Hay una definición que todos conocemos según la cual la mujer que ha parido es madre.
También es el título que se da a ciertas religiosas como por ejemplo:
la madre superiora.
Existe una tendencia en nuestra cultura a pensar
que una vez que se concibe un hijo se es madre.
Tal vez, convertirse en madre es parte de un proceso, no debería ser sólo un evento. En México, la palabra ” madre “, además del significado estricto, se utiliza de muchas formas…
Adjetivo calificativo: ¡Que poca madre! Accidente: ¡Se dio en la madre! Efecto visual: ¡No veo ni madre! Superlativo: ¡A todísima madre! Sorpresa: ¡¡¡Madres!!!
Egoísmo: ¡No me dio ni una madre! Desorden: ¡Que Desmadre! Despectivo: ¡No se quien madres se cree!
El arquetipo cósmico de la mujer y de la madre es la Luna.
Es cierto que desde la perspectiva astrológica la Luna simboliza el principio femenino. Mientras que el Sol “transmite” energía, la Luna la absorbe y asimila para luego abastecerla. El ciclo lunar dura en promedio unos 28 días y medio coincidiendo con el ciclo femenino; también influye en las mareas, ya que el movimiento periódico y alternativo de ascenso y descenso de las aguas del mar se produce por la atracción del Sol y de la Luna.
¿Qué otras cosas se relacionan simbólicamente con la Luna?
En el horóscopo, la Luna, representa los sentimientos, la fertilidad, la energía creativa, el hogar, la receptividad a los estados de ánimo de otras personas, etc.
¿Podríamos repasar los tipos de madres?
- Aquellas que quieren saber si son capaces de estar embarazadas, por simple curiosidad, sin mayor interés.
- Las que quieren quedarse embarazadas, vivir la experiencia del embarazo, pero no desean parir al hijo
- Las que quieren parirlo y después dejarlo de lado. No quieren vivir la maternidad, ni tampoco tener leche materna.
-Aquellas que una vez lo han parido se lo quedan para siempre, convierten al hijo en algo de su propiedad. Es la madre invasora, asociada a un padre ausente.
-Para terminar, tenemos la buena madre, aquella que lo ofrece al mundo.
Por tanto deduzco que no todas las madres aman a sus hijos.
Hay algunas que si llegan a parir, para vencer la culpabilidad inconsciente, transforman su falta de amor en cuidados posesivos, según dice Alejandro Jodorowsky.
Soy niño y percibo que mi madre odia a los hombres ¿Qué puede suceder?
Entonces, es posible que para evitar perder el amor de tu madre te prohíbas madurar y te quedes como un adolescente perpetuo. Tendrás problemas con la eyaculación, con el placer adulto.
¿Y soñar con la madre?
La madre puede ser la vida o puede ser la muerte. Es seguridad y amor, así como puede representar justo lo contrario. Es el principio femenino, fuente de vida. Hay quien dice que si sueñas que tu madre es benevolente contigo es por que llegarán épocas de abundancia. En cambio, si sueñas con tu madre ya muerta es por que te refugias en el pasado.
Un cuento relacionado con la madre.
Los bebés ratoncillos tenían sólo unos pocos días de vida. Bajo la atenta mirada de su madre, los bebés ratoncillos saltaban y daban volteretas, brincaban y andaban a la pata coja, chillaban y daban gritos y se lo pasaban en grande en definitiva. De repente, se pararon en seco.
Una enorme sombra negra se había proyectado a lo largo de ellos y el espacio en que jugaban. Lentamente, volvieron sus pequeñas cabezas de ratoncillos para ver de donde procedía la sombra. Allí, agazapado y dispuesto para atacar de un momento a otro, había un enorme gato negro. Sus ojos amarillos eran tan grandes como platos, sus bigotes eran largos y amenazadores, sus dientes amarillos y afilados goteaban saliva. Si el gato hubiese podido hablar, seguro que habría dicho: “¡Hora de comer!”.
Rápida como un relámpago, la madre ratón saltó por encima de las crías y ocupó el espacio entre los ratoncillos y el gato. Sin dejar de mirar ferozmente a los ojos del gato, la madre maulló en voz alta y con actitud:
-¡Fuuu!, ¡Fuuu!, ¡Fuuu!, ¡Fuuu!, ¡Fuuu!, ¡Fuuu!, ¡Fuuu!, ¡Fuuu!
El gato se quedó tan sorprendido que dio media vuelta y salió disparado con el rabo entre las patas.
La madre ratón se volvió entonces a los ratoncillos y les dijo: “Ahí tenéis, hijos míos, que esto os sirva de lección. No subestiméis jamás la importancia de aprender un segundo idioma”.
Decálogo de la madre, desde el punto de vista de la psicogenealogía:
1.-He parido un hijo que no es mío. Lo entrego al mundo.
2.-Este hijo no ha venido a cumplir mi proyecto, ni los proyectos de mi árbol genealógico, sino el suyo propio.
3.-No lo bautizo con ningún nombre ya presente en el árbol, ni con nombres que le impriman un destino.
4.-Se lo doy todo, lo crío con afecto, sin dejar de ser yo misma, sin adicción al sacrificio, sino con responsabilidad y desde la libertad.
5.-Le ofrezco herramientas que ayuden a construir el edificio de su propia vida, pero acepto que tome libremente las que el juzgue adecuadas y rechace las inadecuadas para él. Me doy cuenta que la mejor manera de enseñar a un hijo no es con mítines, ni con límites, sino con el ejemplo.
6.-Acepto que deje de llamarme “mamá” cuando él lo decida, para pasar a llamarme por mi propio nombre, porque así rompe lazos de dependencia y la relación entre ambos se equilibra.
7.-Le permito y facilito que tenga un espacio privado e íntimo en la casa que sienta como su propio territorio.
8.- En cuanto a la elección de sus amistades, de su carrera, de sus actividades de ocio, etc., le escucho, le doy mi parecer, pero no selecciono nada por él, ni le prohíbo ni lo obligo.
9.- Dejo que mi hijo cometa errores, que se caiga, que no sea perfecto. Comprendo que cada fracaso es un cambio de camino y con ellos se crece cada día; si lo protejo demasiado lo bonsaitizo, nunca será adulto.
10.-Jamás definiré a mi hijo (“es tranquilo”, “eres nervioso”, “es tímido”…), porque entiendo que los niños se forman su autoconcepto a partir de lo que sus padres dicen de él. Le transmito que dentro de él están todas las posibilidades del ser, lo es todo en potencia.