viernes, 3 de febrero de 2012

"Tres Preguntas sobre el Ego".


¿POR QUÉ EL EGO TEME CAMBIAR?

Para responder a esta pregunta que me hace por tuit una amiga, debo contar una pequeña historia:

“Un cazador, que buscaba la pista de un león, preguntó a un leñador si había visto huellas del felino. Este le respondió: “Conozco el sitio donde se cobija. ¡Voy a mostrarte al león mismo!” El cazador se puso blanco y, entre castañeteos de dientes, confesó: “Sólo busco la pista y no al león”.

Esta historia puede ser aplicada a aquellos que buscan el Conocimiento. Para aprender se necesita, primero, saber que se puede aprender; segundo, ser maestro de sí mismo para poder aprender; y tercero, estar dispuesto a aceptar el cambio que provocará el Conocimiento… Gran parte de la falta de aprendizaje es la creencia de que no se tienen capacidades para aprender. Luego, la pereza de creer que todo se recibirá de un Maestro. Y por fin, el miedo al cambio que hace que el discípulo luche contra aquello mismo que quiere aprender.

¿Por qué el cambio aterroriza? Nuestro Ser esencial es ilimitado y participa de la eternidad universal. Nuestro limitado Ego, con angustia quiere perdurar, quedándose dentro de sus límites para siempre, igual a sí mismo. Mas, para ser inmortal, tiene que conocer y eso lo llena de terror, pues si le dice a su Esencia: “Tengo miedo de morir, ¿qué debo hacer para impedirlo?” Ella le contestará: “Si quieres alcanzar la eternidad, debes primero morir, Sólo cambiando radicalmente, eliminando tus amarras al pasado, abandonando los intereses que te atan a lo que posees, perdiendo tu “personalidad”, tu nombre, tu rostro, tus ideas, muriendo en vida para otra vez nacer, es decir mutando, podrás salvarte.

Así como el cazador sigue las huellas pero rehuye enfrentarse al león, el Ego teme enfrentarse al Conocimiento. Para perdurar, debe dejar de ser tal cual es. Para cazar al león debe dejar que este se lo coma. El Ego debe disolverse en el Ser esencial. La bestia duerme en su caverna. Él tiene que entrar en la oscuridad y despertarla. Cuando el león se despierta, el cazador se esfuma.

Alejandro Jodorowsky.

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TRAMPAS, VICIOS Y MANÍAS DEL EGO.

Vlamyr me ha preguntado: “¿Qué rituales o ejercicios podrías ofrecernos para abrirnos a nuevos niveles de conciencia?”.

Para llegar a uno mismo, al Ser esencial, primero que nada debemos domar a esa ilusión tatuada en nuestra mente por la familia, la sociedad y la cultura, que llamamos Ego. Ilusión con la que nos identificamos y que nos retiene en una especie de cárcel mental. Se logra esto, observando objetivamente hasta donde nos es posible, la cotidiana conducta de ese personaje que nos posee. He aquí una lista, no exhaustiva, de los defectos de carácter que debemos vencer para llegar a actuar como un ser de un alto nivel de conciencia. Quien añade conciencia, añade felicidad a su vida.

