera.
Aquello en lo que usted se concentre es lo que aumenta, de modo que no se concentre en las cuentas que tiene que pagar. Si se concentra en la estrechez y en las deudas, generará más estrechez y más deudas.
En el Universo hay una provisión inagotable, empiece a darse cuenta de eso. Tómese su tiempo para contar las estrellas en una noche despejada, o los granos de arena que caben en un puñado, las hojas que hay en una rama de árbol, las gotas de lluvia que resbalan por el cristal de la ventana o las semillas de tomate. Cada semilla es capaz de producir una planta completa, con una infinidad de tomates. Agradezca lo que tiene, y ya verá cómo aumenta. A mí me gusta bendecir con amor todo lo que hay actualmente en mi vida: mi hogar, la calefacción, el agua, la luz, el teléfono, los muebles, las cañerías, los diversos utensilios, la ropa, el coche, mi trabajo…, el dinero que tengo, los amigos, mi capacidad para ver, sentir, saborear, tocar, caminar y disfrutar de este planeta increíble.
Lo único que nos limita es nuestra propia creencia en las carencias y limitaciones. A usted, ¿qué creencia lo está limitando?
Si quiere tener dinero sólo para ayudar a otros, entonces está diciendo que usted no se lo merece.
Asegúrese de que no está rechazando la prosperidad. Si un amigo lo invita a almorzar o a cenar, acepte jubilosamente, con placer. No sienta que lo único que hace es un “intercambio” con la gente. Si le regalan algo, acéptelo con señorial agradecimiento. Si es algo que no puede usar, déselo a alguien. Déjese actuar como un canal por donde circulan las cosas. Limítese a sonreír y a dar las gracias. De esa manera hará que el Universo sepa que está en disposición de recibir sus bienes.
Haga lugar para lo nuevo
Sí, haga lugar para lo nuevo. Vacíe el frigorífico, tire todos esos restos envueltos en papel de aluminio. Limpie los armarios, deshágase de todo lo que haya usado en los últimos seis meses. Y si hace un año que no lo usa, decididamente eso está de más en su casa, así que véndalo, cámbielo, regálelo o quémelo.
Los armarios atestados y desordenados reflejan una mente en desorden. Mientras limpia los armarios, dígase que está limpiando sus armarios mentales. Al Universo le encantan los gestos simbólicos.
La primera vez que oí decir que la abundancia del Universo está al alcance de todos, pensé que era una ridiculez.
—No hay más que mirar la pobreza que nos rodea —me di]e—. Y mirar mi propia pobreza.
Que me dijeran que mi pobreza no era más que una creencia mía, una actitud de mi conciencia, me ponía furiosa, y necesité años para entender y aceptar que la única responsable de mi falta de prosperidad era yo. Como creía que era “indigna” y que “no me lo merecía”, que “el dinero había que ganarlo con esfuerzo” y que “yo no era capaz de…”, me mantenía inmovilizada en un sistema mental de “no tener”.
¡El dinero es lo que más fácilmente se materializa! ¿Cómo reacciona usted ante esta afirmación? ¿Se lo cree? ¿Se enfada? ¿Lo deja indiferente? ¿Le dan ganas de tirar el libro contra la pared? Si tiene cualquiera de estas reacciones, ¡perfecto! Entonces he conseguido tocar algo muy profundo que hay dentro de usted, el punto mismo de su resistencia a la verdad. Ése es el terreno en que tiene que trabajar. Es hora de que se abra su potencial de recibir ese caudal de dinero y de toda clase de bienes.
Acepte con amor las facturas
Es esencial que dejemos de preocuparnos por el dinero y de protestar por las facturas que nos llegan. Mucha gente reacciona como si las facturas fueran castigos que hay que evitar si es posible. Una factura es un reconocimiento de nuestra capacidad de pago. El acreedor da por sentado que usted puede permitírselo, y le proporciona el servicio o el producto antes de cobrárselo. Yo bendigo con amor todas las facturas que llegan a mi casa. Bendigo con amor cada cheque que firmo, y lo beso. Si usted paga con resentimiento, al dinero se le hace muy difícil volver. Si paga con amor y alegría, abre libremente las compuertas del canal de la abundancia. Trate al dinero como a un amigo y no simplemente como algo que uno se mete en el bolsillo.
