Delimitar su inicio, su fin, a mano propia.
Sacarlo de la masa y convertirlo en lo que es:
algo irrepetible, bendito.
¿Por qué tratamos a nuestro cuerpo como algo extraño, como una
cartografía completamente ajena? ¿Por qué nos da tanta pena habitarlo?.
Pareciera que le pertenecemos a las masas, que nuestro cuerpo, único,
es un objeto más dentro de un mercado.
cartografía completamente ajena? ¿Por qué nos da tanta pena habitarlo?.
Pareciera que le pertenecemos a las masas, que nuestro cuerpo, único,
es un objeto más dentro de un mercado.
Hace años asistí a un Diplomado de Arte Contemporáneo dentro del cual
un curador comentaba acerca de la falta de identidad del ser humano que
permeaba, por ende, al mundo del arte que es, tan sólo, la pura manifestación
de esta falta y este vacío.
un curador comentaba acerca de la falta de identidad del ser humano que
permeaba, por ende, al mundo del arte que es, tan sólo, la pura manifestación
de esta falta y este vacío.
Ello me lleva a una pregunta, ¿en dónde nos perdimos?. Todos, absolutamente
todos, nacemos empoderados, conectados con la Luz. Así es que, ¿por qué
permitimos esta globalización? ¿En qué momento cedimos el poder de algo
que nos pertenece en su totalidad?.
todos, nacemos empoderados, conectados con la Luz. Así es que, ¿por qué
permitimos esta globalización? ¿En qué momento cedimos el poder de algo
que nos pertenece en su totalidad?.
Creo en la inminente necesidad de re apropiarse de uno mismo. De volver
al amor propio, al abrazo infinito. Retornar a completarnos, respetarnos
y nutrirnos de lo que verdaderamente nos hace bien.
al amor propio, al abrazo infinito. Retornar a completarnos, respetarnos
y nutrirnos de lo que verdaderamente nos hace bien.
Sugiero tomar de nuevo el cuerpo como territorio sagrado.
Delimitar su inicio, su fin, a mano propia. Sacarlo de la masa y convertirlo en lo que es:
algo irrepetible, bendito.
Delimitar su inicio, su fin, a mano propia. Sacarlo de la masa y convertirlo en lo que es:
algo irrepetible, bendito.
Necesitamos regresar a la apropiación de lo único que nos pertenece.
No es la tierra, no es el otro, no son los objetos. Lo único que es nuestro
es este recipiente en donde un Universo entero descansa, sigiloso, en
espera de ser despertado.
No es la tierra, no es el otro, no son los objetos. Lo único que es nuestro
es este recipiente en donde un Universo entero descansa, sigiloso, en
espera de ser despertado.
Regresemos, pues, a nosotros. Dejemos de buscar las respuestas afuera,
en otra parte. Todo yace, todo duerme, dentro. Al apropiarnos del cuerpo
de nuevo deduciremos que también el alma nos pertenece. Y de ahí,
un entendimiento profundo surgirá.
en otra parte. Todo yace, todo duerme, dentro. Al apropiarnos del cuerpo
de nuevo deduciremos que también el alma nos pertenece. Y de ahí,
un entendimiento profundo surgirá.
Retornemos a la individualidad. Borremos toda aquella información
insertada y exploremos, con ojos nuevos, para saber qué es lo que realmente
nos gusta. ¿Qué queremos vestir? ¿A quién queremos amar? ¿Con quién
queremos compartir este mundo, propio? ¿Qué necesitamos decir,
desde nuestra trinchera?.
insertada y exploremos, con ojos nuevos, para saber qué es lo que realmente
nos gusta. ¿Qué queremos vestir? ¿A quién queremos amar? ¿Con quién
queremos compartir este mundo, propio? ¿Qué necesitamos decir,
desde nuestra trinchera?.
Recordemos que nadie puede hacer nada si no se gobierna,
de inicio, a sí mismo. Y perderlo todo significa dejar que otro
tenga el poder sobre lo que te pertenece como derecho divino.
de inicio, a sí mismo. Y perderlo todo significa dejar que otro
tenga el poder sobre lo que te pertenece como derecho divino.
Xandra Orive.