Nadie se hace sanador sin haber sido herido antes.
Nadie se hace sanador sin haber sido tocado, fastidiado, herido,
llamado por el lado áspero de la vida.
Nadie se hace sanador si antes no ha visto, saludado y cosido
su propia sombra a su talón.
Nadie se hace sanador si antes no ha sentido el frío, la soledad y la derrota
y se ha sentido tan pequeño que ha tenido que abandonarse a la gracia.
Esmeralda.