Su seguridad no reside en su trabajo ni en su cuenta corriente, ni tampoco en sus inversiones, en su cónyuge o en sus padres. Su segundad reside en su capacidad para conectarse con el poder cósmico que crea todas las cosas.
A mí me gusta pensar que el poder que hay dentro de mí y que respira en mi cuerpo es el mismo que me proporciona todo lo que necesito, y con la misma facilidad, con igual simplicidad. El Universo es pródigo y abundante, y por haber nacido tenemos derecho a que se nos proporcione todo lo que necesitamos, a menos que nosotros optemos por creer lo contrario.
Yo bendigo el teléfono cada vez que lo uso, y con frecuencia afirmo que sólo me trae prosperidad y expresiones de amor. Lo mismo hago con el buzón de mi casa, y cada día está lleno a rebosar de dinero y de toda clase de cartas afectuosas de amigos y clientes, y de lectores lejanos de mi primer libro. Y me regocijo por las facturas que me llegan, agradeciendo a las empresas su confianza en que les pagaré. Bendigo el timbre y la puerta de mi casa, porque sé que todo lo que por ellos me llega es bueno. Espero que mi vida sea buena y jubilosa, y lo es.
Estas ideas sirven para todo el mundo
El hombre era un gigoló y vino a pedirme una sesión porque quería aumentar sus ingresos. Sabía que era bueno en su actividad y quería ganar cien mil dólares al año. Le di las mismas ideas que le estoy dando a usted y no tardó en tener dinero para comprarse porcelanas chinas. Pasaba mucho tiempo en su casa porque quería disfrutar de los resultados de sus inversiones siempre crecientes
Regocíjese por la buena suerte ajena
No postergue su propia prosperidad con celos o resentimientos porque haya otras personas que tengan más que usted. No critique la forma en que los demás gastan su dinero. Eso no es asunto suyo.
Cada persona está bajo la ley de su propia conciencia. Usted limítese a ocuparse de sus propios pensamientos. Bendiga la buena suerte ajena, y sepa que hay con creces para todos.
¿Es usted mezquino con las propinas? ¿Se saca de encima a la señora que limpia los lavabos espetándole alguna moraleja? En la Navidad, ¿hace caso omiso del portero de su casa o de su despacho? ¿Escatima sin necesidad las pesetas comprando verdura del día anterior? ¿Hace la compra en las tiendas más baratas? En los restaurantes, ¿pide siempre los platos más baratos de la carta?
Hay una ley “de la demanda y la oferta” (sí, no me he equivocado, la demanda está en primer lugar). El dinero tiene una manera propia de acudir a donde se lo necesita. La más pobre de las familias puede casi siempre reunir el dinero necesario para un funeral.

Visualización – El océano de la abundancia


Su conciencia de la prosperidad no depende del dinero; 
es el dinero que hacia usted afluye lo que depende 
de su conciencia de la prosperidad.
A medida que usted pueda concebir un aflujo mayor, más será lo que llegue a su vida.
Una visualización que me gusta es imaginarme de pie en la playa, mirando la vastedad del océano con pleno conocimiento de que ese océano es la abundancia que está disponible para mí. Mírese las manos y vea qué tipo de recipiente sostienen. ¿Una cucharilla, un dedal agujereado, un vaso de papel, una taza, un vaso de whisky, una jarra, un cubo, una bañera de bebé… o quizás usted tiene una cañería que lo conecta con ese océano de abundancia? Mire a su alrededor y fíjese que por más personas que haya, y sean cuales fueren los recipientes que tengan, hay de sobra para todos. Usted no puede despojar a nadie, ni nadie puede despojarlo. Y por más que hagan no podrán agotar el océano. Su recipiente es su conciencia, y siempre puede cambiarlo por uno mayor. Haga con frecuencia este ejercicio para obtener una sensación de expansión y de oferta ilimitada.
