En la mujer nativa americana se confería el código moral y la pureza de sangre.
La esposa no tomaba el nombre de su marido ni entraba a su clan,
y los hijos pertenecían al clan de la madre.
Ella guardaba todas las propiedades de la familia,
la descendencia se marcaba en la línea materna,
y el honor de la casa estaba en sus manos.
La modestia era su principal adorno;
de ahí que las mujeres jóvenes usualmente eran silenciosas y retraídas.
Pero la mujer que alcanzaba la madurez en años y sabiduría,
o que hubiera mostrado una valentía notable en alguna emergencia,
a veces era invitada a ser parte del consejo.
Así gobernaba indisputable dentro de su propio dominio
y era un pilar de fortaleza moral y espiritual,
cuando ella cayó, la raza entera cayó con ella.
Tomado por el blog "Chamanes del Mundo".