lunes, 4 de enero de 2016

"Dais de Verdad Solo Cuando Dais de Vosotros Mismos".


"No dais sino poco cuando dais de vuestras posesiones. 
Es cuando dais de vosotros mismos que realmente dais”.
Khalil Gibran.
Aprender a dar de corazón es algo que se cultiva, se aprende con el tiempo, a través de la bondad y del amor. Normalmente por lo adquirido, suele haber una intención oculta en la persona que da. Hemos aprendido que para sobrevivir hay que dar, con la expectativa de que así obtendremos algo a cambio.
¿Qué sucede cuando damos esperando obtener algo a cambio? Aparece inevitablemente la frustración, la desesperación y la tristeza. Nos alejamos de muchas relaciones creyendo que no hay reciprocidad, y con la idea de que somos merecedores de mucho más de lo que estamos recibiendo por parte de la otra persona.
Pero, lo que estamos dando, ¿es superficial?, ¿forma parte de nuestras posesiones, de nuestros bienes?, o ¿estamos ofreciendo algo valioso de nosotros mismos, entregando algo de corazón que sea significativo? Reflexiona…

Aprender a dar lo mejor de nosotros mismos.


Cuando estamos dando lo mejor de nosotros mismos a los demás, no necesitamos reconocimiento, no tenemos la intención oculta de sentirnos valorados y queridos por lo que estamos haciendo. Simplemente aportamos algo valioso que nace desde nuestra generosidad y honestidad.
Al estar en disposición de valorarnos a nosotros mismos y creer en nuestro propio amor, es cuando cultivamos esta actitud desinteresada, en la que no se busca nada a cambio. De una forma auténtica y compasiva podemos acercarnos a ayudar a quienes lo necesitan.
Lo mejor de uno mismo aparece mediante la autenticidad, desde la naturalidad y espontaneidad. A través del miedo, la preocupación, la inseguridad y la falta de motivación solo podemos ofrecer falsedad y superficialidad.

Cuando no tenemos suficiente con lo que recibimos.


Se nos educa para ser víctimas de recibir algo que necesitamos a cambio. Vendemos nuestro propio amor por obtener atención y consuelo; vendemos nuestros valores y nuestras virtudes para obtener la ilusión de seguridad, de control y de continuidad.
Cuando creemos encontrarnos seguros, en un estado de aparente estabilidad, nos aferramos a lo que tenemos, acabamos dependiendo y por lo tanto, temiendo a perderlo. Acabamos por contaminar todo aquello a lo que nos aferramos hasta finalmente darle fin.
Puesto que todo lo que conseguimos obtener para mantener nuestra estructura de aparente seguridad, deja de ser suficiente, de una forma voraz necesitamos más muestras de amor, atención y compromiso. Nos quedamos vacíos sin que nada tenga ya suficiente valor. Vamos, pues, en búsqueda de otras personas que sacien nuestra sed.

No es posible dar desde la seguridad.


Si lo que buscamos es sentirnos seguros, ofreciendo lo mejor de nosotros sin que nos puedan rechazar, sin que nos puedan herir, y que nos atiendan, comprendan y presten atención tal y como nosotros necesitamos; seguramente nos apartemos del propósito de dar desde el corazón, siendo nosotros mismos.
El acto de dar surge de la compasión, del amor y la generosidad. Es un acto bondadoso libre de egoísmo y de interés. Aprender esta forma de dar conlleva haber pasado antes por mucha frustración e incomprensión. Supone un estado de paz donde no transita el rencor. Te invito a que juntos lo practiquemos y lo incorporemos en nuestras vida.