Abra los brazos
Por lo menos una vez al día, me siento con los brazos extendidos a los costados y digo: “Estoy abierta para todo el bien y toda la abundancia del Universo”. Eso me da una sensación de expansión.
El Universo sólo puede darme aquello de lo que tengo conciencia, y siempre puedo crear más en mi conciencia. Es como un banco cósmico, donde hago ingresos mentales incrementando la conciencia que tengo de mi propia capacidad creadora. La meditación, los tratamientos y las afirmaciones son ingresos mentales. Es menester crearnos el hábito de hacer a diario ese tipo de ingresos.
No basta simplemente con tener más dinero. Lo importante es disfrutar de él. Usted, ¿se permite sentir placer con el dinero? Si no, ¿por qué no? Una parte de todo lo que ingresa puede dedicarla al puro placer. La semana pasada ¿Hizo con su dinero algo que le gustara? ¿Por qué no? ¿Qué antigua creencia se lo estaba impidiendo? Renuncie a ella.
El dinero no tiene por qué ser un asunto serio en su vida. Póngalo en la perspectiva adecuada. Es un medio de intercambio y nada más. ¿Qué haría usted, y qué tendría, si no necesitara dinero?
Jerry Gilíes, el autor de Money Love (Amor al dinero), uno de los mejores libros sobre este tema que he leído, sugiere que nos impongamos una “multa a la pobreza”. Cada vez que pensemos o digamos algo negativo sobre nuestra situación monetaria, cobrémonos cierta cantidad y dejémosla aparte. Al finalizar la semana, tenemos que gastar ese dinero en algo que nos dé placer.
Es menester desempolvar nuestros conceptos sobre el dinero. He comprobado que provoca menos resistencias un seminario sobre la sexualidad que sobre el dinero. La gente se enoja muchísimo cuando se cuestionan sus creencias referentes al dinero. Incluso las personas que acuden al seminario porque necesitan desesperadamente llegar a tener más dinero se enfurecen cuando intento hacerles cambiar las creencias que las limitan.
“Estoy dispuesto a cambiar.” “Estoy dispuesto a renunciar a mis antiguas creencias negativas”. A veces tenemos que trabajar mucho con estas dos afirmaciones para poder abrir un espacio desde donde empezar a crear la prosperidad.
Es preciso que nos liberemos de la mentalidad del “ingreso fijo”. No ponga límites al Universo insistiendo en que usted tiene “solamente” cierto salario o nivel de ingresos. Ese salario o esos ingresos son un canal; no son su fuente. Su provisión viene de una única fuente, que es el Universo.
Hay un número infinito de canales, y debemos abrirnos a ellos. Debemos aceptar en nuestra conciencia que esa provisión puede provenir de cualquier parte, y de todas partes. Entonces, cuando andemos por la calle y nos encontremos una moneda, le daremos las gracias a la fuente. Quizás el don sea pequeño, pero el hecho de haberlo recibido significa que nuevos canales están empezando a abrirse. “Me abro para recibir nuevas fuentes de ingresos.” “Ahora recibo mi bien tanto de fuentes habituales como inesperadas.”
“Soy un ser ilimitado que acepta de forma ilimitada
los bienes provenientes de una fuente ilimitada”.
