Hay una pacífica revolución en marcha,
un movimiento espiritual de la mujer que es difícil de percibir a simple vista,
a través de los círculos de mujeres, de mujeres con capacidad sanadora,
¿Podría dar la cultura un vuelco?.
Para que el sistema patriarcal cambie,
ha de existir un “millonésimo círculo”.
Y ha de ser así porque lo que el mundo actualmente necesita es una inyección
de la clase de sabiduría que las mujeres tienen,
y la forma misma del círculo es la encarnación de esta sabiduría.
En el círculo no existen jerarquías y eso es igualdad,
así se comporta una cultura
cuando escucha y aprende de cada uno de sus integrantes:
compartiendo la sabiduría de la experiencia, las mujeres del círculo
se apoyan mutuamente y se descubren a sí mismas a través de las palabras.
Cada círculo es una regeneración de una forma arquetípica,
está inspirado y sustentado por todos los círculos de mujeres que han existido,
y él a su vez hace un aporte al campo de energía arquetípica
que facilitará el camino al círculo siguiente.
Un círculo digno de confianza tiene un centro espiritual,
un respeto hacia los límites y una poderosa capacidad de transformar
a las mujeres que lo constituyen.
Para que un círculo se mujeres sea un lugar seguro debe constituir un espacio uterino
capaz de acoger nuevas posibilidades, donde la mujer y su sueño encuentren apoyo
cuando éste no sea todavía más que un esbozo sin definir, cuando la psique de la mujer
esté preñada con una idea de lo que podría llegar a hacer o ser.
Un círculo de mujeres es un espejo multifacético
en el que cada mujer se ve a sí misma reflejada.
El círculo es un ritual sagrado,
es un encuentro de mujeres implicadas en una manifestación artística
capaz de cambiarnos a nosotras mismas y al mundo.
Jean Shinoda Bolen “El Millonésimo Círculo".