"Un padre entabla una relación saludable con su hija a través de la constancia, la protección, la clara comunicación, el interés y el cariño apropiado que le dispense. Ella necesita sentirse segura con su padre, saber que él no le causará ningún daño emocional, físico ni sexual.
Un padre que se encuentra a gusto con su propia sexualidad permite que su hija se desarrolle en una atmósfera en la que el sexo se acepta como algo normal, y así ella podrá disfrutar de su sexualidad como un sano acontecimiento y no como una amenaza hacia él.
Un padre como este constituye un símbolo de seguridad que nunca abandona a su hija a lo largo de la adolescencia; a él le interesan sus relaciones con los chicos y está siempre dispuesto a escuchar y dar consejo pero no se entromete;
no entra en la habitación de su hija a menos que ella así lo desee,
ni hace comentarios sobre el tamaño de sus pechos, ni la toca de forma incorrecta.
A diferencia de un padre que neutraliza la sexualidad de su hija expresando su fobia
ante los cambios físicos que ella experimenta y centrándose sólo
en sus logros intelectuales o atléticos,
este tipo de padre percibe el desarrollo sexual de la joven y lo afirma".
Maureen Murdock
"La hija del héroe"
Imagen: Isabelle Bryer.
