viernes, 8 de noviembre de 2013

"Me Enseñaron la Vergüenza".




Me enseñaron a avergonzarme de mi cuerpo, de mis actos, 
de mis pensamientos.

Me enseñaron que lo que pienso es absurdo, que lo que hago es ridículo, 
que lo que deseo es sucio.

Y aprendí a no decir lo que pensaba, por vergüenza de que alguien
 a mi alrededor pensara algo mejor.

Y aprendí a no hacer lo que me apetecía, por vergüenza de que alguien 
a mi alrededor creyera que era inoportuno.

Y aprendí a no perseguir lo que deseaba, por vergüenza de que alguien 
a mi alrededor opinara que era inapropiado.

No contenta con someterme a la mirada externa, 
me plegué también a la vergüenza ajena.

Y aprendí a preguntarle a la vergüenza cómo vestirme, 
no vaya a ser que alguien pensara que voy buscando gustar, destacar. 

Y aprendí a escuchar a la vergüenza al desnudarme, 
no vaya a ser que me sintiera cómoda en mi cuerpo, 
y me acostumbrara a enseñar(me)lo sin miedo.

 Y aprendí a consultar con la vergüenza antes de abrir la boca, 
no vaya a ser que dijera sin filtro lo que me pasa por la cabeza, 
y se enterara la gente.

Y dejé de bailar, de reír a carcajadas, de rascarme el culo, 
de preguntar lo que no entiendo, de opinar lo que pienso, 
de compartir lo que siento, de pedir ayuda, de ponerme faldas, de ir a la playa, 
de comer o llorar en la calle, de ir sin sujetador, de pintarme, de salir sin pintar, 
de bajar a la calle despeinada, de usar esa ropa que dicen que no me pega nada, 
de llamar a quien echo de menos, de tomar la iniciativa, de decir que no,
de decir que sí, de quejarme, de vanagloriarme, de estar orgullosa,
de admitir que estoy asustada.

Y, a base de sentirme cada día más avergonzada, 
entendí que mi vergüenza nunca iba a sentirse saciada. 
Que toda la vida iba a imponerse entre yo y mi representante impostada. 
Así que busqué a mi sinvergüenza interna. 
Y le costó salir un poco, le daba vergüenza. 
Pero acabó sacándome a bailar, haciéndome dúo al cantar, 
saliendo conmigo a la calle con la cara sin lavar, animándome a hablar, 
a ignorar las cosas que me deberían avergonzar...

Y ahora no tengo tiempo para sentir vergüenza. 
Estoy ocupada viviendo.