No hay cambio posible sin pasar por el autoconocimiento individual.
Siglos y siglos de cambios sociales y políticos han fracasado
porque han pasado por alto el cambio de las personas.
Sólo podemos sanar el tejido a través de las células, las personas.
Y para eso tenemos que sembrar la semilla en la escuela.
Pero ha de ser una nueva escuela
que tenga en cuenta los tres aspectos de las personas:
el conocimiento, la salud amorosa y la salud instintiva.
- Suena diferente.
Pero necesario, si queremos transformar las cosas de verdad.
El otro día me invitaron a dar una conferencia en una universidad,
y antes de empezar me pidieron que evitara los temas espirituales
y los psicológicos y me limitara a la pedagogía.
Chocante. La educación se resiste a integrar lo transcendental-espiritual
y lo terapéutico y sigue considerándolo un campo ajeno porque,
de lo contrario, complicaría las cosas.
Y es cierto, las complicaría un poco,
porque significaría permitir que las personas piensen por sí mismas.
Así que no se asume el riesgo.
Claro que no se calcula el precio.
- ¿Y cuál es el precio?
La infelicidad colectiva.