miércoles, 10 de septiembre de 2014

"Todos Tenemos Dos Cuerpos: el Real y el Imaginario". A.Jodorowsky.


A. Jodorowsky: Un poeta está sentado delante de la puerta de su casa, inclinado mirando una cacerola llena de agua. Pasa un monje zen que le pregunta: “¿Qué haces?”. El poeta le responde: “Observo el reflejo de la luna en esta agua”. El monje le dice: “Si no te duele el cuello, ¿por qué no observas a la luna directamente?”.

Sigmund Freud dijo: “Nunca nos encolerizamos por lo que creemos, sino por una causa inconsciente que rechazamos comprender”. Si nos hiciéramos conscientes, jamás nos encolerizaríamos. Cuando nos enojamos siempre hay un conflicto inconsciente que no hemos resuelto. De la misma manera, no se sufre nunca por lo que creemos. Esta afirmación nos conduce a la historia del reflejo de la luna. Las palabras son un reflejo imperfecto de la realidad… Un borracho, mientras atraviesa un puente, mira hacia el río y pregunta: “¿Qué es eso que brilla en el agua?” Le responden: ” Es la luna”. El borracho exclama: “¿Pero cómo llegó hasta ahí?”… Los vapores del alcohol le hacen tomar el reflejo por la realidad.

En un accidente, alguien pierde una pierna. Al despertarse en el hospital no se da cuenta de esto porque siente que mueve los dedos de la pierna que le falta. Cuando perdemos un miembro, continuamos sintiéndolo. Hay piernas fantasmas, brazos fantasmas, orejas fantasmas, pene fantasma, etc. Eso quiere decir que tenemos dos cuerpos: el real y el imaginario… En la vida corriente, ¿cuál es el que sentimos? Los dos al mismo tiempo. Esto lo han sabido desde tiempos remotos los chamanes y los guías espirituales. En toda religión se establecen biologias fantásticas. En India se cree firmemente en los 7 chakras, los chinos inventaron los meridianos corporales, los chamanes mexicanos detectan en el cuerpo 13 centros donde “habitan” diferentes dioses. ¡Y todas esta biologias imaginarias funcionan!.

La curandera Pachita, imitaba operaciones en el cuerpo real. Con un cuchillo de caza y un par de tijeras “operaba” al enfermo. Parecía abrir una herida de la cual saltaba sangre y extirpaba un tumor, o cambiaba un órgano por otro. No se podía ver claramente la operación porque colocaba algodones alrededor del sitio donde iba a cortar, y sobre esos algodones derramaba un litro de alcohol. Además el cuarto estaba en la semioscuridad alumbrado por una sola vela, porque Pachita afirmaba que las vísceras no estaban habituadas a soportar la luz eléctrica. ¿Era verdad, era ilusión, prestidigitación, milagro? No lo sé ni me importa, el hecho es que curaba… Corría sangre hedionda, se extraían pedazos de carne podrida, se oía el aserrar de huesos, y llantos y gritos de dolor. Pachita usaba como gran medicina el terror. Curaba actuando directamente sobre el cuerpo imaginario.

Inspirado por esta genial curandera, me propuse sanar personas actuando sobre su cuerpo imaginario. Por ejemplo, a un señor que tartamudeaba desde hacía 30 años, imitando con los gestos apropiados que le cambiaba la mandíbula, (sin engañarlo, aplicándole el hueso de una pierna de pollo en la mejilla) lo liberé de su defecto. Actuando sobre el cuerpo imaginario se puede producir efectos en el cuerpo real.

Si entras en trance, en meditación profunda, y sientes a tu cuerpo imaginario, verás que es semejante a tu cuerpo real pero con una forma perfecta y con cualidades muy superiores a las “reales” tuyas. Este cuerpo fantástico corresponde a tu Ser Esencial, el que no fue deformado por la familia y la sociedad en que naciste. Si te concentras en ese cuerpo inmaterial, puedes sentir como son tus verdaderos pies, tu verdadera cara, tu verdadera cabellera, tu verdadero sexo, 
tu verdadera energía, tus verdaderos poderes.

¿Tienes un cuerpo de mujer o de hombre? 
¿Tienes alas? 
¿Cuatro brazos? 
¿Mides tres metros? 

He propuesto esta meditación en talleres y los participantes han descubierto con verdadera alegría qué sensación les produce su cuerpo imaginario. Cuando les pido que marchen sintiendo el cambio que ese conocimiento les produce, sus cuerpos reales vibran con una nueva vida. Todos se sienten invadidos 
por una alegría celular.

Pienso que esto sucede porque cuando llegamos al vientre de nuestra madre, ésta, influída por su familia, su sociedad y su cultura, deforma nuestro cuerpo y espíritu, que son perfectos y con cualidades espirituales infinitas, geniales, y los somete a moldes creados por el pasado. Es así como nacemos con un cuerpo real marcado por los problemas psicológicos de nuestros padres y antepasados y un cuerpo imaginario, libre, que nos acompañará toda la vida y al que, si seguimos la senda mágica, se nos hará una necesidad esencial conocer.

Si tenemos un cuerpo imaginario, es también necesario que nos demos cuenta que tenemos una mente imaginaria. Tenemos pensamientos inconscientes, percepciones olfativas, audiciones, tactos, visiones, sabores mucho más desarrollados que los que creemos “reales”.

