Los ancianos, llegaban literalmente
a amar el suelo
y, se reclinaban o sentaban en el suelo
con la sensación de estar
junto a una fuerza materna.
a amar el suelo
y, se reclinaban o sentaban en el suelo
con la sensación de estar
junto a una fuerza materna.
Tocar la tierra era bueno para la piel
y a los ancianos les gustaba quitarse los mocasines
y caminar descalzos sobre la tierra sagrada.
Construían sus tipis sobre la tierra
y hacían de tierra sus altares.
Las aves que volaban por el aire
venían a posarse en la tierra
y ella era la morada última
de todo cuanto vivía y crecía.
La tierra era calmante, vigorizante,
purificadora y curativa.
Por eso el anciano indio
todavía se sienta en el suelo,
en vez de encaramarse lejos
de las fuerzas vivificantes de la tierra.
Para él, sentarse o echarse en el suelo
significa que podrá pensar con más profundidad
y sentir más intensamente.