Su estación es el invierno, su fase lunar, la luna negra,
época de hibernación, de quietud y de renovación.
La Anciana ha cultivado el don del silencio, la escucha, y el desapego.
Sabe que en el vacío y en la muerte está la semilla de un renacimiento.
Es sabia y visionaria.
Su fase del ciclo menstrual es la menstruación: fase de introspección, de descanso
y de conexión con lo más profundo en nosotras,
el lugar en donde las visiones creativas se gestan.
Es Hestia, la Diosa del hogar, cuidadora del mundo interior y del fuego sagrado,
su símbolo es el círculo y nos lleva a la esencia.
Es Innana, antigua diosa sumeria, que abandona su lugar como ‘Reina del Cielo’
para bajar al submundo, encontrarse con su hermana Ereshkigal,
y allí morir y renacer. Personifica el viaje de la heroína y del alma,
hacia lo más profundo, para volver con el tesoro de la sabiduría.
Es Hécate, Diosa griega de la luna negra,
guardiana de los cruces y de la intuición profunda,
ofrece su sabiduría y guía para atravesar la oscuridad.
Es Ceridwen, Diosa galesa, guardiana del caldero de la inspiración y de la sabiduría, manifestación de la creatividad y destrucción universales en la transformación eterna.
Su rito de paso es la muerte y los tiempos de transición,
pérdida y envejecimiento. Con la comprensión cíclica de la vida y la muerte,
entendemos que sin desintegración no hay renovación.
Texto: Sophia Style
Fuente: mujerciclica.com
Imagen El Taller de la Hechicera.