"El discípulo se acercó al Maestro y le dijo: He buscado a Dios durante años. Dejé mi casa y he estado buscándolo en todas las partes donde Él mismo ha dicho que está. He ido a lo alto de los montes, en el centro del desierto, en el silencio de los monasterios y en la choza de los pobres.
- ¿Y lo has encontrado?, le preguntó el Maestro.
- Sería un engreído y un mentiroso si dijera que sí. No, no lo he encontrado. ¿Y tú?
¿Qué podía responderle el Maestro? El sol poniente inundaba la habitación con sus rayos de luz dorada. Centenares de gorriones gorjeaban felices en el exterior, sobre las ramas de una higuera cercana. A lo lejos podía oírse el peculiar ruido de la carretera. Un mosquito zumbaba cerca de su oreja, avisando que estaba a punto de atacar... Y sin embargo, aquel buen hombre podía sentarse allí y decir que no había encontrado a Dios, que aún estaba buscándolo.
Al cabo de un rato, decepcionado, salió de la habitación del Maestro y se fue a buscar a otra parte.
No hay nada que buscar.
Sólo tienes que estar tranquilo, abrir tus ojos y mirar.
No puedes dejar de verlo".
Imagen de Art Of Photography
Maurizio Sartoretto @ Photographer