Nos sentimos seguros con las personas directas, honestas.
Hablan claro y sabemos dónde estamos parados con ellas.
En la gente indirecta, en la gente a la que le da miedo decir quién es,
qué quiere y qué está sintiendo, no se puede confiar.
De alguna manera actuarán conforme a su verdad aunque no lo digan.
Y puede pescar a todo el mundo por sorpresa.
Ser directos ahorra tiempo y energía.
Nos aparta del papel de víctimas.
Nos exime del martirio y de los juegos.
Nos ayuda a adueñarnos de nuestro poder.
Crea relaciones de respeto.
Se siente uno seguro al tratar con gente directa, honesta.
Sé una de ellas.
"Hoy me adueñaré de mi poder para ser directo.
No tengo por qué ser pasivo, ni necesito ser agresivo.
Me sentiré cómodo con mi propia verdad,
para que los que me rodean se sientan cómodos conmigo".
Con afecto,
Susana Perez.
Imagen: gentehonesta.com