No puedo repetir esto lo suficiente:
La aceptación no es lo mismo que tolerar
o condicionar una conducta violenta.
Desde un lugar amoroso, nuestros corazones completamente abiertos al misterio,
establecidos en un SÍ a la vida en todas sus formas, profundamente arraigados
en una comprensión no dual, podemos dar un claro 'no'.
Podemos abandonar nuestro juicio y sin embargo respetar nuestro discernimiento.
Por ejemplo, podemos seguirle diciendo a la gente
que ha asesinado, violado, torturado:
"Has perdido tu derecho de andar libremente por donde sea,
hasta que hayas sanado".
Esto respeta sus heridas, así como las heridas de quienes han sido
o podrían ser afectados por su 'comportamiento'.
Aquí estamos diciendo 'no' a su comportamiento inconsciente
pero no a su existencia, ni a su verdadera naturaleza oculta
con la máscara del 'yo,'
aquí no estamos diciendo que no a su capacidad de sanar,
o incluso a su transformación.
Del mismo modo, podemos amar a alguien con todo nuestro corazón,
sentir una profunda compasión y ternura hacia ellos,
y aún así decir 'no' al hecho de pasar tiempo con ellos, o incluso verlos de nuevo.
Nuestro 'no' surge desde un honesto 'SÍ' a la vida,
a la verdad y a la autenticidad.
Visto de este modo, un 'no' y un 'sí' no son opuestos,
así como la luna no es lo opuesto al sol, sino igualmente
bienvenidos en la incondicional vastedad del cielo.
El amor incondicional no necesita que nos convirtamos en un tapete,
o que tengamos que tolerar la violencia,
o esconder un 'no' con el fin de aparentar ser más 'espirituales'
o que en verdad 'aceptamos,' lo que requiere,
más bien, es honrar los límites sagrados con nuestros corazones bien abiertos
y rebosantes de entereza y determinación.
Un límite real no separa,
simplemente mantiene nuestros corazones abiertos para los demás,
nos permite relacionarnos con honestidad y,
por supuesto saber exactamente dónde estamos parados.
Jeff Foster en español.
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