 Vemos más de lo que creemos ver,
 oímos más de lo que creemos oír, 
gustamos más de lo que creemos gustar, 
olfateamos más de lo que creemos olfatear,
 percibimos con el tacto mucho más 
de lo que creemos percibir, 
pensamos más de lo que creemos pensar. 

No sentimos por completo nuestras sensaciones, tenemos pensamientos de los que no nos damos cuenta, vivimos dentro de limites perceptivos, provocados desde que nacemos por nuestra familia y luego por la sociedad. Nos sumergen en prejucios y concepciones anquilosadas de la realidad y de nosotros mismos. Debemos aprender a pensar con libertad, (no digo con “inteligencia”, digo con “libertad”). El trabajo mágico consiste en disolver los límites de nuestra inteligencia y de nuestras percepciones. Estos limites nos encierran en calabozos irreales que nos impiden acceder a la conciencia suprema. La llave para lograr esto es la atención.

Te propongo que tomes un papel y escribas en él todas tus creencias. 
El pensamiento humano no está basado en verdades objetivas sino en creencias. Creer algo es saber, pero no es conocer. 
Escribe junto a lo que crees, lo que conoces. 
¿Crees que amas o conoces el amor?. 
¿Crees en la generosidad o conoces la generosidad? 
Al hacer esta lista te darás cuenta que lo que te sucede 
con los pensamientos, te sucede con los sentimientos.

Crees poseer emociones que no son tuyas, no te corresponden. Ya sea porque son restos de la infancia o porque pertenecen a tus padres o a otros familiares. Muchas personas arrastran una depresión que han copiado de su madre, un sentimiento de fracaso que imitan de su padre, etc. Cuando consideres que has terminado esta lista, corta la columna de creencias y quémala. Luego entierra la columna de conocimientos y planta sobre ella una mata florida.

También tenemos deseos y necesidades que no son nuestros. ¿La enfermedad que padezco está en mi cuerpo real o en mi cuerpo imaginario? Conocí a una mujer que se quejaba de tener un tumor en la columna vertebral que le devoraba la medula espinal. Ninguna radiografía había podido detectárselo. Sin embargo ese tumor fantasma le creaba una barrera entre su cuerpo real y su mental real, impidiéndole vivir su emocionalidad femenina. Sus padres habían deseado tener un hijo y no una hija. Mi consultante, no podía asumir su cuerpo de mujer, cualquier manifestación de él, sentimientos amorosos, orgasmo, reglas, maternidad, la alejaba del amor de sus padres. No pudiendo eliminar esta manifestaciones, se creaba un tumor invisible en la columna vertebral. ¿Qué se debe curar, el cuerpo orgánico o el cuerpo imaginario? La medicina oficial daría un gran paso hacia adelante se se propusiera curar los dos cuerpos al mismo tiempo. Si el tumor se forma en el cuerpo imaginario, al cabo de un tiempo puede ser reproducido por el cuerpo real. Cuando Pachita operaba al cuerpo imaginario, el enfermo tenía que esperar seis meses para que la curación se propagara a su cuerpo real. El resultado no era instantáneo.

Pon tu atención en tus sentidos. Observa lo que estás viendo, oyendo, tocando, gustando, olfateando. Verás que estás plagad@ de hábitos, repeticiones, ideas petrificadas.

Los artistas nos enseñan a desarrollar los sentidos: los pintores saben ver más, los escultores descubren nuevas relaciones del tacto con los volúmenes, los músicos descubren que los ruidos son también música. Sin embargo los magos van más lejos: al tocar un objeto pueden saber su historia, sentir a quienes los han tocado o fabricado. Pueden conversar con los objetos y los animales, no con idiomas conocidos, sino con percepciones sutiles. También pueden sentir el olor de las ideas o de los recuerdos… Tú, trata de vencer a tus límites. Por ejemplo, propónete pensar de una manera que siempre te has negado a hacerlo. Si te educaron para que tuvieras una imagen gentil, positiva del mundo, deja venir a tu mente los pensamientos más oscuros, sádicos, destructores posibles. O al revés, si vives con conceptos negativos, permite que entren en tu mente concepciones sublimes. 

Ponte en lugar de los objetos, recorre tu casa imaginando lo que siente cada mueble, cada planta en su macetero, cada cosa que te han regalado. Observa los sentimientos que repites. Anota los cómplices que te acompañan. Si eres frígida pregúntate por qué te enredas con eyaculadores precoces. Pregúntate por qué, si deseas tanto tener un hijo formas pareja con un hombre que tiene problemas con su esperma. ¿Por qué te enamoras siempre de mujeres casadas? Detecta a todo ese mundo de cosas imaginarias que repites sin cesar. En fin, pregúntate:

¿La sensación que tengo de mi cuerpo es completa? 
¿Vivo en un cuerpo real o en un cuerpo imaginario? 
¿Mi manera de vivir me corresponde 
o corresponde a otras personas? 
¿Qué es lo que es auténtico y completo en mí y qué no lo es? ¿Veo mis hijos reales 
o sólo los veo en la forma en que los imagino? 
¿Qué de lo que en verdad soy me han prohibido ser?
 ¿Qué de lo que de ninguna manera soy me han obligado a ser?

Alejandro Jodorowsky. 
Imagen: sanamente.com