"En las culturas celtas, la joven doncella se considera la flor,
la madre se considera el fruto, y la mujer mayor la semilla.
La semilla es esa parte que contiene en su interior el conocimiento y el potencial
de todas las demás partes. El papel de la mujer posmenopáusica es continuar
adelante y volver a sembrar la comunidad con su semilla concentrada de verdad y sabiduría.
En algunas comunidades indígenas se pensaba que las mujeres menopáusicas
retenían su sangre sabia en lugar de expulsarla cíclicamente, y por lo tanto
se las consideraba más poderosas que a las mujeres que menstruaban.
En esas culturas, una mujer no podía ser chamán mientras no hubiera pasado
la menopausia.
Tamara Slayton observa: «Entendida y apoyada, la menopausia ofrece a la mujer
el paso siguiente de iniciación en el poder personal. Como parte del tabú menstrual,
aún existente en nuestra cultura, la voz de la mujer menopáusica es temida y negada.
Se la hace invisible o se la anima a continuar siendo joven para siempre mediante
la terapia hormonal sustitutiva u otras intervenciones médicas.
Este distanciamiento cultural de un rito de pasaje vital deja aisladas
a las mujeres mayores, haciéndolas sentirse inútiles e impotentes».
En las culturas indígenas, las mujeres menopáusicas «proclamaban la responsabilidad hacia todos los niños, tanto humanos como no humanos, hacia la Tierra y las Leyes de las Buenas Relaciones», señala Slayton. «Esas mujeres mayores poseían un enorme poder y supervisaban todas las decisiones de la tribu. No tenían miedo de decir un firme no a cualquier cosa que no beneficiara la vida. También iniciaban y educaban a las mujeres más jóvenes en ese conocimiento y esa responsabilidad.»
Una vez que la mujer comprenda que el verdadero significado de la menopausia
ha sido trastocado y degradado, como muchos otros procesos del cuerpo femenino,
será capaz de hacer su propio camino el resto de su vida, fortalecida
con una finalidad y una comprensión intuitiva.
"Cuerpo de Mujer, Sabiduría de Mujer".