sábado, 8 de enero de 2011
¿Tienes Miedo Al Futuro?
Cuántas personas, por temor a un futuro teórico, comenten el error de no realizar aquello que podría darles la felicidad! La siguiente fábula les está diciendo: “¡Ten fe en ti mism@ y construye tu presente sin dudar!
Un modesto carpintero, que debía alimentar a su mujer y cinco hijos, se preocupaba por el porvenir. Pronto envejecería y, tarde o temprano, sus vástagos morirían de hambre. Una tarde, angustiado, salió a caminar por las calles de su miserable barrio. En una esquina encontró a un harapiento anciano que, sentado, sonreía como si tuviera toda la felicidad del mundo. El carpintero, al ver tal optimismo en ese cuerpo esquelético, le preguntó: “¿Cómo puedes sentirte tan bien?” “¡Es que poseo un don: quien me recoja y me lleve a vivir con él, siempre tendrá con qué alimentar a su familia!” El carpintero le creyó y le ofreció alojamiento. Pasaron los días. Su situación no mejoró: por el contrario, el trabajo fue escaseando más y más. El viejo bebía y comía cantidades cada vez más grandes. Cuando la esposa obligaba al marido que le dijera a su invitado que limitara su apetito, éste invariablemente le respondía: “¡Hombre, no te preocupes: mientras me mantengas, nunca te morirás de hambre!” Un día el carpintero tuvo un accidente y ya no pudo seguir trabajando. Con la cantidad que el viejo devoraba, partieron las economías en un par de días y sólo les quedó una moneda. La mujer, llorando, fue al mercado y apenas pudo comprar un pescado. Llegó a la casa y dijo al esposo: “¡Esto es lo último que tenemos para llevarnos a la boca! ¡Obliga a ese estafador a que se vaya!” El hombre le gritó al anciano: “¡Ya nos engañaste bastante! ¡Lárgate!” Éste sonrió: “¡Te dije que nunca te faltarìa algo que comer y estoy cumpliendo: hoy tienes un pez!” Al oir esto, airado, el carpintero apaleó al mendigo hasta que lo mató. Lo arrojaron a la basura y se sentaron a comer. Al cortar el pescado encontraron en su vientre un anillo con un diamante enorme. Les dieron por él tal fortuna que pudieron vivir satisfechos hasta el final de sus días. Arrepentidos, parte del dinero lo gastaron en darle al mendigo una hermosa sepultura y siempre tuvieron en la casa un altar dedicado a él.
Alejandro Jodorowsky.
Imagen: Guillermo Querejazu
Marcela Paz.
Chile.