El Ego se alaba sin cesar… El Ego se maltrata, pero en el fondo quiere que le digan que sus defectos no son tan graves o que lo admiren por su franqueza y “humildad”… El Ego habla sin entender lo que está diciendo porque, en verdad, no puede conocer nada pues gira alrededor de sí mismo… El Ego proyecta su imagen en todo el mundo. Si tiene miedo, el mundo es feo. Si está eufórico, el mundo es bello. Si tiene deseos perversos, ve pervertidos en todas partes… El Ego cree que él es lo que piensa, siente, hace. Si critican algo de él, se ofende… El Ego no ve diferencia entre lo que tiene y lo que es él. Los objetos son su continuación. Es capaz de matar si le dañan, por ejemplo, su automóvil… El Ego goza de su propia violencia, como también goza de su insatisfacción e incultura… Como el tiempo es su enemigo porque lo acerca a la muerte, el Ego se preocupa de la edad, es decir, de sus cambios físicos. Cambios que oculta con tatuajes, piercings, adornos… El Ego siempre enjuicia a los demás poniéndose él como medida: son mejores, peores o iguales a él… El Ego tiene buenas razones para justificar sus errores: son culpa de las circunstancias o de los otros… El Ego discute para demostrarse a sí mismo que es más inteligente que los otros. Su táctica es decir “¡No!”… El Ego es codicioso: no ama sino que desea poseer… El Ego dice que le suceden cosas “extraordinarias”: ha visto un platillo volador, ha tenido una visión, conoce a un personaje famoso, etc. Lo que le “sucede” lo cuenta para ponerse en valor y sentirse superior a los que lo escuchan… Cuando alguien muere, el Ego se alegra porque no es él quien expiró… El Ego oculta un mordisco detrás de cada alabanza que concede… Al Ego le gusta agradar y se coloca máscaras de diferentes personalidades para caer bien. Se hace el honesto o el fuerte o el delicado o el niño, según con quien está…El Ego se preocupa por dejar sus huellas en algún lado: firma paredes, pone sus fotografía en marcos, funda escuelas, lucha por obtener medallas y premios, etc… Al Ego le gusta mandar a otros y goza apoderándose de voluntades ajenas. Sufre cuando otro lo manda. Detesta a cualquier clase de maestro… Al Ego le gusta vivir junto a los que tienen poder o fama y es servil con ellos por envidia… El Ego no sabe escuchar: supone lo que le van a decir y reacciona según sus suposiciones sin dejar hablar al otro… El Ego es un vampiro de energía: cuando visita a alguíen es capaz de hablarle de sí mismo durante horas sin preguntarle ni siquiera si está bien de salud…

La auto-observación de nuestro Ego debe ser constante: es la básica y esencial primera lucha para acceder a planos de conciencia más elevados.

Alejandro Jodorowsky.

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COMO DESARROLLAR NUESTRO NIVEL DE CONCIENCIA.

Una fábula muy útil:

Dentro del patio de un castillo, sin puertas ni ventanas, con altos muros, había dos caballos encerrados. Cada cual pateó una muralla distinta tratando de derribarla para escapar. Uno de ellos se cansó. “Los muros son muy espesos. Nunca podré echarlos abajo. Mejor me tiendo en el suelo a dormir”. Así lo hizo… El otro caballo siguió pateando. Durante mucho tiempo no logró nada. Pero un día, cuando menos se lo esperaba, el muro cayó y él pudo ver un hermoso paisaje que le ofrecía su hierba verde… El primer equino, al verlo galopando libre y feliz, trató de seguirlo, pero una invisible barrera no le permitió escapar. Desde lo alto de los muros le llegó una voz: “¡Cada caballo tiene que labrar su propia salida!”… El animal comprendió la lección y comenzó a patear su muro, día y noche, sin cejar, hasta que la pared se derrumbó y obtuvo su libertad.

Así es el trabajo espiritual. A veces nos desesperamos en el aprendizaje; vemos la magnitud del trabajo de escaparnos de los límites que nos han impuesto la familia, la sociedad y la cultura y la liberación nos parece tan inalcanzable que cesamos nuestros esfuerzos y nos decidimos a vivir para siempre en el nivel de conciencia que estamos, sin progresar ya más. Sin embargo, si hubiéramos persistido, de pronto todos los esfuerzos habrían obrado en un segundo y nuestros límites mentales hubieran caído como los muros de esos caballos. El esfuerzo se acumula. Hay que tratar y tratar sin preocuparse de “cuanto” se progresa. Cuando se rasga un velo. la luz entra de golpe. En la vía espiritual hay largos periodos en que el trabajo parece no dar frutos, pero es en la oscuridad donde la semilla germina… Las leyes del trabajo espiritual pueden aplicarse a la vida práctica. Nos parece que los problemas del mundo actual son insuperables y anhelamos echarnos a dormir hasta que venga la hecatombe. Sin embargo, si insistimos, paso a paso, en la tarea, esos esfuerzos se irán acumulando hasta que las barreras económicas e ideológicas que nos esclavizan impidiendo el desarrollo de nuestra conciencia, debilitadas se derrumben. Eso sí, no podemos seguir derroteros que no son los nuestros. Cada sociedad tiene que encontrar su propio camino. Nadie hará el trabajo por nosotros.

Alejandro Jodorowsky.
Imagen: Paz Santos.
http://planocreativo.wordpress.com/2012/02/03/si-siempre-te-hiciste-estas-preguntas/