viernes, 6 de diciembre de 2013

"Dioses Dormidos".

Foto: angelesamor.org

Somos las luces que descendieron
a los abismos profundos de la ilusión y el desamparo,
y se durmieron en el sueño del tiempo lineal
y del engaño de una percepción distorsionada por la historia.

Átomos del día que intentaron la aventura incierta de la noche oscura
y se perdieron por los siglos de los siglos en la penumbra y el dolor
y vagaron a oscuras a través de las profundidades del laberinto de la dualidad y la separación
y entonaron su canto fúnebre tantas veces que se olvidaron de sí mismos,
del origen y el destino de sus pasos.

Hoy recorren sonámbulos el valle de las sombras de la muerte,
confundidos,
aturdidos,
cargando en el alma heridas abiertas y cicatrices de guerra,
cegados por esta fría oscuridad.

Dioses dormidos,
amnésicos,
bacanal de desesperados,
sedados por la brutalidad del invierno cósmico que cayó sobre sus cabezas,
y por el virus de la división que se instaló en sus entrañas.

Los hijos perdidos del padre de todas las cosas
comienzan lentamente el despertar más explosivo
que la historia y geografía de la tierra han conocido jamás.

Los primeros rayos del nuevo día asoman con timidez
y el número crítico de los que se atrevieron a intentarlo inicia su marcha triunfal,
silencioso carnaval que anticipa la primavera de un nuevo ciclo sin tiempo,
el florecer de una época de oro puro.

Una alquimia colectiva es alternativa cierta
en el campo abierto de las infinitas posibilidades,
del plomo al oro
y del hombre ciego y perdido
al Dios que habita en todos y cada uno de los que somos,
y que duerme esperando su turno,
bajo la máscara, el disfraz y la armadura en que intentamos esconderlo.

El reloj despertador del final de los juicios y los tiempos
ha comenzado a sonar en el corazón de los que despiertan al camino
y avanzan dichosos hacia el nuevo mundo,
caminantes de un destino que invita volver a casa.

El Sol resplandece en cada uno de nosotros.

Cierra tus ojos
y siente el pulsar incesante de su amor que abrasa y derrite los miedos.

Corren vientos de reuniones y reencuentros,
el momento perfecto de morir para nacer
y de nacer para vivir.

Aunque lo olvidamos durante eones y ciclos galácticos completos,
somos luz,
amor infinito…

Dioses dormidos.
Eso es lo que somos.

Mauricio Labarca Abdala
Creador de la Colección Ágora
(Arte Hermético)