sábado, 26 de septiembre de 2015

"La Tierra, Nuestra Fuerza Materna".



Los ancianos, llegaban literalmente
a amar el suelo
y, se reclinaban o sentaban en el suelo
con la sensación de estar
junto a una fuerza materna.

Tocar la tierra era bueno para la piel
y a los ancianos les gustaba quitarse los mocasines
y caminar descalzos sobre la tierra sagrada.

Construían sus tipis sobre la tierra
y hacían de tierra sus altares.

Las aves que volaban por el aire
venían a posarse en la tierra 
y ella era la morada última
de todo cuanto vivía y crecía. 

La tierra era calmante, vigorizante,
purificadora y curativa.

Por eso el anciano indio
todavía se sienta en el suelo,
en vez de encaramarse lejos 
de las fuerzas vivificantes de la tierra. 

Para él, sentarse o echarse en el suelo
significa que podrá pensar con más profundidad
y sentir más intensamente.



Imagen de www.tipicamp.bc.ca