lunes, 10 de septiembre de 2012

"La Magia del Sahumador, el Copal y la Sahumadora".



En el México prehispánico la presencia del fuego y el sahumador estuvieron
ligadas íntimamente. La historia y la cerámica rescatada hasta el presente
nos manifiestan la importancia del sahumador en la vida cotidiana de los
pobladores del continente Americano.

Concretamente en Mesoamérica, el universo de sus antiguos pobladores, se
manifestaba pleno de la presencia de Dios. Dios en sus muy diferentes
manifestaciones estaba en el interior de los seres. Así pues, rendían
honores y respeto a todo lo creado y de manera muy importante a los
instrumentos y elementos con los cuales obtenían su diario sustento.

Nos dice Fray Bartolomé  de las Casas y Fray Diego Durán:  “Si  habían de
cazar plumas, la misma liga para tomar los pájaros, la incenciaban.”
“...les mandaban que antes de salir de casa, sacrificasen al fuego y le
hiciesen oración, y a los umbrales de las casas y, en llegando a los montes,
que los saludasen e hiciesen sus sacrificios y promesas”

De manera importante, tanto en la practica ritual de los sacerdotes, como en
la    veneración en el  altar domestico, el sahumador estaba presente, para
rendir tributo a la divinidad.
En el universo Azteca, el fuego del hogar, el fogón, consagrado a Chantico,
era el fuego que unificaba a toda la comunidad,  dicho fuego se mantenía
siempre vivo, a excepción de cuando se cumplía el ciclo de 52 años, un siglo
de acuerdo a la cuenta indígena y se llevaba a cabo la renovación del fuego
sagrado. En dicha ocasión, todos los fuegos se apagaban, encendiéndose
posteriormente con el fuego proveniente del ritual celebrado, en lo que
actualmente conocemos como cerro de la estrella en el Distrito Federal.

En el hogar el primer fuego a encenderse era el del fogón y de ahí se pasaba
a encender, partiendo del fuego de Chantico, el sahumador, para dar gracias
a las deidades tutelares del hogar.  En su libro Mosaico de turquesas, nos
dice El erudito Arturo Meza: “Chantico reside en las tres piedras del hogar,
junto a donde están el metate y los utensilios para cocinar. Cuando se van a
tomar los alimentos, se le ofrenda al fuego que crepita entre los leños y a
la esencia femenina custodiada por las piedras. En el fuego esta el amor, el
calor de la casa ..” y en síntesis, la unión de la pareja, la familia y por
ende de la nación.

Un día en el México prehispánico, se iniciaba dando gracias al Dador de la
vida, sahumando a las deidades, los sacerdotes en sus respectivo templos y
la gente común en el altar domestico. Así también el día concluía Dando
gracias a Dios por los beneficios recibidos y sahumando nuevamente a las
deidades y a los instrumentos de sustento.

En síntesis, el sahumador fue un instrumento indispensable en la vida
cotidiana de nuestros ancestros,  durante el tiempo sagrado en que se
llevaba a cabo un ritual, los sahumadores,  eran receptáculos en donde se
encarnaban los Dioses, y mediante la quema de resinas aromáticas,  se
realizaba una comunicación del humano, con lo Divino.

En el presente, tratamos de seguir los pasos de nuestros ancestros, así en
los rituales que llevamos a cabo en la Tradición de Danza Conchera, se hace
uso del sahumador y de su esencia  base: El Copal.  Por ende la función de
sahumadora, reviste una importancia de características especiales.

EL COPAL

Mediador entre el cielo y la tierra, entre la materia y el espíritu, entre
vivos y muertos, lazo de unión del humano con El Padre Madre Creador,
elemento que transporta las oraciones al ámbito de lo Divino, esa es la
función del copal, a través del sahumador.

El sahumador que quema la ofrenda de copal, es el instrumento que durante la ceremonia se transforma en  receptáculo que “contiene” o “atrae” lo Divino,
ninguna ceremonia se inicia sin el sahumador encendido y al final de la
misma, es requisito indispensable su presencia.

El Sahumador y el copal, son el binomio indispensable para acompañar las
ceremonias Concheras, todos los elementos y personas que intervienen en el
rito, son purificadas por el humo del copal. Así también en el circulo de
danza, el sahumador ubicado sobre su pañuelo rojo, es el centro del circulo,
es el palpitar del corazón, el eje o columna de humo de donde emana la
energía más pura, que reverbera hasta la periferia.

Las volutas blancas que se producen al quemar el copal, son consideradas
Divinas y reciben  de acuerdo al concepto antiguo, el nombre de Iztac Teteo
(Dioses Blancos). El humo que asciende es una muestra evidente del dialogo
que se esta llevando a cabo entre el cielo y la tierra. La columna de humo
se transforma en el Eje del Mundo, en torno al cual giran el universo y sus
criaturas.

