Solemos creer que al preocuparnos por escenarios que todavía no han sucedido seremos más capaces de afrontarlos con mayores garantías de éxito. Sin embargo, por medio de estos pensamientos preventivos lo único que conseguimos es engordar todavía más nuestra inseguridad, llenando nuestro corazón de ansiedad y nerviosismo.
Para dejar de tomarnos más chupitos de cianuro, el aprendizaje consiste en entrenar el músculo de la confianza, el cual está estrechamente ligado con nuestra autoestima. En vez de pensar en las potenciales consecuencias de nuestra intervención pública –como la opinión que la audiencia pueda tener de nosotros–, podemos centrarnos simplemente en hacerlo lo mejor que podamos. Principalmente porque todo lo demás escapa por completo de nuestro control.
Para superar el miedo también es importante que redefinamos conscientemente cuáles son nuestros valores. Es decir, la brújula interior que nos permite tomar decisiones alineadas con nuestra auténtica esencia. Lo cierto es que cuando vivimos sin saber quiénes somos, qué es lo que de verdad nos importa y hacia dónde nos dirigimos, solemos funcionar con el piloto automático puesto. Esta es la razón por la que en ocasiones tenemos la sensación de vagar por la vida como boyas a la deriva. Y es precisamente esta desorientación la que nos conecta –nuevamente– con nuestros miedos e inseguridades.
En cambio, si alcanzamos la seguridad interna, nos convertimos en nuestro propio faro. Ya no necesitamos ni dependemos de ninguna referencia externa, puesto que nadie sabe mejor que nosotros qué hacer con nuestra vida.
Borja Vilaseca.
borjavilaseca.com
Imagen de www.amazon.es