Regocíjese por los gérmenes de un comienzo nuevo
Cuando trabajamos para incrementar la prosperidad, lo que ganamos concuerda siempre con lo que consideramos nuestros merecimientos. Una escritora vino a verme con el fin de aumentar sus ingresos, y una de sus afirmaciones era: “Estoy ganando mucho dinero como escritora”. Tres días después de empezar a trabajar conmigo, entró en la cafetería donde solía desayunar, se sentó y comenzó a escribir. Entonces se le acercó el dueño a preguntarle si era escritora, y si querría hacer algo para él. Después le trajo varias tarjetitas del establecimiento y le pidió que escribiera en ellas: “Plato combinado especial: 3, 95 dólares”. A cambio de ello, le sirvió el desayuno gratuitamente.
Aquella pequeñez hizo que mi clienta advirtiera el comienzo de su cambio de conciencia, tras lo cual empezó a vender bien sus libros.

Reconozca la prosperidad

Empiece a reconocer la prosperidad allí donde la vea, y a alegrarse de ella. Un conocido predicador evangelista de la ciudad de Nueva York recuerda que en su época de pobreza solía pasar, a pie, junto a buenos restaurantes, casas y automóviles lujosos y tiendas elegantes, diciendo en voz alta: “Todo esto es para mí, todo esto es para mí”. Permítase sacar placer de toda clase de mansiones suntuosas, bancos, grandes almacenes, establecimientos de lujo… y, ¿por qué no?, también yates. Reconozca que todo eso es parte de su abundancia, y recuerde que usted está incrementando su conciencia para poder participar de esas cosas si así lo desea. Si ve gente bien vestida, dígase: “¡Qué maravilla que tenga semejante abundancia! Realmente, hay de sobra para todos”.
No queremos solamente el bien de los demás. Queremos también nuestro propio bien.
Sin embargo, no somos dueños de nada. Sólo usamos nuestra posesiones durante cierto tiempo, hasta que pasan a otra persona. Hay posesiones que pueden quedar en una familia durante varias generaciones, pero eso también tiene su final. En la vida hay un ritmo y una fluencia naturales. Las cosas vienen y se van. Y creo que cuando algo se va, es sólo para dejar lugar a algo nuevo y mejor.
Acepte los cumplidos
Muchísimas personas quieren ser ricas, y, sin embargo, no quieren aceptar un cumplido. Conozco a actores y actrices que quieren llegar al “estrellato” y, sin embargo, no saben aceptar un cumplido sin encogerse.
Los cumplidos son donaciones de prosperidad y hay que aprender a aceptarlos con naturalidad y gracia. Cuando era niña, mi madre me enseñó a sonreír y dar las gracias cuando me hacían un cumplido o un regalo, y esa costumbre me ha beneficiado durante toda la vida.
Mejor aún es aceptar el cumplido y devolverlo, para que la otra persona se sienta también como si le hubieran hecho un regalo. Es una manera de mantener en marcha el intercambio de bienes.
Regocíjese de la abundancia que representa despertarse cada mañana frente a la experiencia de un nuevo día. Alégrese de vivir, de estar sano, de tener amigos, de ser creativo, de ser un ejemplo viviente de la alegría de vivir. Viva con su conciencia a tope, y disfrute con el proceso de su transformación.
En la infinitud de la vida, donde estoy, todo es perfecto, completo y entero.
Formo parte del Poder que me ha creado, y me abro totalmente
 para recibir la abundante comente de prosperidad que me ofrece el Universo.
Mis necesidades y deseos me satisfacen todos sin haberlo pedido siquiera.
Con la guía y la protección de lo Divino, elijo siempre aquello que me beneficia.
Me regocijan los éxitos ajenos, porque sé que hay de sobra para todos.
Constantemente aumento mi conciencia de la abundancia 
y esto se refleja en ingresos cada vez mayores.
Mi bien proviene de todos y de todas partes.
Todo está bien en mi mundo.
Louise L. Hay.
Extracto del libro: "Usted Puede Sanar Su Vida". Louise Hay
Capítulo 13: La Prosperidad.
hermandadblanca.org


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"Si no Sientes en ti la Prosperidad,
no las vas a poder atraer.

Marcela Paz.
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"La Ciencia de los Milagros"
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