La combinación de los cuatro elementos esta presente en un sahumador
encendido, es el “corazón” del  ámbito  donde se esta llevando a cabo un
rito. Por lo tanto, el sahumador, la braza ardiente, la columna de humo y
sus volutas blancas Iztac Teteo, tienen su propio lenguaje, el cual es
susceptible de ser interpretado, amen de que per se, la quema del copal en
el sahumador, produce específicos resultados de armonización del entorno

En el Antiguo Anahuac el copal  simbolizaba la  incorruptibilidad e
inmortalidad. Su grato perfume es real pero inasible, por lo que representa
el ámbito de lo espiritual. El humo también ubica, de acuerdo a este
pensamiento, el  lugar por el cual transitan  las animas.

En un uso terapéutico el copal sana las enfermedades producidas por el frió
y la humedad, así como también calma los dolores de cabeza. En el Antiguo
Anahuac, a los niños se les colgaba una bolsita de algodón con una bolita de
copal, como medida preventiva que evitaba enfermedades.

Otro uso ritual del copal, se llevaba a cabo en la elaboración de
esculturas, hechas de la misma materia de copal, ya que cuando esta fresca
la resina es moldeable y al secarse se endurece, es factible darle forma y
que esta perdure. Estas esculturas se hacían como forma de dar tributo a la
madre tierra a Tonantzin, a Tlazolteotl, e incluso acompañando a ciertos
personajes en sus tumbas.

Al ser quemado el humo blanco se asociaba con las lluvias, por lo que
también se pensaba que de esta manera se honraba a Tlaloc y se empleaba para solicitar lluvia.

La aromática resina de copal, es extraída del árbol del género Bursera
Bipinnata y es uno de los grandes dones que nos otorga la madre naturaleza.

Es una de los elementos más significativos que acompañaron las ceremonias de los ancestros y sigue acompañando nuestras ceremonias Concheras.

LA SAHUMADORA

La Sahumadora, es el titulo que ostenta la mujer que porta el Fuego Sagrado
de la comunidad Conchera. Cada mesa de danza tiene su sahumadora y ejerce una función de suma importancia en todos los ritos y ceremonias.

Antiguamente para ejercer la función de sahumadora, se tenia que recibir el
fuego en una ceremonia especial, pocas son las mesas de danza que siguen
conservando este hermoso rito.

En la Mesa de La Santa Cruz de Los Milagros, el rito se lleva a cabo en el
Oratorio, durante la ceremonia nocturna de Velación.   Inicia con 6
sahumadores encendidos, el del cimiento de la Mesa de Danza, 4 más que
representan cada uno de los Vientos y el que se va a entregar a la nueva
sahumadora. Por cada viento es sahumada la aspirante a ejercer este cargo,
hasta que finalmente el cimiento de la mesa procede también a sahumarla y
entregar el Nuevo Fuego al Capitán de la mesa de danza, el cual  después de
sahumar a la aspirante y al nuevo sahumador,  entrega el Nuevo Fuego, el
cual esta en franca conexión con el Antiguo Fuego, a la ahora recién
nombrada  Sahumadora.

El Fuego Sagrado, la braza ardiente del nuevo sahumador, ha sido colocado en una charola de madera, adornada con un circulo  de flores, hasta que es
entregado en las manos de LA SAHUMADORA.

Es una bella y emotiva ceremonia, en la cual se tocan las conchas y  se
cantan alabanzas, en donde toda la comunidad es testigo del trascendente
acontecimiento, del nacimiento espiritual de una nueva Sahumadora.

La función de sahumadora requiere la aceptación de un compromiso con La
Tradición. Se actúa como intermediaria entre el mundo visible y no visible,
en la conciencia de que el sahumador encendido se trasforma en un
receptáculo Sagrado, en donde se manifiesta lo Divino, del cual es
responsable la sahumadora.

La sahumadora como guerrera, es portadora de una “arma” sumamente especial y poderosa: el sahumador y sus esencias. Con dichos elementos es capaz de transmutar vibraciones, crear la armonía  y entonamiento del grupo y generar la columna de humo, eje de energía que permite entablar un dialogo del cielo con la tierra.

Esa es la fuerza espiritual que esta vigente en una TRADICIÓN VIVA,  En
nuestra Tradición Conchera, nacida un 25 de Julio de 1531, en el Antiguo
Querehta, Ndamaxei,  Tlachco o Xico, ahora Santiago de Querétaro.

Con amor Infinito: Lolita Vargas Martínez – Malinalticilt.

Capitana de Malinches-Sahumadora de La Mesa de Danza de La Santa Cruz del Espiritu Santo.